Salir con arte y unas cervezas

El club Vivalavida acoge una experiencia que combina ocio pintura.

El club Vivalavida acoge una experiencia que combina ocio y pintura.
El club Vivalavida acoge una experiencia que combina ocio y pintura.
Jaime Oriz

La sala de conciertos Vivalavida (c/ Santa Cruz, 7) se transformó el jueves por unas horas en un peculiar taller de pintura. A eso de las ocho de la tarde estaban citados 30 alumnos dispuestos a vivir una experiencia social y artística única alrededor del proyecto Salir con Arte.


Esta idea nació en Valencia el año pasado y se ha extendido por toda España. En Zaragoza suelen celebrarse un par de encuentros al mes y están dando tan buenos resultados que sus promotores están pensando en incrementar la frecuencia. Carmen Escario, la profesora que el jueves dirigió el taller, resumía los objetivos de esta iniciativa: “Al final se trata de acercar el arte a la gente y hacerlo de una forma distendida, rodeado de amigos, con tu pareja o en solitario; y mientras aprendes, disfrutas y pintas el cuadro que luego te llevas a casa, lo haces en compañía tomándote una cervecita”.


Óscar Vicente, conocido artísticamente como ´Antílope`, es el propietario de Vivalavida. Es la tercera vez que abre el club para acoger este proyecto “tan interesante”. “Al final –decía– no deja de ser una forma más de conectar disciplinas artísticas como la música y la pintura y de abrirnos a la cultural”. Y, por supuesto, de ampliar el horizonte del negocio ya que la gente se termina animando y lo normal es que “caigan” un par de cervezas.


Más o menos eso es lo que sucedió el otro día. En todas las mesas, junto a los pinceles y la paleta de pinturas, había una cerveza para pasar mejor el trago de verse delante del lienzo sin tener mucha idea de por dónde empezar. Es lo que le sucedió a Sofía Gracia. “Hasta ahora lo mejor que había dibujado era un seis o un cuatro, y la verdad es que me voy a casa contentísima como mi cuadro; me ha gustado mucho la experiencia y repetiré con unas compañeras de trabajo”.


Así es como Marta Albisu apareció el jueves en Vivalavida, “arrastrada” por una amiga. Y no se arrepintió: “El cuadro no me ha quedado como el de la profesora, pero a mí me parece que está genial; me lo he pasado estupendamente y he aprovechado para echarme unas cervezas; qué más se puede pedir”.


De esta forma es como Salir con Arte ha crecido y ganado seguidores, a través del boca/oído y de una página de facebook donde se cuelgan fotografías con las obras de los artistas y se comparten comentarios. “Lo buen de esta iniciativa –explica la profesora– es que la gente no se tiene que preocupar de nada; nosotros llevamos el caballete, el lienzo, la pintura acrílica, los pinceles y los delantales”.


Este material es el que tuvieron que poner en orden los 30 alumnos que se apuntaron a través de la página de facebook después de haber abonado los 30 euros que, más o menos, cuesta participar. Carmen Escario les mostró la obra que tenían que reproducir e inmediatamente se pusieron a ello. “Hay personas que no han cogido nunca un pincel y otras, normalmente las que vienen solas, que saben algo; yo me voy dando una vuelta, resolviendo sus dudas y agobios, pero al final todo el mundo se va a su casa con el cuadro terminado o a falta de pequeños detalles”.


Verónica Teruel conoció la iniciativa en este club, donde suele acudir los fines de semana. Tras la experiencia se fue satisfecha, pero con la sensación de que la última figura le había quedado “un tanto regular”. Kike Anaya fue el único hombre que se apuntó, empujado por una amiga. “Nunca hasta ahora había pintado un cuadro –comentó– y reconozco que no me ha quedado una obra maestra, pero estoy satisfecho”.


La voz de la experiencia entre tanto pintor novel la puso María José Ramón, que ya había pasado por una academia, “aunque a través de esta iniciativa me parece que se aprende a pintar de una manera más rápida y, sobre todo, a improvisar”. Lo dicho, la iniciativa dejó contentos a todos sus protagonistas, que casi tres horas después de haber empezado recogieron sus trastos. En un momento la sala de conciertos recobró su imagen habitual sustituyendo la pintura por la buena música.

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