Alberto Asarta: "El silencio del PP y el PSOE sobre Iraq sigue dañando la imagen de los soldados españoles"

El general de división retirado era el coronel jefe de la Base Al Andalus de la ciudad iraquí de Nayaf cuando el 4 de abril de 2004 se produjo el ataque más violento que han sufrido los soldados españoles desde que a finales de los años ochenta del pasado siglo comenzasen a participar en misiones internacionales.

El general de división retirado Alberto Asarta, hace unos días en Zaragoza.
El general de división retirado Alberto Asarta, hace unos días en Zaragoza.
Gervasio Sánchez

¿Cuál fue el principal cometido de la Brigada Multinacional Plus Ultra II (BMPU II) en Iraq?

De acuerdo con la Resolución 1483 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (22 de mayo de 2003), las tropas españolas y centroamericanas en Iraq tenían como misión el apoyo a la reconstrucción del país y proporcionar seguridad para facilitar una transición política en un ambiente estable. Gracias a nuestra labor, la población local mejoró notablemente sus condiciones de vida y se consiguió implicar a los iraquíes en su propia seguridad.

Este ambiente de relativa calma permitió la rehabilitación de 101 centros de enseñanza, 20 centros sanitarios, 20 subestaciones eléctricas, 20 edificios municipales, 7 plantas potabilizadoras, 8 mataderos y 5 bibliotecas, y también asegurar el suministro de combustibles.

Además, se destruyeron más de 60.000 artefactos explosivos que representaban un grave peligro para la población y se realizaron 13 acciones antiterroristas no exentas de riesgo, como pudo comprobarse con la pérdida en una de ellas del comandante de la Guardia Civil Gonzalo Pérez García. Otra de las misiones importantes encomendada a la BMPU II fue la formación del futuro ejército de Iraq en dos centros, uno en Diwaniya, a cargo del batallón español, y otro en Nayaf, bajo responsabilidad del batallón salvadoreño Cuscatlán.

¿Había rencillas entre los diferentes destacamentos?

Las relaciones entre todas las unidades de la BMPU II fueron de buena colaboración durante toda la misión. Hasta los ataques del 4 de abril de 2004, las relaciones con la docena de miembros de la compañía de seguridad Blackwater, encargada de la seguridad del representante del Gobierno Provisional de la Coalición (CPA) para la provincia de Nayaf y su equipo de personal civil, fueron correctas y cordiales.

A partir de ese día se produjo un grave deterioro. En los días posteriores intenté integrarlos en la disciplina militar y la defensa de la base, pero se convirtió en misión imposible porque actuaban a su aire y desobedeciendo mis órdenes continuamente. Tuvimos desencuentros en varias ocasiones.

¿Fue informado del apresamiento de Mustafa al Yacubi, lugarteniente del líder chiita Muqtada al Sader, considerado la principal causa que provocó la batalla de Nayaf?

El apresamiento se realizó en una zona de responsabilidad de la BMPU II sin conocimiento de Fulgencio Coll, general de nuestra brigada, ni tampoco de Mieczyslaw Bieniek, general en jefe de la división multinacional en la que estábamos encuadrados.

Ninguno de nosotros estaba al corriente de los planes de esta operación, ni de su ejecución. Hay que señalar que los equipos de operaciones especiales que actuaban en todo Iraq tenían un carácter estratégico y recibían órdenes directas del Mando Aliado Conjunto en Bagdad.

Esta falta de información se puede considerar como una deslealtad del Mando Aliado hacia nuestro general y, por lo tanto, hacia las fuerzas de los diversos contingentes bajo su mando.

De haber tenido conocimiento previo de la operación se habrían establecido los planes necesarios para evitar o minimizar la revuelta, adoptando medidas que, con toda seguridad, hubiesen reducido considerablemente el número de muertos y heridos propios y de civiles iraquíes. Nunca antes ni después se ha producido una actuación tan desleal en ninguna otra misión en la que han actuado soldados españoles.

¿Qué órdenes dio a los soldados de las diferentes unidades cuando empezó el ataque?

Ordené a todos los efectivos españoles destacados en la Base Al Andalus acudir a los puestos asignados según el plan de defensa revisado y aprobado unas semanas antes y que había sido ensayado con anterioridad.

Dicho plan contemplaba, entre otras amenazas, la posibilidad de un ataque a la base, y habíamos establecido la defensa en coordinación con la sección salvadoreña que permanentemente nos daba protección.

Al jefe de la Sección de Reserva española le ordené que ocupara posiciones con sus seis vehículos blindados y artillados frente a la entrada principal de la base. Mis consignas, de acuerdo con nuestras reglas de enfrentamiento y el Derecho Internacional de los Conflictos Armados, fueron muy claras: "Disparar solo contra orígenes de fuego que sean claros y contra personal armado que constituya una amenaza para nuestras fuerzas".

¿Cómo se comportaron los soldados españoles, salvadoreños, hondureños y americanos?

Los soldados a mis órdenes tuvieron un comportamiento ejemplar, actuando en todo momento con profesionalidad, serenidad, disciplina y sentido común en el uso de la munición. A los soldados bien entrenados (y los españoles lo son) no es necesario recordarles que la disciplina de tiro exige no malgastar munición.

Los miembros de Blackwater y unos pocos soldados estadounidenses que se encontraban con ellos en el edificio de la CPA reaccionaron con rapidez y eficacia en los primeros momentos, por lo que fueron de gran utilidad. Sin embargo, sus actuaciones fueron casi siempre desproporcionadas.

La falta de disciplina de tiro provocó que se quedasen sin munición. Tuvimos que suministrarles 4.000 cartuchos de 5,56 mm que formaban parte de nuestras reservas. También aprovecharon que la Sección de Reserva española había abandonado la base para sustraer más munición de 5,56 mm y cuatro lanzagranadas C-90, tres de los cuales fueron encontrados en el edificio de la CPA. El cuarto nunca apareció.

¿Los atacantes consiguieron en algún momento entrar en la base militar?

Ni uno solo consiguió poner un pie dentro de la Base Al Andalus gracias a la eficacia de la defensa perimétrica y, sobre todo, a la potencia de fuego de las ametralladoras y cañones de nuestros blindados, que ejercieron un gran poder de disuasión.

¿En algún momento ordenó a sus soldados abstenerse de disparar contra los atacantes? ¿Se ha dicho que algunas ametralladoras de los blindados no funcionaron?

Nunca. ¿Por qué iba a hacerlo? Eran atacantes y había que defenderse con todas nuestras armas. Las ametralladoras pesadas de 12,70 mm, que van montadas sobre los blindados, pueden ser operadas desde el interior del vehículo con el tirador a cubierto y protegido y también desde el exterior con el tirador a descubierto; en el primer caso se producían interrupciones frecuentes mientras que en el segundo no había ningún problema; esta circunstancia se solucionó utilizándolas en todo momento con el tirador por fuera y desprotegido, asumiendo mayores riesgos.

¿Hubo peligro de quedarse sin munición o sensación de que estaba escaseando?

En ningún momento, y como ya he dicho, prestamos munición a los Blackwater. Con los primeros refuerzos que llegaron de Diwaniya (Base España, cuartel general de la Brigada) recibimos munición para ir reponiendo lo consumido y, al día siguiente por la tarde, un helicóptero español nos trajo más munición y suministros.

¿Recibió ayuda de la coalición durante el ataque?

Una hora después de comenzar los ataques aparecieron en el aire dos cazas F-16. Por dos veces anulé la intención de bombardear el hospital. Desde el comienzo de los ataques solicité al general Fulgencio Coll apoyo de helicópteros con el fin de batir objetivos puntuales y con mayor precisión, tratando de evitar al máximo los daños colaterales.

Helicópteros Apache protegieron el avance de nuestros blindados a la antigua cárcel para rescatar a unos 30 soldados salvadoreños, 14 hondureños y 38 reclutas iraquíes, además de a los dos fallecidos y algunos heridos.

A las cuatro horas del inicio de la batalla llegó a la base una sección de refuerzo de nuestra brigada enviada desde Diwaniya. Sobre esta hora, aproximadamente, recibí un equipo estadounidense Anglico de marines, especialistas en comunicaciones, para solicitar cualquier tipo de apoyo aéreo.

A este respecto quiero significar el comportamiento profesional, disciplinado, eficaz y ejemplar de estos soldados al mando de su capitán Matthew Brannen. Este equipo me fue muy útil y permanecieron en contacto permanente conmigo durante varios días en la azotea de uno de los edificios de la base.

Una vez regresamos a España, dicho capitán y el sargento Suárez fueron recompensados por nuestro Gobierno con la Cruz del Mérito Militar con Distintivo Blanco.

¿Se le dio alguna orden que usted se negó a cumplir?

No recibí ninguna orden que me obligara a no cumplirla; me correspondía la autoridad militar y, por lo tanto, solo recibía órdenes de mi general Coll. Convencí al mando aliado de que era un error bombardear el hospital, tal como había solicitado el responsable de la CPA. Entendieron las razones.

¿Cuál fue la valoración del mando de la coalición sobre la actuación en la base durante el ataque?

El teniente general estadounidense Ricardo Sánchez, jefe supremo de todas las tropas en Iraq, voló a nuestra base de Nayaf la tarde de los ataques y yo mismo le expliqué las órdenes y las decisiones que tomé durante toda la jornada y las razones por las que desestimé el bombardeo del hospital aledaño a nuestro acuartelamiento.

Su valoración fue muy positiva y así se la transmitió al general Coll, que también estaba en la reunión. Sin embargo, informes falsos, enviados desde la oficina de la CPA, por correo electrónico y atentando contra la seguridad de las comunicaciones militares han circulado sin control por las redes haciendo mucho daño a las tropas españolas, hasta tal punto de que el señor Paul Bremer en su libro ‘My year in Irak’, en el que intenta justificar su incompetencia y fracaso en la gestión de la CPA, los copia casi textualmente sin corregir nada.

Se ha dicho en algunas publicaciones que los soldados españoles no quisieron combatir y que hubo graves insultos contra ellos por parte de soldados de otras nacionalidades. ¿Eso es cierto?

Es completamente falso y quedó aclarado en el transcurso de la reunión con el teniente general Sánchez. El problema es que desde el Mando de la Coalición en Bagdad no se molestaron en desmentir los primeros informes falsos del personal civil de la CPA de Nayaf.

La falta de un desmentido oficial ha hecho que personas con poco criterio -opinión tiene todo el mundo, criterio en temas de seguridad y defensa, muy pocos- y escudadas en el anonimato especulen y cuenten una historia distorsionada para buscar notoriedad. En cuanto a los insultos, puedo asegurar que nunca los escuché en mi presencia.

Incluso se ha dicho que las reglas de enfrentamiento del Ejército español impidieron a los soldados combatir con la contundencia necesaria. ¿Es cierto?

Nuestras reglas de enfrentamiento, así como la organización y el equipamiento de nuestras unidades, eran acordes con las misiones para las que fuimos desplegados, entre las cuales no se contemplaban las acciones ofensivas.

Ello no significa que no se actuase con la contundencia necesaria cuando, en legítima defensa, tuvimos que hacerlo, pero siempre con proporcionalidad, aplicando la mínima fuerza necesaria, respetando las reglas de enfrentamiento y tratando de proteger la vida de los civiles no implicados directamente en los combates.

¿Cree que el Gobierno español actuó correctamente al ordenar una retirada inmediata o quizá se tenía que haber hecho de una forma más escalonada y pactada con el Mando de la Coalición para sustituir con tiempo suficiente a los soldados españoles que se marchaban?

El repliegue de nuestro personal y material se realizó con éxito de forma escalonada y en condiciones muy difíciles debido a la situación general de conflicto en la zona. No obstante, los batallones hispanoamericanos se quedaron sin apoyos fundamentales (sobre todo en transmisiones y comunicaciones con los iraquíes) que les proporcionaba la BMPU II.

Muchos de los intérpretes iraquíes contratados por nosotros se quedaron sin trabajo. Algunos de estos intérpretes pudieron ser acusados de colaboracionistas por los insurgentes.

Desde mi punto de vista, sin entrar en las decisiones del Gobierno de España, la retirada de las tropas españolas de Iraq debió hacerse con más tiempo y pactada con el Mando de la Coalición a fin de dejar cubiertas todas las necesidades de las unidades centroamericanas que trabajaba con nosotros y que se quedaron en Iraq.

¿Por qué todos los gobiernos españoles se han desentendido de lo que pasó?

Esta pregunta debería de formularla a dichos gobiernos. Lo que está claro es que Iraq ha sido un tema tabú tanto para el Ejecutivo del expresidente José María Aznar, que tomó la decisión de enviarnos, como para el del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que ordenó el repliegue.

Esa falta de información oficial y creíble a los ciudadanos ha traído consigo que se escriban falsedades y mentiras, unas veces por ignorancia y otras con maldad, sobre el comportamiento ejemplar de nuestros soldados.

Una vez más, nuestro Ejército demostró a la sociedad que es una herramienta al servicio de los españoles, actuando con la misma disciplina para trasladarse a una zona en conflicto y con un determinado cometido asignado como para replegarse cuando se lo ordenaron.

¿Cree que el Ministerio de Defensa encabezado por el ministro José Bono presionó a los medios para que evitaran hablar de aquella retirada?

No le puedo responder a esta pregunta pues desconozco si hubo o no consignas al respecto. Lo que es evidente es que el silencio oficial le ha hecho daño a la imagen de nuestros soldados tanto fuera como dentro de nuestro país.

Por lo que a mí respecta, he procurado siempre ser un ejemplo de soldado disciplinado, y es por ello que no he querido hablar nunca de este asunto de Iraq sin la autorización debida, y cuando lo he hecho (en muy pocas ocasiones) ha sido midiendo mis palabras para no crear conflictos que, usados partidariamente, pudiesen dañar la imagen impecable de nuestras Fuerzas Armadas.

¿Siente que en esos días tan duros el Ministerio de Defensa no estuvo a la altura de las circunstancias tanto con el Gobierno de Aznar como con el de Zapatero?

Como persona tengo mi opinión al respecto, pero por el cargo que ejercí en Iraq y por mi condición de exmilitar (ya estoy retirado) me va a permitir que no haga valoraciones políticas al respecto.

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