La huida

La urgencia que les ha entrado a los políticos de la antigua Convergencia para acelerar la pretendida secesión de Cataluña tiene mucho de huida hacia adelante. Una estrategia para intentar eludir la acción de la Justicia en los casos de corrupción y desobediencia.

Quieren ser Wallace en el cartel de ‘Braveheart’, pero les falta pintura en la cara y les sobra herencia en Suiza. La foto contra el Supremo, o frente al Supremo, que viene a ser lo mismo, nunca queda como en un campo escocés. Estamos ante la huida de los perseguidos por causa judicial. Dicen las bienaventuranzas que de gente en parecidas circunstancias legales, que no éticas, será el reino de los cielos. Muchos de los políticos catalanes que se sienten hoy perseguidos por causa de la justicia han sido el reino en sí mismos, los que hacían que a su paso la gente levantara el culo de la butaca caviar fila 1 de algún Palau. Gente que tocó el cielo y que quiere seguir tocándolo, así haya que partir el cielo en dos o en tres o en los trozos que haga falta. Caiga quien caiga, que significa caiga España, caiga Cataluña o caigan ambas.

Cuando se echa a correr y se emprende la huida desde la posición de sentado en un banquillo, la huida, por fuerza, ha de ser de las catalogadas como ‘huida hacia adelante’. La huida hacia adelante como proyecto de futuro, porque el pasado es fracaso y el presente, frustración. Un futuro que, elevado a categoría política, pasa por deshacer el sistema con tal de seguir siendo un privilegiado de otro sistema, el que sea. En esto, todos los corruptos convergen. Francesc Homs, como Carme Forcadell no son sino parte integrante de la plantilla de sirvientes de Artur Mas, que a su vez no es sino depositario del servicio de conserjería de la familia Pujol. En sí mismos los Pujol no son Cataluña, pero sí son una metáfora de cómo han funcionado algunas cosas en Cataluña desde que Josep Pla nos advirtiera de que Cataluña es una tierra de nobles y señores feudales, en la que los obispos se encargan por estas fechas de los buñuelos. El feudalismo ha ido mutando, pero sin desaparecer, a juzgar por la cantidad de fondos de inversión internacionales que querían a un Pujol al frente de sus designios en España. La huida hacia adelante como una causa más del separatismo catalán y única causa de las prisas del separatismo catalán.

Nicolás Maduro no dejará su satrapía en Venezuela porque la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, lo tiene en más de un dosier; cuando resistir es la única huida posible la gangrena es segura. En el caso catalán –sí, sí, caso– los gangrenados cuentan con los antisistema de la cosa independentista agropecuaria tradicionalista y de las CUP, que están de tontos útiles de los ricos de la Cataluña ‘de toda la vida’. Están hasta la muerte, pero ni un paso más allá, que es lo que dijo José Bergamín de los comunistas. Alguien escribirá algún día cómo la izquierda más radical le ha hecho el papel de servil doméstica a la derecha más facciosa de Europa, a la que pasa con frecuencia por ‘Bank of Andorra’ con los buñuelos del obispado de Solsona.

Esta es la huida hacia adelante de los que tienen un horizonte penal complicado por desobediencia: escapar de un presente que no te llena como consecuencia del fracaso del pasado. Como los niños mimados de un régimen egocéntrico que son, les importa un bledo lo que le pase al pueblo. Continúan en su idílico liceo de endogamias y opereta, soñando un mundo en el que siguen siendo amos y ricos rodeados de siervos. Añorando otro Palau de la Música con el que pagarse la boda de la hija y pasarle la factura al suegro.

Luego va el Rey a lo de los móviles en Barcelona y hasta Junqueras se da cuenta de que la ópera independentista es un tostón decimonónico en el que la música va por un lado, la escena por otro y el diálogo por un tercero. Así como la ópera-ópera únicamente ha servido para que Stendhal ligase con éxito en Italia, esta opereta separatista solo va a ser útil para que liguen con éxito los magistrados del Tribunal Supremo: "Esta no es su casa, esto es el Tribunal Supremo", le dice a Homs el presidente del tribunal que lo juzga. A ver quién se resiste a esa frase.