Mendi: “Las bombas del Pilar estaban mal hechas. Era imposible que estallaran”

José Francisco Mendi, exdiputado de IU, debuta en la novela con ‘El apalabrista’.

Mendi, ante las bombas del Pilar.
Mendi, ante las bombas del Pilar.

José Francisco Mendi, ex diputado de Izquierda Unida en los años 90, debuta en la novela con ‘El apalabrista’ (1001 ediciones), una novela de humor con fondo histórico: el bombardeo a la Basílica, la riada de 1961, el cambio climático, que ha presentado en la Feria del Libro con Luis Alegre y Julián Casanova.


¿Qué le llevó a dar el paso a la ficción?


La necesidad de compartir una creación literaria para liberarla de la rigidez de lo que había escrito hasta la fecha a través de ensayo o artículos de opinión en los que mezclo pensamiento político y psicología científica. Intento aderezarlos con ingenio y humor pero siempre tenía que contenerme en favor de la realidad. En esta novela, ‘El apalabrista’, la ficción supera a la realidad sin pisotearla. Lo hace de su mano pero sale triunfadora provocando la sonrisa e incluso la carcajada a lo largo de toda la trama.


¿Por qué ha hecho una apuesta por el humor, lo ha tenido siempre claro?


Sí. Por mi forma de ser, de hablar, de escribir e incluso de pensar. Hoy creo que el humor, como la sociedad, es excesivamente dependiente de lo audiovisual. La sonrisa viene de lo que vemos que les pasa a los demás. De sus torpezas y sus desgracias. De lo que dicen y hacen. Incluso lo que leemos en clave de humor deriva casi en exclusiva de la Red. Así que era todo un reto demostrar que podemos reír a solas, y sólo, con la lectura de un libro.


¿Y por qué Zaragoza y en pleno agosto?


La atmósfera apagada de Zaragoza en pleno puente de agosto es el paisaje ideal para apreciar un estallido de sonrisas de colores. Se conjugan todas las condiciones de una tormenta perfecta de humor como la que se cierne sobre la ciudad y sus heroicos residentes. Nuestra resistencia a las embestidas francesas tiene mucho que ver con la supervivencia al cierzo, a la niebla y al Ferragosto maño. Los aragoneses, somos como vivimos. Labordeta lo definió en cuatro palabras: polvo, viento, niebla y sol. Pero como también le gustaba darnos el mar, he intentado poner, al menos algo de brisa.


¿Qué ha querido contar: la historia de un ciudadano de tercera que pueda mandar en la ciudad a la manera de ‘Bienvenido Mr. Chance’, en cierto modo, u otra cosa?


Mi obsesión era el propio humor, la diversión de los lectores, la agilidad de una historia. Que al finalizar el libro se lo hayan pasado bien. Unos, entretenidos. Otros, con sonrisas. Y algunos con carcajadas. En realidad es un juego con dobles y triples sentidos. Quienes sólo busquen pasar un buen rato no se arrepentirán, pero quienes quieran hurgar en algunas anécdotas de la historia a la búsqueda de la ficción o la verdad se sorprenderán. Es un libro con “h” de humor, con “h” de historia y hasta con una ironía que podría llevar “h”. Luis Alegre lo definió en la presentación como un libro en tono de comedia de enredo.


¿Qué pasó con el bombardeo de agosto de 1936 exactamente? ¿Quién lo hizo?


El libro ofrece una explicación mucho más lógica que la que pudo ocurrir realmente. El bombardeo del Pilar es un caso maravilloso de absurdo histórico que define nuestro colectivo imaginario aragonés. Ni siquiera se sabe con seguridad hoy si los autores del bombardeo fueron las propias tropas sublevadas de Franco o pertenecían al Gobierno de la República. Las bombas se lanzaron a las 3 h. de la mañana del 3 de agosto de 1936 en una noche de luna llena. Pero lo más llamativo fue la impresionante movilización ciudadana de repulsa que se produjo, pocas horas después, la misma tarde posterior a la madrugada del suceso. Sin que ningún periódico pudiera hacerse eco de lo ocurrido todavía hasta sus ediciones del día 4 de agosto. Pero ese mismo día 3, los zaragozanos dejaron a la altura del barro las convocatorias instantáneas y masivas que aún tardarían en llegar a través de “sms” y redes sociales, dicho esto en términos figurados. Todo un fenómeno digno de estudio.


¿Por qué?


Ha costado más de diez años descubrir que el llamado “milagro del cojo de Calanda”, ocurrido en el siglo XVII, fue un fraude. Así que no creo que, hoy por hoy, los aragoneses estemos en condiciones de resistir una “verdad” diferente de la que cuenta la leyenda sobre esas bombas. Gracias a mi libro, y con permiso del cambio climático, creo que a ese ritmo a mediados del siglo XXV ya podremos saber todo lo ocurrido. He recabado muchos datos históricos pero hoy por hoy se imponen los histéricos.


Concretemos un poco más, por favor. ¿Por qué no estallaron las bombas? ¿Qué leyenda surgió a partir de ese momento?


El milagro hubiera sido que explotaran porque era imposible que estallaran. Estaban mal hechas. La munición de aquella época (afortunadamente para muchos de nuestros abuelos y bisabuelos) era un desastre. Es de lo poco claro que sabemos. Hubo un informe del Parque de Artillería de Zaragoza que demostró que eran unos proyectiles “deconstruidos” por algún cocinero militar de la época, lo que hacía imposible su detonación. Eso dificultó que la iglesia nacional católica de la época pudiera hablar de “milagro”, aunque la leyenda no sólo se dejó correr sino que se impulsó oficialmente.


¿Por qué ha pensado en este asunto?


Rememoro la imagen de las bombas como un recuerdo lleno de admiración y temor desde niño. Al cumplirse ahora ochenta años de ese bombardeo, y del inicio de la guerra civil, quería que estuviese presente como uno de los episodios centrales del libro. Sin duda tiene todos los requisitos tragicómicos que la distancia en el tiempo nos permite utilizar en una novela de humor. Ha sido como resolver una ecuación con múltiples incógnitas de un solo golpe. Lo interesante es que en algún momento en los que se imponía la curiosidad histórica sobre la ficción, mientras escribía el libro, me di cuenta de que sigue siendo un tema incómodo. Incluso no sería bien vista una solución definitiva al caso. Si Asterix y los galos tienen su “Alesia”, de la que no se puede y debe hablar, nosotros tenemos el bombardeo del Pilar.


¿Qué otros temas ha querido tratar: Martínez Soria y el franquismo, un pacto secreto en Canfranc…?


La historia reciente tiene un papel protagonista justificado, entrelazado y toda la trama tiene que ver con todo y con todos. Al final las piezas encajan en este rompecabezas que se desarrolla en sólo tres días de agosto. De ahí que Luis Alegre calificara en su presentación el libro como una “comedia de enredo”, mencionando al gran Billy Wilder. El ritmo es ágil y casi cinematográfico. Si se percibe y lee así creo que puedo estar satisfecho. Algunos protagonistas son Paco Martínez Soria, el fútbol a través del Real Zaragoza, el Canfranc, el puente de Hierro, el Ebro… Pero los veo a todos como personajes secundarios al servicio del humor. Si fuera un pintor diría que es una obra impresionista en la que importa más la luz, la sonrisa, que lo que se describe.


¿Cómo le ha marcado a Zaragoza la riada de 1961, el año de su nacimiento, en qué fue diferente a las demás?


Yo mismo soy fruto de la riada, creo. Nací nueve meses más tarde de producirse la crecida en la nochevieja de 1960 que daba paso a 1961, así que eso marca mucho…. Nació también el Galacho de Juslibol al retirarse las aguas. Fue una riada especial. Descomunal y mansa al mismo tiempo. Fue la reivindicación de una naturaleza que se rebela ante la dominación de la Zaragoza moderna. Pero lo hizo de forma amable, demostrando su belleza y su fuerza al mismo tiempo. La inundación fue terrible y, sin embargo, no hubo que lamentar ni una sola víctima mortal. El ritual casi mágico de acercarnos al río para admirar sus crecidas tiene un componente maravilloso de sugestión colectiva. Tiene mucho de comportamiento de “tribu” que se repite de año en año para acudir a la ofrenda de flores en la Plaza del Pilar.


¿Qué le llevó a elegir a un político gris de derechas como Fulgencio de protagonista?


Gris, conservador y honrado. Debía alejarme de mi relación personal con la política y, al mismo tiempo, evitar cualquier intento de identificación con algún personaje público. La clave de la novela es el trastorno del protagonista y no el protagonista en sí. La novela tiene pequeñas dosis de crítica social y reivindicación de la honestidad pero a favor de la propia novela y no en contra de unas ideas determinadas.


¿Es la novela un tratado sobre el desengaño o sobre la honradez de la clase política más humilde?


He intentado elaborar algo más sencillo que eso pero no más simple. Hay una reivindicación de la honestidad personal como superación de las limitaciones y dificultades sociales y culturales. No hay una sola mala intención en el protagonista. Está rodeado de trampas, que va sorteando con tanta temeridad como inconsciencia. Como Buster Keaton o Chaplin en algunas de sus escenas del mejor cine cómico, es un humor tan blanco como imposible.


¿Qué escritores le han acompañado en este viaje?


Los que figuran en la reseña, llena de ironía, que aparece en la solapa del libro: Woody Allen, Mendoza, Tom Sharpe y Groucho Marx. Aunque sin duda el cine juega un gran papel: ‘Mr. Chance’, ‘El Guateque’, ‘Arsénico por compasión’, ‘El apartamento’…


¿Y ahora, qué va a pasar usted? ¿Empieza aquí una carrera de fondo como escritor?


Como diría mi maestro, y también uno de los principales personajes de mi libro, el psicólogo Juan Torrance: “Lo importante no es saber las respuestas sino conocer las preguntas”. Y yo todavía sigo haciéndome esa misma pregunta. Espero que los lectores también se la hagan.

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