Cuatro estudiantes aragoneses, de nómadas por Canarias

Inmersos en el proyecto denominado Ruta 7, Sergio Marta, Rocío y Sara recorrieron los siete islas en 35 días.

Imagen de la expedición Ruta 7.
Imagen de la expedición Ruta 7.

Marcos Serrano, Marta Estrada, Rocío Agudo y Sara Rodríguez, aragoneses de entre 20 y 23 años, aún no han asimilado todas y cada una de las experiencias que vivieron en agosto, cuando, inmersos en el proyecto denominado Ruta 7, recorrieron las Islas Canarias al estilo nómada. La oportunidad les llegó tras superar distintos ‘castings’ y ser escogidos entre alrededor de 1.500 universitarios de todo el mundo.

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se encargó de efectuar una selección que concluyó en mayo, tres meses antes de que emprendieran una aventura orientada a los problemas globales, el desarrollo de competencias y la solidaridad. En esos puntos incidía el programa de 35 jornadas. Y sobre esos aspectos giraba el aprendizaje de los jóvenes.

Ruta 7 promueve la ciudadanía global, el emprendimiento social, la creatividad, la motivación, la cooperación y el cambio. Por ello fueron escogidos estos cuatro jóvenes nacidos en Zaragoza. También por haber mostrado perfiles distintos, puesto que la iniciativa, financiada por empresas canarias, busca la convivencia de personas -45 en total- con variedad de conocimientos y habilidades.

“Una de las claves estaba en absorber las cualidades del de al lado. Después, las poníamos en práctica en la supervivencia del día a día”, explica Marcos Serrano, quien, como el resto de compañeros, conoció en profundidad las siete islas canarias. “Estuvimos cinco días en cada una y allí completamos diferentes actividades vinculadas a la solidaridad, la justicia social o la sostenibilidad”, añade este joven zaragozano, ensalzando que todos empleaban el talento en “buscar soluciones a los problemas”.

Y es que entre los objetivos de la iniciativa también figuraba “propiciar cambios de actitud y pensamiento en los universitarios, incentivar la capacidad de esfuerzo o promover el espíritu emprendedor”. “Hemos aprendido a vivir con lo mínimo, al tiempo que desarrollábamos labores sociales, medioambientales o culturales”, indica Marta Estrada, quien quedó “encantada” con los paisajes de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro.

Para esta zaragozana de 23 años, lo más fascinante ha sido haber conocido a tanta gente y haber podido colaborar con causas medioambientales -fomentar el uso de bolsas de tela y no de plástico- o sociales -ayudar a minusválidos a cosas tan simples, aparentemente, como ir a la playa-. “Recomiendo esta aventura a todos los jóvenes porque no es necesario estar muy bien físicamente y aprendes muchas cosas”, concluye Estrada.

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