Las CC.AA tutelan en residencias a más de 2.500 menores que cumplen 18 años en 2017

Expertos apuestan por pisos de emancipación hasta los 21 años y, más allá de esa edad, mayores recursos para los jóvenes extutelados

Al menos 2.515 menores tutelados en residencias en España --a falta de los datos de Menorca, Álava y Vizcaya-- han cumplido o cumplirán los 18 años a lo largo de 2017 y tendrán que dejar su plaza libre. Aunque gracias a la Ley de Infancia aprobada en 2015 estos jóvenes en situación de vulnerabilidad seguirán contando con recursos de las administraciones hasta los 21 años y, en el caso de Galicia, hasta los 25 años, la mayoría de edad supone que pasen, de un día para otro, a la vida adulta, once años antes que la media de los jóvenes españoles, según datos de Eurostat.

Los profesionales coinciden en señalar que, si la mayoría de los jóvenes de 18 años no están preparados para la vida adulta, en el caso de los menores tutelados la falta de habilidades tanto sociales como educativos es, en la gran mayoría de los casos, patente. "Son jóvenes que se encuentran en situación de abandono, que han vivido situaciones extremas y donde se han agotado todas las posibilidades con las familias. Por ello, requieren de una acogida y un trabajo personal para poderse independizar", explica Aurora Corona, directora del programa de centros de acogida de la Fundación ADSIS.

Además, este cambio, para los menores que viven en hogares de acogida, sucede de un día para otro. Una de las opciones ofrecidas por los servicios sociales para amortiguar este cambio son los pisos de emancipación. "Cuando llegan al piso, además de felicitarles por su cumpleaños, lo primero que les digo es 'bienvenidos a la vida adulta'--, afirma la responsable de los Pisos de Emancipación de Nuevo Futuro, Maribel Miñaca--. El cambio que viven es muy fuerte: ayer eran tratados como menores pero hoy son adultos".

Esta vulnerabilidad a la que se enfrentan estos jóvenes fue trasladada por las asociaciones e instituciones que trabajaron conjuntamente para sacar adelante la Ley de Infancia de 2015. Por ello, uno de los cambios que se introdujeron fue la ampliación de los recursos hasta los 21 años. Galicia es la única comunidad que amplía estas ayudas hasta los 25 años a través del programa Mentor que lleva en marcha desde 1998. "Hasta 2015 los pisos de emancipación existían de forma altruista por parte de las ONG que nos dedicábamos a temas de infancia porque lo veíamos como una clara necesidad", explica María Ruiz, educadora de las viviendas de emancipación de YMCA, cuya organización atiende al año a 20 jóvenes en sus pisos de Zaragoza y Madrid.

Por ello, la directora de la Asociación Nuevo Futuro, Miriam Poole no duda en afirmar que el verdadero impacto de la Ley de Infancia no ha sido en las asociaciones, sino en la Administración. "Gracias a esta ley las administraciones han sido conscientes, algunas ya lo eran, del gravísimo problema en la que se encontraban estos jóvenes. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se ha firmado un convenio por la que la administración sufraga la mitad de los gastos de estos pisos de emancipación. Es un paso adelante, pero hay seguir avanzando", concluye. Nuevo Futuro cuenta con cuatro pisos, dos en Madrid, uno en Santander y otro en Alicante, donde en 2016 atendieron a 18 jóvenes.

Esta idea es compartida por Corona quién recuerda cómo, cuando la Fundación ADSIS puso en marcha los primeros pisos en Castilla y León, los menores lo recibieron "como un respiro de año y medio" ante el "vértigo" que sentían al cumplir los 18 años. Actualmente, atienden al año a 51 jóvenes en Valladolid y Bilbao.

Aunque cada institución lleva a cabo una metodología propia, el objetivo de los pisos de emancipación es el mismo: lograr que el joven adquiera las habilidades necesarias para poder enfrentarse a la vida adulta. Por ello, en todos los pisos los jóvenes deben tener un proyecto vital, es decir, se comprometen a estudiar o a buscar un trabajo. Además, se les enseña a llevar una casa, desde la limpieza y la cocina, hasta comprender las facturas, cambiar la tarjeta sanitaria por cambio de domicilio, así como gestionar un plan de ahorro. Dependiendo de la institución, pueden estar en los pisos entre un año o dos siempre teniendo en cuenta el perfil de cada joven.

Además, todo ello lo hacen acompañados por los educadores sociales quienes buscan que el joven sea cada vez más autónomo e independiente. "Es un cambio muy fuerte para ellos --explica Ruiz--, ya que pasan de estar acompañados en los hogares y centros de menores por educadores durante las 24 horas, con una rutina muy estructurada y llegan a un piso de emancipación, donde son ellos los que tienen que elegir qué proyecto quieren realizar y donde la presencia física del educador no se contempla ya que no queremos que sea una continuación de los hogares". "A veces, hay que permitir que cometan errores para que aprendan y hagan su propio proceso", añade Corona.

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