Luis Mateo Díez: "Ya nadie dice 'o nos educamos o nos extinguimos'"

El autor opina que el problema de la lengua no deriva de las nuevas tecnologías, sino de la educación

Luis Mateo Díez en Zaragoza en una imagen de archivo
Luis Mateo Díez en Zaragoza en una imagen de archivo
José Miguel Marco

El escritor Luis Mateo Díez opina que "la mayor falta de respeto" a la lengua no viene por parte de las nuevas tecnologías, sino por la educación, porque entre los políticos ya no se dice aquello que se decía en tiempos del regeneracionismo de "o nos educamos o nos extinguimos".


Antes de participar en charlas con lectores en la localidad zaragozana de Villanueva de Gállego y en la capital aragonesa, Díez (Villablino, León, 1942) lamenta que parece que los políticos "no se han enterado" de la necesidad de un pacto global sobre el modelo educativo, que sea más permanente.


Asimismo, reconoce que las nuevas tecnologías no están contribuyendo mucho a un mejor uso de la lengua y que "trivializan" la información, pero no es derrotista y considera que "son modas" y "se pasará".


"No quiero ser un agorero", dice también con respecto a la situación política actual, que observa con "desánimo", porque el "radical cambio generacional", "interesante" para él, ha creado nuevas y "contradictorias" expectativas, pero en ocasiones ha supuesto una vuelta al pasado, a "lo viejuno".


En el mundo de la cultura, más concretamente en el de la literatura, el novelista sí que cree que hay un grado fuerte de creatividad con nuevas generaciones de escritores jóvenes "francamente interesantes".


En este momento, ya ha finalizado su última novela, titulada "Vicisitudes", que estará en las librerías a comienzos de 2017 y que afirma que es, tal vez, "lo más ambicioso" que ha escrito.


En ella, el escritor leonés se planteó el reto de llegar lo más lejos posible en el mundo que presenta, en los personajes, en su territorio, en la variedad de sus vidas, en una historia marcada por la emoción, la pasión y la desgracia.


La describe también como una novela "enciclopédica" sobre lo que ha sido su mundo narrativo o, incluso, "testamentaria", bromeando con que es lo propio para un autor a partir de cierta edad.


Su nuevo trabajo saldrá justo cuando se cumplen 30 años de "La fuente de la edad", su obra más alabada, que reconoce que le ha perseguido durante mucho tiempo, lo cual ha vivido "con cierta zozobra".


El también académico de la lengua sostiene que no diría que esta novela es precisamente la que contiene mayor ambición ni complejidad, pero tres décadas después ha superado todo el tirón que generó. "Me he reconciliado con ella", confiesa.


La novela para él es "un instrumento para contar la vida", algo que necesariamente tiene que ser "satisfactorio para ti mismo, que te nutra". "Repetir me detiene. Con cada novela tengo que descubrir algo", insiste.


En este sentido, asegura que no le importan demasiado los géneros, que al fin y al cabo son meros instrumentos, y que su reto es profundizar en la complejidad de lo que es la vida.

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