Artur Mas se marcha

Artur Mas renuncia a la presidencia del PDECat para afrontar el complicado calendario judicial que le espera. Se marcha después de provocar con su deriva secesionista un daño extraordinario a su partido y, sobre todo, a Cataluña.

Abandona la primera línea política el que fuera delfín de Pujol y, después, inesperado arquitecto del ‘procés’ independentista. En 2010, al frente de CiU y tras la desastrosa gestión del gobierno tripartito, logró en las urnas 62 diputados, a tan solo seis de la mayoría absoluta. Pero en 2012, tras sufrir la presión de la calle por los ajustes que había aplicado desde la Generalitat, se subió al carro del independentismo. En una preclara manifestación de ineptitud, optó entonces por intentar arrebatar a ERC terreno electoral siendo más nacionalista que ellos. De la noche a la mañana, se transformó en un aventurero decidido a que Cataluña emprendiese caminos inciertos mientras su electorado le abandonaba y su partido se desmoronaba. Prometiendo a los ciudadanos un paraíso imposible, desde el catalanismo conservador les hizo todo el trabajo a los secesionistas de ERC y los antisistema de la CUP.

Seis años más tarde y tras enfrentar a unos catalanes contra otros, ayer renunció al liderazgo del PDECat ante la imposibilidad de reconducir la estrategia personalista de Puigdemont. Deja maltrechas su imagen de ‘expresident’, la de su partido y la de la Comunidad. Hace ya mucho tiempo que debía haberse retirado como una señal de alerta para evitar la deriva soberanista. Ahora lo hace porque la presión es insoportable. Dentro de unos pocos días se conocerán las sentencias de varios casos de presunta corrupción que afectan a Convergencia cuando él era su máximo dirigente.