Andrés Pascual: ​“En todo viaje aprendemos algo que nos cambia la vida”

El escritor logroñés publica 'El viaje de tu vida' (Plaza&Janes), un libro en el que propone diez destinos para "lanzarse a perseguir las cosas que amas"

Andrés Pascual
Andrés Pascual

El escritor y viajero Andrés Pascual (Logroño, 1969) presentó este lunes en Zaragoza 'El viaje de tu vida', un libro distinto a sus anteriores novelas en el que propone diez destinos para lanzarse a perseguir lo que se ama, diez lugares que ayudaron al autor a encontrarse a sí mismo y ayudar a otros a escoger el camino que realmente quieren seguir en sus vidas.


Dejarlo todo por la literatura y los viajes ¿fue un salto de fe o un salto al vacío?

Desde este momento parece un tanto radical pero si examina mi proceso se dará cuenta de que fue algo madurado. Como todos los viajes vitales tuvo su principio, su desarrollo y su final, si bien hace un año y medio dejé mi despacho de abogado para dedicarme ya definitivamente a la literatura porque era un paso que necesitaba para seguir creciendo. Todo empezó muchos años antes cuando en Sudáfrica, el primer destino que aparece en el libro, me enseñaron aquel grito de Nelson Mandela: “Soy el amo de mi destino”. En ese momento me forjé un sueño, que era escribir una novela, y desde entonces he venido persiguiéndolo.


El azar también ha tenido que ver en su destino, como en el caso de Sudáfrica...

El de Sudáfrica no fue un viaje literario. Allí llegamos como cualquier otro viajero que va buscando entretenimiento, nuevas culturas y tradiciones. Lo que pasó es que encontré a unos buenos amigos como Johan y Edith, que aparecen en el libro y que me hicieron despertar: “Si tú no guías el timón de tu vida otros lo guiarán por ti”. Lo que querían expresar era lo mismo que el grito de Mandela. En aquel momento pensé que era algo como de las películas o de las novelas, que no valía para la gente normal como yo, que teníamos que bregar en el día a día de este mundo loco. Fue luego. en el segundo viaje, en el Tíbet, donde aprendí con los lamas un segundo grito de guerra: “No me cuentes lo que vas hacer, hazlo ahora” porque no es que tengas derecho a perseguir un sueño, a forjar aquello que amas, es que tienes la obligación de hacerlo. “Eres tremendamente afortunado de haber nacido en un cuerpo humano -dicen ellos-, así que aprovecha cada instante que te ha sido concedido”.


Y lo aprovechó.

Fue entonces cuando decidí escribir una novela. En mi vida, en aquel momento, se antojaba un sueño imposible porque tenía una vida muy cómoda, económicamente hablando, pero tremendamente incómoda para hacer cualquier cosa que no fuera trabajar porque estaba en el despacho 12 horas diarias de lunes a domingo. Comprendí que se trataba de dar el primer paso y que después vendría otro y luego otro. Un día puse 'Capítulo I' en un cuaderno, al día siguiente escribí media página y cuatro años después tenía un manuscrito.


En sus viajes ha visitado 50 países. ¿Qué destinos repite con más frecuencia?

He vuelto varias veces a Japón. Allí encontré la trama de 'El haiku de las palabras perdidas', mi tercera novela. Volví a presentarla a Tokio en un viaje fascinante y luego regresé con un buen amigo durante una semana. Fue en este tercer viaje cuando decidí dar el salto definitivo, comprendí que había llegado el momento y tenía las herramientas necesarias para acometer el fin del viaje con éxito.


¿Cuáles son las coordenadas de su próximo destino?

El Polo Norte. Me encantan los desiertos: he cruzado la Panamericana en Perú, el desierto de Namibia, el de Siria desde Damasco hasta Iraq... pero me apetece el desierto blanco, sentirme sin referencias en el Ártico. Creo que va a llegar pronto porque desde que Cristina (su mujer) y yo nos fuimos a vivir a Londres no hemos hecho un gran viaje. El día a día de Londres está siendo nuestro viaje pero ya tengo ganas de mancharme las botas de barro.


¿Dónde se encuentra más a gusto, dónde está su hogar?

Estoy muy enraizado en Logroño. Soy riojano de pura cepa y tengo las raíces bien hincadas en la tierra como las vides de nuestra región pero al final nuestro lugar está allí donde amamos. Venimos a este mundo con un depósito de amor en el pecho y se trata de gastarlo antes de irte al otro barrio. Allí donde seas capaz de desplegarlo, donde tengas algo que amar, una persona, un trabajo, una afición o cualquier otra cosa es donde te tienes que sentir como en casa porque realmente estarás en casa, desplegando lo mejor que tienes, que es tu alma y tu corazón en aquello que amas.


'Viajar es regresar'. ¿Está de acuerdo con ese poema de García Márquez?

Y también es aprender a despedirse. Al final, es muy bonito viajar sabiendo que tienes un lugar al que volver porque los seres humanos necesitamos esa sensación de apego a un lugar propio. Para mí, viajar ha sido sobre todo una escuela para aprender a despedirme. Al principio me costaba muchísimo dejar lugares maravillosos, abandonar a las personas fantásticas que había conocido por el camino. Cada vez me cuesta menos, no porque las aprecie menos, sino porque he comprendido que nada es para siempre. Tenemos que aprovechar al máximo cada momento, entregarnos en cuerpo y alma a cada momento en el ahora, que es el único momento cierto, allí donde estemos, en Honolulu, en Brasil o en Etiopía, y entregándonos en cuerpo y alma convertimos ese instante en eterno.


De todas las frases que aparecen en su libro ¿cuál de ellas pondría en primer lugar?

Hay una del Dalai Lama que me encanta: “Solo hay dos días en el año en los que no se puede hacer nada: uno se llama ayer y el otro se llama mañana”. Así que hoy es el día ideal y único posible para vivir, reír, llorar, si es lo que toca, y en definitiva amar.


En su libro habla de dos tipos de viajes, el interior y el geográfico...

En todo viaje por las geografías aprendemos algo que nos cambia la vida. Desde el momento en que salimos de nuestro círculo cotidiano, inconscientemente nos quitamos muchos de los velos que tenemos en los ojos en nuestro día a día y contemplamos el mundo más en puridad. Aunque lo cierto es que no hace falta marcharse al quinto pino para encontrar respuestas; pueden estar a la vuelta de la esquina, en una calle de Utebo o en la calle Laurel de Logroño. En mi caso, sí que me he traído la inspiración y la motivación de lugares lejanos porque fue en ellos donde a su vez la encontré para mis novelas y todo se convirtió en un viaje único: el geográfico, el vital y el literario.


Para quienes quieran realizar el viaje de su vida, ¿qué primer consejo les daría?

Tendría que darles 10 consejos que se corresponden con los 10 capítulos del libro (risas). Animo a todos aquellos que se encuentren en esa situación un tanto perdida de mirarse al espejo y no reconocerse, de sentir que están viviendo la vida de otro, a que se conviertan en mis compañeros de viaje porque es lo que me gustaría que fueran. Lo que he pretendido hacer es compartir esas enseñanzas que a mí me han ayudado a alcanzar este momento de plenitud y lo más importante aún, que me siguen ayudando en el día a día porque la vida es una montaña rusa llena de cimas y valles y estamos siempre necesitados de inspiración, venga de donde venga.

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