Los profesores deben escuchar más a los alumnos para mejorar la educación

Óscar González, fundador de Alianza Educativa, acaba de publicar '365 Propuestas para Educar'.

Óscar González lleva quince años como docente de Primaria y sabe por experiencia que la educación es un trabajo en equipo de escuela y familia porque el fracaso escolar es al final, asegura en una entrevista con Efe, un "fracaso social" y los profesores deben "escuchar más al alumno" para mejorar la enseñanza.


El fundador de Alianza Educativa, un proyecto para mejorar las relaciones entre padres y colegios, acaba de publicar '365 Propuestas para Educar' (Amat Editorial), un compendio de citas y aforismos de diversos autores para entender la enseñanza de manera sencilla y práctica, con prólogo del psicólogo Javier Urra.


González, que enseña en el centro 'Lluís Vives' de Bocairent (Valencia), ha cedido los derechos de autor a la fundación Juegaterapia.


Pregunta: ¿Un libro más sobre educación?

Respuesta: Es algo distinto, sencillo y directo para cualquier persona que se dedique a educar niños, pueden ser padres, docentes, cualquier educador. Huye de las teorías y corrientes pedagógicas.


Es un conjunto de citas y aforismos para cada día divididos por temas en doce capítulos: la educación, la infancia, la adolescencia, qué es ser padre y madre, la autoridad, la inteligencia, las emociones, la creatividad...


P: ¿De quiénes son las citas?

R: De filósofos, científicos, pensadores, empresarios. Desde Pitágoras hasta el escritor José Antonio Marina, el cofundador de Apple Steve Jobs o Einstein. Algunos de los pensamientos no son propiamente de educación, pero pueden aplicarse a la enseñanza pues están conectados, no están elegidos al azar. Es una selección muy cuidada que acompaña a cada tema del que hablo.


P: ¿Cómo ayuda este libro en la educación?

R: Buscamos que los padres puedan desarrollar su talento educativo con pequeñas 'píldoras de sabiduría' de los más diversos autores, que les hagan reflexionar y aplicarlas.

Tratamos todos los aspectos. Por ejemplo, hay un capítulo dedicado a enseñar y aprender, pero tampoco descuidamos otros apartados. Dentro del sistema educativo se presta atención, sobre todo, a las calificaciones, los deberes escolares, pero estamos dejando fuera las emociones. Como decía Ortega y Gasset, de nada sirve que el entendimiento siga adelante si el corazón se queda atrás.


P: ¿Cuál es la lección?

R: El optimismo. Todos podemos aportar algo. Debemos dejar de echar las culpas al otro y empezar a formar un equipo educativo.

Los padres se quejan de la escuela y la escuela se queja también de las familias. Tenemos que ver entre todos qué podemos hacer porque, al final, todos tenemos una responsabilidad educativa, desde la escuela, la familia, los medios de comunicación... para atajar el problema y, sobre todo, qué ideas podemos aportar para cambiar la educación.


P: ¿Cómo?

R: Debemos cambiarla y no es tan difícil, sobre todo no caer en el desánimo porque el libro pretende justo lo contrario de lo que se está produciendo, es decir no permitir o contagiar ese pesimismo en torno a la educación.


P: ¿Y deberes escolares sí o no?

R: Estamos siempre enseñando a memorizar y repetir. Realmente no es un aprendizaje, hay que orientar más la educación a tareas útiles y motivadoras.


Nos estamos encontrando con mucho abandono y fracaso escolares por una desmotivación total de los niños. Hoy en día tienen tantos estímulos alrededor, que los estudios o las tareas escolares para ellos son lo último. A veces, estamos de espaldas a la realidad con una sobrecarga de deberes.


P: ¿Hay soluciones reales para el fracaso escolar?

R: No hay una receta mágica para todos los casos por igual, lo que ocurre es que, a todos los que fracasan en la educación los metemos en el mismo saco.


Tenemos por un lado alumnos con dificultades de aprendizaje, que a veces son muy graves, y alumnos que están desmotivados, que están quemadísimos. Esto no se ataja de hoy para mañana.

Estamos en un círculo continuo de problemas de educación que son siempre los mismos: el fracaso escolar, la relación con los padres... y no los solucionamos. Sabemos cuáles son los problemas, pero no aportamos soluciones.


P: ¿Dónde están las soluciones?

R: No vienen de arriba, no se trata de cambiar la ley educativa para decir que con esto vamos a arreglarlo, sino qué podemos hacer desde la escuela. Pero ésta no lo puede solucionar todo porque el fracaso escolar es al final un fracaso social. Entonces, las familias tienen también que aportar, que colaborar y entre todos podemos sacar esto adelante.


Tampoco es algo a corto plazo, sino a medio y largo plazo. Los políticos quieren que todo se solucione enseguida. ¡Ojalá fuera así! y ya estaríamos como Finlandia, en los primeros puestos de Pisa.


P: Pero cada sociedad es diferente, ¿no?

R: Claro, pero nosotros jamás preguntamos a los niños qué es lo que quieren estudiar y cómo lo quieren estudiar. Los profesores nos quejamos de que, cuando hay una reforma educativa, no se nos pregunta qué hay que hacer. Es cierto, los políticos van a su aire, pero nosotros tampoco les preguntamos a nuestros alumnos cómo quieren aprender.


Lo fundamental para acabar con esto es poner el foco en el niño, el principal agente de la educación, porque es el que tiene que aprender. Si hay alguien que no quiere aprender, por mucho que se le esté enseñando no va a servir de nada. Se cuenta muy poco con el alumno.


P: ¿La política no ayuda?

R: Necesitamos un pacto real de la educación, quiero decir que la despoliticemos, pues tiene que estar por encima y por delante de la política. Mientras estemos utilizando la educación como arma arrojadiza entre los partidos y cada uno vaya con su idea, más alejados estaremos de una educación en mayúsculas que pueda cambiar la sociedad.


Sirve de poco discutir mientras los años van pasando y se van perdiendo para nuestro hijos. Lo importante es que todos nos arremanguemos para ponernos a mejorar la educación como sociedad con soluciones prácticas.