FIN A 52 AÑOS DE TERROR (1959-2011)

El ataque a la casa-cuartel de la avenida de Cataluña: 11 asesinatos

Zaragoza nunca olvidará el 11 de diciembre de 1987, cuando ETA asesinó a 11 personas tras hacer explotar un coche bomba en la puerta de una casa-cuartel de la Guardia Civil.

Atentado contra la casa cuartel de la avenida Cataluña de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987
Atentado contra la casa cuartel de la avenida Cataluña de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987
HERALDO DE ARAGON

El segundo gran atentado diseñado por ETA para sembrar de terror las calles de Zaragoza tuvo mucho que ver con el de la avenida de César Augusto, perpetrado apenas 10 meses antes. Ambos tuvieron lugar a primera hora de la mañana y los dos se llevaron a cabo mediante la colocación de un coche bomba cargado de decenas de kilogramos de explosivos y metralla. La diferencia más acusada fue, desgraciadamente, el número de víctimas de una y otra acción terrorista: en la segunda ocasión no fueron dos las personas que perdieron la vida, sino 11, seis de ellas menores de edad.


“ETA asesina en Zaragoza”, rezaba la primera página de HERALDO DE ARAGÓN del 12 de diciembre, que a la vez daba fe de que se vivían los años de plomo del terrorismo, pues en ella se ven hasta tres sucesos más relacionados con esa lacra: el asesinato de un agente de la Guardia Civil en Guipúzcoa, un policía herido por una carta-bomba en Basauri y una célula de los GRAPO desarticulada en Oviedo.


La edición de ese sábado de diciembre explica que a las 6.10 del día 11 un coche cargado con 250 kilogramos de amonal y metralla silenciaron para siempre 11 vidas y redujeron a escombros la casa-cuartel de la Guardia Civil de la avenida de Cataluña de Zaragoza. La explosión provocó un boquete de más de 10 metros y afectó a tres plantas de la casa-cuartel, donde vivían más de 180 personas, unas 40 familias y otros tantos hijos de guardias civiles.


La crónica de los hechos revela que las tareas de recuperación de heridos y fallecidos duraron “cerca de diez horas” y en ellas participaron “grandes excavadoras, grúas y camiones”. Los testimonios hacen hincapié en el ruinoso estado en el que quedó la casa-cuartel tras la explosión, persistiendo en todo momento el “riesgo evidente de desplome” de parte de la fachada y el tejado. A pesar de haber sido apuntalados, techos y paredes “permanecían en pie de pura casualidad”, relata la crónica de HERALDO.


Esta acción brutal de ETA dejó diezmadas para siempre varias familias. Los guardias civiles Emilio Capilla Tocado, José Ballarín Cazaña y José Pino Arriero murieron en el atentado. Algunos de ellos junto a sus esposas y alguno de sus hijos.


El agente Capilla Tocado murió junto a su esposa, de 35 años de edad, y junto a su hija Rocío, que tenía 12. Además, un hijo de la pareja, de 9 años, resultó herido. ETA también acabó con la vida de la mujer y la hija pequeña del sargento Pino Arriero. Sus otros dos vástagos, de 11 y 13 años, resultaron heridos. El cabo Ballarín Cazaña murió junto a su hija Silvia de 6 años de edad, mientras que su esposa resultó herida.


También perecieron las gemelas Miriam y Esther, hijas del agente Juan José Barrera, que apenas tenían 4 años de edad, y Pedro Ángel Alcaraz Martos, un joven de 17 años. El número de personas heridas ascendió a 36.

La ciudad de luto pero no parada


“La ciudad entera se pone a disposición de los afectados, la ciudad entera se viste de luto, pero no se para porque el terrorismo no puede parar la marcha de una sociedad que aprecia sus libertades, aprecia sus instituciones y aprecia, por encima de todo, a aquellos que la defienden”, decía en un bando municipal fechado el día del ataque el alcalde Antonio González Triviño.


“Me siento conmocionado, no hay calificativos suficientes para hablar sobre estos terroristas que destrozan el fundamento de los Derechos Humanos y mantienen una falta total de respeto al más elemental de ellos: el derecho a la vida”, decía por su parte el Justicia de Aragón Enrique Gastón.


El rey Juan Carlos se desplazó hasta Zaragoza para reunirse con los ministros de Interior y de Defensa, José Barrionuevo y Narcís Serra, y sobre todo para mostrar su repulsa al atentado y mostrar su cariño a Zaragoza. “Hay que mantener la esperanza”, fue el mensaje que quiso dejar el Rey entonces.


Zaragoza clamó contra los terroristas


El domingo 13 de diciembre de 1987, 250.000 personas se manifestaron en la capital aragonesa para condenar el terrorismo bajo el lema: 'Zaragoza por la paz y contra el terrorismo'.


En el lugar donde se estaba la casa-cuartel, que fue demolida por los graves daños que sufría la estructura, se ubica hoy el Parque de la Esperanza, donde cada 11 de diciembre se homenajea y recuerda a las víctimas.