De Sevilla a Madrid para ganar un 'jornal' con la venta de lotería de Navidad

"Lotería de Doña Manolita, para no esperar colita, por lo que cuesta un cafelito", grita uno de los muchos vendedores callejeros.

Administración de Doña Manolita en Madrid.
Administración de doña Manolita en Madrid.
Wikipedia

De Sevilla a Madrid. Más de 500 kilómetros de viaje para ganar un 'jornal' ahora que no tiene trabajo. Es la historia de Jesús Manuel, un andaluz que este año 'debuta' como vendedor ambulante de lotería de Navidad.


Pocos días antes de que se realice el Sorteo Extraordinario de Navidad, los más rezagados se agolpan durante horas en la madrileña administración de lotería de Doña Manolita, la 'más afamada de España', para así hacerse con alguno de los últimos décimos. Al igual que los compradores, decenas de vendedores ambulantes, como Jesús Manuel, salen estos días a la calle con la intención de ganar algo de dinero.


Este señor sevillano explica cómo funciona su 'trabajo temporal"': un mes antes adquiere décimos en esta administración, la número 67, la que más solera tiene de la capital, para venderlos posteriormente por 22 euros, tan solo dos más de su precio habitual. Sin embargo, asegura que no se lleva mucho dinero para todo el tiempo que le echa, 12 horas diarias durante el mes de diciembre, ya que en los últimos días "solamente" ha vendido unos 40 décimos (80 euros en ganancias), lo que le sirve como "un pequeño jornal". "Lotería de Doña Manolita, para no esperar colita, por lo que cuesta un cafelito", grita uno de sus muchos compañeros que ofrecen décimos por la calle.


Llegan a juntarse en la misma zona unos treinta, según comenta el vendedor ambulante, y no tienen problema entre ellos; hay "buen rollo" también con los policías, quienes incluso se acercan a comprarles.


Pese a la posibilidad de adquirir décimos sin esperas, la mayoría de la gente prefiere aguardar en la cola, de hasta varias horas, para darse "el placer de cogerlo en ventanilla", como comenta José María, un señor extremeño que recuerda cómo con un quinto premio en 1980 su padre compró unos terrenos para montar un cine de verano en su pueblo.


Al igual que los hay que recorren la península para "ganarse el jornal", también los hay que vienen exclusivamente a comprar lotería, como Juan Carlos, un salmantino que todos los años va a esta administración porque es "donde más se juega y más probabilidades hay de que toque", según afirma, pese a que nunca ha ganado antes. Otros, como José Antonio, también aprovechan estas fechas para vender participaciones en busca de donativos que reviertan en distintas organizaciones sociales e intentar así "recuperar la ilusión que les quitan los gobernantes".


Al principio de la cola, a Merce, que asume que tendrá que estar dos horas más allí, le gustaría que le dieran "una cestita, un chocolate con churros o algo". Por su parte, Kevin y Laura, unos jóvenes del País Vasco, salen de la administración tras comprar diez décimos para amigos y familiares después de 50 minutos de espera. "Ya que haces la cola, aprovechas y coges muchos", aseguran estos vascos, que han visto gente gastarse más de 500 euros y salir "con tacos y tacos" de décimos.


Los comercios de la zona, lejos de molestarse, salen favorecidos porque las ventas de Doña Manolita les atrae clientela y no tienen problemas porque disponen de personal de seguridad que les asegura que las puertas de sus negocios estén libres. Tras muchos minutos de espera, los compradores salen de la Administración con sus décimos guardados y la ilusión de que sea el suyo el agraciado.


Y quién sabe, cualquier cosa puede ocurrir, pues, como asegura el vendedor andaluz, "todos los números están en el bombo y la suerte no sabe uno dónde se esconde".

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