El silencio de Rajoy ante una derrota parlamentaria sin precedentes

El PP está convencido de que la derrota tendrá coste económico para los ciudadanos, que tendrán que pagar la multa europea.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Congreso de los Diputados.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, este jueves en el Congreso de los Diputados.
Efe

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha guardado absoluto silencio tras el rechazo del Congreso a la convalidación del decreto ley sobre la reforma de la estiba, una derrota parlamentaria sin precedentes desde el año 1979 que ha puesto en evidencia sus dificultades para gobernar en minoría.

"Rajoy ha pasado de la mayoría absoluta a la debilidad absoluta", ha subrayado gráficamente el portavoz parlamentario del PDeCAT, Francesc Homs, en una rueda de prensa convocada tras el pleno en el que el PP ha visto rechazado por vez primera una norma del Ejecutivo de la máxima importancia, ya que debe dar cumplimiento al mandato de una sentencia europea para acabar con el monopolio de la estiba.

Y es que en toda la democracia sólo ha habido dos ocasiones en que no se ha convalidado un decreto del Gobierno, en 1979, cuando la Diputación Permanente no dio el visto bueno a una norma que prorrogaba la actuación de la Junta Central de Acuartelamiento, y en 2006, aunque por un error en la votación, cuando se desestimó una norma sobre impuestos que tras presentarse de nuevo sí fue convalidada.

Los periodistas han intentado recabar la opinión del jefe del Ejecutivo sobre este gran contratiempo político a su llegada al Palacio de las Cortes.

No han logrado sacarle ni una sola palabra mientras se dirigía al hemiciclo, como tampoco a su salida del pleno, ni en su tercer intento, cuando ha abandonado el Congreso en su coche oficial.

Ha tenido que ser el ministro Íñigo de la Serna quien se ocupará de afrontar las preguntas de los informadores tras una intensa mañana parlamentaria que arrancó a las nueve, con él junto a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, como únicos representantes del Ejecutivo en el banco azul, al que posteriormente se sumaron más compañeros de Gabinete, cerca ya de la hora de la votación.

Minutos antes de que tomara la palabra el ministro, Ciudadanos pasaba del sí a la abstención, dicen que después de comprobar que el Gobierno no había afrontado con la suficiente seriedad las negociaciones con los trabajadores de la estiba.

Afirman en el PP que ayer el partido de Rivera les aseguró su voto a favor hasta tres veces y que no ha sido hasta las nueve menos cinco de la mañana cuando les han comunicado su abstención, algo que ha contrariado enormemente a las filas populares.

En el PP interpretan este movimiento como una 'espantada' de Ciudadanos, que esta vez no ha querido apuntarse a la derrota, sino sumarse al caballo ganador.

Los de Rivera mantienen que no están "todas las naves quemadas" y que el acuerdo es posible si se sabe negociar bien con el sector a partir de la propuesta que in extremis lanzó anoche el Gobierno para tratar de evitar la derrota, y que ven "sensata".

El PSOE no se ha movido, dijo que votaría no a una reforma que no tuviera el visto bueno de patronal y sindicatos y así lo ha hecho.

Le acusan fuentes del PP de actuar así "al dictado de la Junta de Andalucía", es decir, de Susana Díaz.

Sin novedades tampoco en el no de Unidos Podemos, que interpreta esta votación como una victoria de los trabajadores fruto de la 'sordera' del Gobierno ante las necesidades de un sector estratégico.

Aunque Rajoy no haya hablado, el ministro ha procurado dentro y fuera del hemiciclo defender la gestión del Ejecutivo en un asunto que lleva años enquistado.

Ha contado con la ayuda del diputado del PP Miguel Barrachina, cuyos impenitentes ataques a Podemos han derivado en un agrio enfrentamiento con los parlamentarios de este grupo.

No esta vez con Pablo Iglesias, que no ha elegido el tema de los estibadores para intervenir en el pleno porque ha preferido hablar sobre una iniciativa contra el maltrato animal, que ha salido adelante. Según él, esa ha sido la otra victoria lograda hoy en el Congreso.

Sea como fuere, el PP está convencido de que, pese a lo simbólico de la derrota, no tendrá coste político para el Gobierno, sino económico para los ciudadanos que deberán pagar la multa europea de sus bolsillos, y para los grupos de la oposición que le han dejado solo.

O casi, porque el PNV, que esta semana lograba el apoyo de los populares para los presupuestos vascos ha votado con el Ejecutivo en el Congreso.

Ya lo dijo ayer Rajoy, que había que cumplir con el mandato europeo, pero que si no, "qué le vamos a hacer".

Pase lo que pase, la jornada de este jueves en la Cámara Baja nos deja esa imagen del ministro De la Serna en la tribuna frente a una bancada azul casi vacía (sólo estaba Báñez) para ilustrar una derrota histórica. 

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