"Quieren ponernos la vida patas arriba"

En Salou el ambiente es más tranquilo, al menos en apariencia. El hecho de que sea un pueblo tan turístico, donde los residentes se conocen, retrae muchas opiniones.

Paseo marítimo de Salou el pasado martes. Esta localidad de la Costa Dorada es uno de los enclaves costeros de Cataluña más visitados por aragoneses.
"Quieren ponernos la vida patas arriba"
José Carlos León

La Costa Dorada es la salida al mar preferida por los aragoneses. Localidades como Salou o Cambrils reciben cada año, sobre todo en verano, a miles de zaragozanos, muchos de los cuales tienen su segunda vivienda en esas poblaciones costeras. Según los datos facilitados en julio por los ayuntamientos de esas dos localidades tarraconenses hay 10.489 ciudadanos de Aragón que tienen apartamentos en ellas.

También es frecuente encontrar en estas poblaciones negocios, sobre todo relacionados con la hostelería, regentados por aragoneses.

Fueron precisamente los empresarios y profesionales liberales los que más reticentes se mostraron cuando este periódico quiso saber cómo estaba afectando a sus vidas cotidianas el ‘procés’. Algunos rehusaron hablar, "por prudencia", explicaron. "No ganamos nada con significarnos –argumentó un hostelero–, digamos lo que digamos nos arriesgamos a incomodar a la mitad de nuestra clientela y tememos un boicot". "Estamos alerta –apuntó– con lo que pueda ocurrir después del 1-O. Nos preocupa sobre todo el futuro".

Preparando el ‘plan B’

En otros casos, como el de Eduardo –"Sin apellido, ni fotos, por favor. Por mí no tendría problema, pero no quiero complicarle la vida a mi mujer y a mi hija", dice–, se avienen a hablar con la periodista, pero piden que se preserve su identidad.

"Es increíble –reconoce este industrial–, pero si no estás a favor del referéndum y la independencia tienes que asumir este punto de clandestinidad porque la presión es insufrible". "De revolución de las sonrisas, nada –continúa, refiriéndose a la forma como denominan los líderes de los partidos independentistas al proceso separatista–. Hay una presión de muy mala leche".

Eduardo dirige desde hace años, junto con sus dos hermanos, una pyme del sector del plástico y la cosmética. Oscense de nacimiento fue a vivir de niño a Cataluña y ahora reside en la Costa Dorada. "Hasta que empezó todo este lío político –dice– nunca me había planteado si me sentía más catalán que aragonés o español. No me preocupaba mi identidad. Ahora te diría, sin pasión, que soy un español que reside en Cataluña".

Este pequeño empresario reconoce que él está viviendo con angustia el actual momento que atraviesa esta comunidad: "Te has organizado tu vida aquí y ahora te dicen que todo va a ser diferente; te rompen los esquemas porque quieren poner tu vida patas arriba". Al igual que otros entrevistados, Eduardo señala que "si no apoyas el discurso independentista, de este tema no puedes hablar. Es tabú. Y creo que mucha gente se ha subido al carro para evitar que le pongan la etiqueta o lo marginen".

En su caso, su mayor preocupación es el corto plazo: que tras la jornada de hoy se opte por una declaración unilateral de independencia. "Nuestro mercado es español –aclara– y ya muchos clientes nos llaman y nos preguntan, haciendo bromas, si tendrán que pagarnos en otra moneda o habrá aranceles. Y tú tragas saliva y le quitas importancia al asunto. Pero la verdad es que no sabemos qué va a pasar a partir de mañana. Y nos preocupa la amenaza de un boicot, claro que sí. Somos una pequeña empresa y no estoy seguro de que pudiéramos soportar la presión social que hay en Cataluña, de un lado, y la tensión a la que nos pueden someter del otro".

Confiesa que ellos tienen ya pensada una alternativa para llevar su pyme a otra comunidad. "El plan está hecho, hemos pensado dónde irnos y cómo hacerlo. Pero el drama es bestial. Aquí hay 35 familias que dependen directamente de la empresa y otras tantas que, indirectamente, nos dan servicio. Y para nosotros mismos. A mis 54 años no quiero cambiar; no quiero verme en la obligación de tener que empezar en otro sitio".

Aun así, trata de mantener la confianza pensando que esta situación pasará. "Creo que esto debe acabar con la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas", plantea. "Quiero convencerme –concluye– de que solo se trata de un sarampión fuerte que hay que pasar".

El poder de unas cañas a tiempo

No todos los empresarios se sientan tan tensionados. En pleno centro de Salou, Daniel Sánchez, del mesón Pa i Oli explica su método para calmar los ánimos de sus clientes cuando se les altera la vena política. "Al ser un pueblo pequeño –explica– nos conocemos todos y sabemos de qué pie cojeamos cada uno". Sánchez, un zaragozano que vive en la localidad tarraconense desde que tenía seis meses, regenta junto con su familia una taberna que es uno de los centros de reunión de aragoneses en Solou. "En las partidas de guiñote que se montan en el local, los jugadores tienen opiniones políticas diferentes sobre lo que está pasando. Se discute mucho y si se caldea demasiado la conversación, cambiamos de tema, sacamos unas cervezas y las aguas vuelven a su cauce. No llega la sangre al río", dice. Y con los amigos, la política no es un tema de conversación habitual, asegura.

Indignación, más que inquietud

Una afirmación que comparte Antonio, cliente asiduo del mesón. Este zaragozano vive y trabaja como cartero en Salou desde hace veinte años. Asegura que nota más preocupación por lo que está ocurriendo en Cataluña fuera que dentro de esta comunidad. "El otro día, con todo lo que estaba saliendo en la televisión –explica–, nos llamó un familiar para felicitar a mis hijas por su cumpleaños y lo primero que me preguntó fue ¿qué tal estáis por ahí? Se piensan que vamos a puñetazo limpio". Y asegura que en la localidad tarraconense, al ser tan turística, no ha habido enfrentamientos ni movilización en las calles. "El día a día sigue siendo bastante tranquilo y la convivencia es buena", afirma.

Aun así, confiesa que más que preocupado está "indignado" por la postura que están manteniendo partidos como la CUP o ERC, "que se han empecinado en hacer lo que no pueden, lo que no les permite la ley". Antonio no se plantea dejar Salou, pase lo que pase. "Soy un aragonés casado con una catalana y con cuatro hijas nacidas aquí. Calcula. Ni se me pasa por la cabeza esa posibilidad. La situación no es para tanto", concluye.

‘Juego de Tronos’: 1. ‘Procés’: 0

Tampoco Ángela –"No pongas apellido que me da mucha vergüenza salir en el periódico", pide– ha pensado en dejar Salou (donde trabaja), ni Cambrils (donde reside). Esta zaragozana lleva veinte años viviendo en la Costa Dorada y ahora trabaja en un pequeño puesto de arreglo de ropa en el Mercado Municipal de Salou. Ella asegura que no tiene problemas de entendimiento político con su círculo de amistades. "Quizá es que seamos muy pasotas o felicianas, pero preferimos hablar de ‘Juego de Tronos’ que de política". "El ‘procés’ no nos angustia, es que no tocamos este tema. Nunca hemos hablado de política y no vamos a empezar ahora", afirma.

"Es más divertido conversar sobre series de televisión que de Puigdemont", opina. Ángela asegura que tiene mucho que agradecer a Cataluña, que ella nunca ha tenido problemas con el idioma y que sigue sintiéndose aragonesa cien por cien. "Me entero más de las tensiones y los líos por mi hermana, que vive en Zaragoza y que continuamente me envía wasaps (algunos divertidos, otros muy burros), que por lo que veo en mi día a día en Cambrils y Salou", apunta.

Resignados a llevar pasaporte

La postura de Ángela es bastante común también entre los aragoneses con los que este periódico contactó en Salou. Pilar, por ejemplo, es una pensionista oscense con apartamento en la Costa Dorada, que se toma con bastante tranquilidad y distancia la situación política de Cataluña.

La familia de Pilar lleva años veraneando en esta localidad tarraconense y confiesa (mientras saca a su perro por el paseo marítimo de Salou) que están "la mar de contentos". "En verano vienen mis hijos y mis nietos. Y a partir de ahora, nos quedamos aquí mi marido y yo hasta Navidad. Para nosotros, el tema político no cuenta para nada", afirma. "¿En el futuro? Pues igual tenemos que hacernos algún pasaporte para venir, ¿o qué? –pregunta, con un acento maño que muestra bien a las claras de qué comunidad proviene–. ¿Qué le vamos a hacer? Si nos ponen aquí una frontera...", continúa con ironía. Esta jubilada oscense reconoce que no tiene ni idea de lo que puede pasar a medio plazo. "Si se hacen independientes –razona– no sabemos a qué nos puede obligar a los que tenemos aquí piso, si tendremos que venderlo deprisa y corriendo". Asegura que ellos, que lo compraron hace años, no se plantean, de momento, dejar su casa, pero afirma que tienen amigos que "como la cosa estaba tan revuelta" han vendido apartamentos en los últimos años para comprar en localidades que generan menos incertidumbre (como Vinaroz o Alicante).

¿La conclusión? "Yo creo que no va a pasar nada –dice tranquila–. Unos y otros acabarán dialogando. Los catalanes nos sacarán las perras que quieran y en paz. Rajoy se las pagará y listo. Esta es la conclusión que sacamos en casa de lo que está pasando", remata, con un pragmatismo que desarma.

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