El PSOE busca la unidad

Tras la victoria de Javier Lambán en las primarias se ha abierto una nueva etapa de búsqueda de acuerdo entre todas las familias socialistas. La necesidad de hacer frente a la crisis catalana está favoreciendo la recuperación de la unidad en el PSOE.

La crisis catalana ha actuado como el lubricante no esperado, pero igualmente oportuno, que ha ayudado a Javier Lambán a ganar las primarias del PSOE aragonés. No cabe duda de que su condición de presidente de Aragón amplificó su rechazo a la ruptura constitucional de la Generalitat, dotándole de un valor añadido como candidato y fijando su perfil institucional, aunque su principal aliada fue la coincidencia en el tiempo de la celebración de las primarias con varios de los días más tensos del desafío independentista. Las primarias se convirtieron en una cuestión de segundo nivel informativo, viéndose orilladas frente al torrente de noticias procedente de Cataluña. No fue este el único factor que permitió su victoria –sería una reducción falaz que ignoraría el trabajo político desplegado por los ‘lambanistas’–, pero no cabe duda de que el socorro fue considerable.

El conflicto independentista catalán ha permitido que todo el PSOE, no solo el aragonés, esté logrando una de las mayores cotas de unidad desde que Pedro Sánchez retomó su condición de secretario general. Tras las dudas iniciales, amparadas por la fuerte dependencia de Sánchez hacia el criterio único del PSC (con dudas internas respecto a la aplicación del artículo 155 y sobre su relación con el PSOE) y de Miquel Iceta, y que encendió la preocupación de los barones, los socialistas han optado por un respaldo al Gobierno que les ha reportado como principal recompensa la gestión en solitario del rédito público que implica la futura reforma de la Constitución. Un regalo de Rajoy al PSOE que ha permitido apartar a Podemos del primer nivel del debate catalán y nacional –los morados hoy se cuestionan sobre el posible desgaste sufrido por flirtear con las tesis independentistas– mientras Sánchez ha asentado su figura como líder político nacional. La gestión de la tensión secesionista catalana arrastra una larga relación de peligros para el PSOE que incluyen, si no se administran con una sensibilidad mucho más amplia que la que concede el PSC, un riesgo real de desenganche con su base electoral.

El bálsamo catalán que ha incorporado el PSOE al tratamiento para su mejoría electoral también se está aplicando en Aragón. Junto a la victoria de Lambán, que ha generado un efecto de enfriamiento en la política autonómica, se ha acomodado un compartido ejercicio de responsabilidad que apuesta por evitar discusiones estériles. Lambán quiere huir de broncas de partido que pongan en riesgo la todavía frágil unidad lograda tras las primarias. Su objetivo a corto plazo pasa por recuperar el entendimiento perdido y alinear la formación de cara a las elecciones autonómicas y municipales de 2019 que, a priori, no se muestran especialmente favorables. Aunque las opciones socialistas están pendientes del futuro de Podemos y de la definitiva resolución de la crisis catalana –sin olvidar que en Aragón la primera etapa de esta recomposición pasa por el congreso regional–, Lambán no está dispuesto a repetir los mismos errores que Ferraz cometió con él tras la derrota de Susana Díaz: no habrá ajuste de cuentas ni depuración. Se buscará la integración de la lista perdedora de Huesca (ganadora en la provincia) en la nueva ejecutiva y se hará lo mismo con el resto de las opciones perdedoras –Vicente Guillén se ocupará de que esto ocurra en Teruel– y con los sanchistas puros de Susana Sumelzo, aunque sí quedará definitivamente apartada Carmen Dueso.

Los detalles de este nuevo mapa de acuerdos se comenzarán a cerrar en los próximos días y, además del reparto de puestos en el entramado orgánico, es casi seguro que también se puedan alcanzar diversos acuerdos en políticas concretas para los territorios. Lambán, que también ha cerrado un discreto pacto con Sumelzo, sabe que Cataluña seguirá aportando parte de la unidad perdida, al menos de puertas a fuera, aunque también asume que ahora le toca practicar la costosa política interna.