​El gran reto de mejorar la calidad de los profesores

Expertos señalan que vincular el salario de los docentes a los progresos de sus alumnos puede provocar que se dejen de lado otras materias.

Una clase de Primaria en un colegio zaragozana
Una clase de Primaria en un colegio zaragozana.
J. M. Marco

Existe un consenso casi general de que el sistema educativo español podría ser mucho mejor. Que los resultados del informe PISA son malos y la tasa de abandono escolar es demasiado alta. Que falta dinero. En las últimas semanas, el debate se ha centrado en la figura del profesor tras la publicación de un ensayo sobre esta cuestión por el filósofo José Antonio Marina, al que el Ministerio ha encargado elaborar el primer borrador del Libro Blanco de la Función Docente.


Entre las propuestas del primero -y que probablemente se incluyan en el segundo, que pretende marcar las líneas maestras de esta profesión en los próximos años- está vincular el sueldo de los educadores a los progresos de sus alumnos, una cuestión polémica. También reclama crear un sistema de selección equivalente al MIR de los médicos y fijar en el 5% del PIB la inversión mínima del Estado en educación -ya lo estuvo, aunque ha caído a un 4,2%-. Y pese a que existen pruebas empíricas de que las tres medidas pueden ayudar a que los estudiantes aprendan más y mejor, no por ello están libres de retos, incertidumbres y matices.


La figura del profesor es, probablemente, la que más repercusión tiene en el aprendizaje de los alumnos. Más que un currículo concreto o la ley educativa en vigor. Según el libro de Marina, una estrategia para mejorar su desempeño es ligar una parte de su sueldo a la mejora de sus alumnos. En otras palabras, pagar un plus a los que consigan más progresos entre sus estudiantes, el denominado modelo de valor añadido. "Hay cosas que influyen más pero sobre las que no tienes control, como el origen familiar. Si nos centramos en lo que podemos controlar, sí, los docentes importan mucho", explica Juan Ramón Barrada, profesor de la Universidad de Zaragoza especializado en psicometría -medición de aspectos mentales- y autor del blog Rasgo Latente, sobre psicología. Tener mejores docentes, por tanto, puede ser una pieza clave para mejorar el sistema educativo español. El dilema está en cómo hacerlo.


Vincular el sueldo de los profesores al resultado de los alumnos, señala Barrada, tiene elementos positivos -la evidencia empírica sugiere que funciona mejor que basarse en su antiguedad o en su titulación- y otras facetas que no están tan claras. "El problema es que puede significar focalizar la educación en algo que tal vez no queremos", indica. «Porque aquello que se mide se transforma en el objeto de buena parte de la intervención». Y si lo que se evalúa son las competencias en lecto-escritura y en Matemáticas de los estudiantes, como hace el informe PISA, se incentivaría a los profesores a dedicarse sobre todo a eso. En detrimento, se supone, de Historia, Filosofía, Ciencias Naturales o Inglés. Incluso de otras responsabilidades como la educación en valores. "En todo caso, lo que sirve para un determinado grupo de gente no tiene por qué servir para otros", recalca Barrada.MIR de profesores

Desde los sindicatos, además de sumarse a esta misma crítica, señalan otro riesgo latente en las evaluaciones externas, tanto de alumnos como de docentes. Que sirvan para elaborar un ranking de centros y nada más. Como normalmente los alumnos con más dificultades están en barrios y lugares con menos recursos, que la estrategia acabe por marginarlos aún más. "Como ya ha pasado en Madrid", recuerda Francisco García, de la Federación de Educación de Comisiones Obreras (FE-CC OO).


El ensayo de Marina, 'Despertad al diplodocus', también reivindica transformar al profesorado en una profesión de élite cambiando la forma de reclutarlos. Propone formar pocos más de los que puede absorber el sistema, hacerlo muy bien y después enfrentarlos a algo parecido al MIR de los médicos. «Tenemos que convertirla en una profesión prestigiosa a la que quieran ir solo los mejores», indica el filósofo.


En la actualidad, el sistema exige un grado universitario de maestro para los profesores de Infantil y Primaria, y un máster de certificación -junto a un grado o una licenciatura- para los docentes de instituto. En la mayoría de ocasiones, pasan de concluir la universidad a ponerse ante veinte o treinta alumnos sin apenas pasos intermedios. Además, a la mayoría nadie los evalúa ni les indica qué pueden mejorar. Para Barrada, la propuesta debería pasar, en cualquier caso, por contratar bien, dar autonomía a los profesores y premiar a los excelentes.


Donde existe menos debate, al menos entre los que no gestionan presupuestos públicos, es en elevar el gasto del país en el sistema educativo. «Al menos un 5% del PIB, por ley, y de ahí hacia arriba», indican desde CC OO. Marina, por su parte, reivindica esta cifra como el elemento clave del pacto de Estado que reivindica el ministro.

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