DEFENSA

La Armada fuerza a casarse a dos marineros para que puedan cuidar de su bebé

Nunca antes ha habido un número tan alto de mujeres en las Fuerzas Armadas ni el Ministerio de Defensa ha presumido tanto de su sensibilidad hacia las dificultades que acechan al personal femenino por el simple hecho de serlo. La propia ministra, Carme Chacón, presidió esta semana un homenaje a la mujer militar en el que ensalzó sus cualidades y prometió actuaciones para hacer más llevaderos los años de servicio. Guarderías y ludotecas, nuevos uniformes adaptados a sus cuerpos y, en general, un abanico de medidas para facilitar la conciliación laboral y familiar fueron sus ofrecimientos.

Pero en las unidades, la modernidad avanza con ritmo propio, alejada de la voluntad política, y el día a día produce situaciones surrealistas como la que viven desde hace dos años una cabo permanente de la Armada y su esposo, también marinero, que al inicio de este calvario servían en dos fragatas F-100, las joyas de la Marina española.


Los padecimientos de Sofía -nombre supuesto, por temor a sanciones- para compatibilizar su trabajo y su condición de madre comenzaron poco después de dar a luz a un bebé a finales de mayo de 2006. Tras disfrutar de los días de baja que le pertenecían por maternidad, solicitó unir ese descanso el mes que le correspondía por vacaciones y, aunque al final lo logró, no fue "ni de forma continuada, ni por las buenas, puesto que para negociar con el segundo comandante de mi unidad tuve que hacerlo con la ley sobre la mesa, y aún así tuve que oír alguna que otra lindeza y amenaza", denuncia.


Tiempo después, reincorporada a su puesto, Sofía se encontró con un problema de difícil solución. Ella y su pareja -el padre del niño- podían ser movilizados para embarcar al mismo tiempo en los buques F-100 en los que servían, que están constantemente de maniobras desde su botadura. Si eso ocurría, ¿quién iba a hacerse cargo de la criatura?


En previsión del desastre, la joven solicitó una reducción de jornada y la exoneración de guardias y navegaciones, y pidió un destino de tierra. Ningún superior atendió sus peticiones, a las que tenía derecho. "Se me negó desembarcar en primera y en segunda instancia, y el comandante de mi unidad me denegó la exoneración de navegaciones", explicó. La razón aducida desde Madrid por el Almirante Jefe de Personal (ALPER) es que la instrucción que obliga a desembarcar a uno de los progenitores cuando hay un niño menor de tres años establece que los padres deben constituir un "matrimonio".

Boda


Cuando llegó el temido día en que Sofía y su compañero fueron llamados en fechas coincidentes para hacerse a la mar, la madre envió una instancia al Arsenal de Ferrol, al comandante de la 31ª Escuadrilla de Escoltas (Comandes 31), que se apiadó de ella y tuvo a bien ordenar que, por el bien del menor, se establecería una prioridad en las navegaciones, y sería él quien decidiría cuál de los dos progenitores embarcaría en cada ocasión.


Esa situación, que alivió momentáneamente el calvario de la pareja, a la larga afectó de forma negativa al niño. Ante eso, los dos militares se vieron forzados a celebrar una boda tras catorce años de convivir en pareja para que el ALPER estuviera obligado a desembarcar a la mamá.


Cuando al fin fue destinada a tierra, también tuvo problemas con sus superiores, molestos por su pretensión de disfrutar de una reducción de jornada y ser exonerada de las guardias cuando su marido navegue. "Eso hizo que tuviese que oír de nuevo lo mala profesional que soy, a pesar de que mis informes demuestran lo contrario", se queja.


Sus protestas son una gota en el océano. La Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) reclamó esta semana a la ministra de Defensa, Carme Chacón, propuestas "serias" para mejorar la situación de las 15.400 mujeres que sirven en las Fuerzas Armadas, y menos actuaciones "promocionales y propagandísticas".


AUME expresó su "indignación" por "la utilización" de mujeres militares como "telón de fondo" para un acto político por parte de la ministra.