Romería Vikinga en Catoira, una invasión en la que el vino releva a la sangre

Como cada primer domingo de agosto, desde 1960, los vecinos de Catoira han revivido el ataque.

Desembarco vikingo en Catoira.
Desembarco vikingo en Catoira.
Efe

Altos, rubios y fuertes, así es la imagen de los vikingos, aunque en Catoira (Pontevedra) se ha recreado este domingo un desembarco, y una batalla campal entre lugareños y bárbaros, en la que hubo, igualmente, seres morenos y pelirrojos portando los cascos con cuernos y el vino ha sustituido a la sangre.


Cada primer domingo de agosto se escenifican en este municipio gallego, las invasiones sufridas hace mil años y son centenares de personas las que presencian esta divertida fiesta popular.


Desde 1960, los habitantes de Catoira, disfrazados de guerreros vikingos, representan el ataque pirata vivido en la acogedora villa.


La fiesta ha dado comienzo en esta jornada sobre las diez de la mañana, y ha sido con la actuación de grupos folclóricos por las calles principales y en el lugar propio de la celebración, en las Torres del Oeste.


Se trata éste de un conjunto fortificado del siglo IX -uno de los legados arqueológicos e históricos más importantes de Galicia, el cual durante siglos resistió el ataque de los ejércitos- que conserva restos de dos torres y una ermita dedicada al Apóstol Santiago.


La historia de la Romería Vikinga de Catoira está, en efecto, íntimamente ligada a la importancia estratégica del complejo militar del Oeste.


Las Torres sirvieron en su origen, y durante mucho tiempo, de escudo defensivo a Galicia, al menos desde el comienzo de la Edad Media hasta el reinado de los Reyes Católicos.


En esa zona se ha instalado este domingo un mercadillo medieval y, a mediodía, se ha obsequiado a los romeros con mejillones y vino del Ulla. Más tarde, ha llegado el plato fuerte de esta tradición: el desembarco.


A bordo de la réplica de un barco vikingo del siglo XI han llegado este 2 de agosto los invasores del norte a la costa con el objetivo de tomar las Torres del Oeste.


Los habitantes de la villa han intentado resistir, en una contienda simulada donde los participantes han acabado completamente empapados de vino.


"Muerte a los cristianos", han gritado varios asaltantes, con sus atuendos fieles a la versión novelesca de los vikingos, puesto que el yelmo cónico y liso "impone menos", han explicado varios de ellos a Efe entre sonrisas.


En el escenario, la estampa de gritos salvajes, "¡Úr-su-lá!, ¡Úr-su-lá!", y unos remeros muchísimo más mañosos que los otros.


Los que iban en barco han descendido a tierra, donde los han esperado legiones de mujeres y hombres, armados con martillos de madera, espadas, cuchillos, hachas y escudos.


Así ha empezado la pugna y se han enzarzado unos con otros, todo con mucha comicidad, sudorosos, entre el fango y el agua sucia, y sin hacerse daño en ningún momento.


Ellos han lucido rudos y aguerridos; ellas, fieras y con trenzas.


Tras la lucha, y bien llevados, todos los que así lo han querido han podido disfrutar de una comida campestre de confraternización, amenizada con el sonido de las típicas gaitas y con productos de la tierra, tales como pulpo, sardinas asadas y empanadas.


"¡Ehhhh... que ese cuerno está vacío. Llenadlo de tinto!", han vociferado algunos. No en vano, no se permite que estos peculiares recipientes vayan vacíos durante mucho tiempo.


Este ritual vikingo se celebró por vez primera en 1960, cuando el Ateneo do Ullán, órgano formado por un grupo de intelectuales de esta comarca, decidió un buen día conmemorar el desembarco del rey Ulfo.


Ya en 1965 la organización pasó a manos de los trabajadores de una empresa de cerámica ubicada en Catoira y, en 1988, la fiesta fue declarada de Interés Turístico Nacional, con lo que, desde entonces, es el propio Ayuntamiento el que organiza todos los actos de una cita tan consolidada que incluso existe un hermanamiento con la localidad danesa de Frederikssund.


La Romería Vikinga de Catoira fue declarada de Interés Turístico Internacional en el año 2002. Su palmarés se ha ido engrandeciendo. Y esta, merced a lo visto, parece seguir siendo la hoja de ruta.

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