Primer año del gobierno de Rajoy

Zapatero, un expresidente muy en la barrera

Zapatero lleva casi un año alejado de La Moncloa y prácticamente desaparecido de la escena pública. Arrastra la losa de "la herencia recibida" con la que le carga el PP y vive volcado en su familia.

El expresidente del Gobierno José Luis Rodriguez Zapatero acompañado de su esposa, Sonsoles Espinosa
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AGENCIAS

José Luis Rodríguez Zapatero lleva casi un año alejado de La Moncloa y prácticamente desaparecido de la escena pública, y, aunque arrastra la losa de "la herencia recibida" con la que le carga el PP, ha podido recuperar una vida con su familia, que le ha hecho abandonar de momento su idea de instalarse en León.


Después de la estrepitosa derrota del PSOE en las elecciones del 20 de noviembre de 2011, Zapatero se arremangó para capitanear el proceso de transición en su partido hacia un nuevo liderazgo en el congreso federal de febrero de este año.


"Mi tarea -argumentó- es que se celebre como todo el mundo espera, con la máxima libertad, con un partido que genere el proyecto que necesitamos para este nuevo tiempo".


Para ello no dudó en erigirse en árbitro de la disputa entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, a quienes pidió una refriega ejemplar. Finalmente fue el exministro del Interior, por 22 votos, quien le sustituyó al frente de la Secretaría General.


Zapatero, el expresidente del Gobierno que menos se ha dejado ver en público desde que dejó el cargo, asumió su parte de responsabilidad en el fracaso electoral y admitió errores de gestión de la crisis, pero seguro de haber hecho lo que debía.


Y es que dijo tener la "convicción muy interiorizada" de que "no había alternativa" y de que el Gobierno "hizo lo necesario" en condiciones muy difíciles. "Me han dado hasta en la ceja", confesó después.


En sus escasas declaraciones públicas en los últimos meses, el segundo presidente socialista de la democracia ha reconocido, entre otras cosas, que si España hubiese ahorrado más la crisis actual no sería tan grave.


Pese a las críticas y a la "herencia recibida" de la que le culpa el Gobierno de Rajoy, sus colaboradores más cercanos defienden la tesis de que el tiempo pondrá las cosas en su sitio y a Zapatero se le acabará por reconocer su labor. Por ejemplo, a la hora de evitar que España fuera intervenida, aunque le costara infinidad de votos al PSOE.


Si de algo se siente especialmente orgulloso, según apuntan personas de su entorno, es del final de la violencia terrorista, plasmado en el anuncio de ETA de hace trece meses.


Durante sus escasas apariciones en público ha apelado a la responsabilidad para estar con el Gobierno de Mariano Rajoy en asuntos como Europa o, más recientemente, el órdago soberanista de CiU en Cataluña.


Quien pretenda "desunir este país" se encontrará con la soledad, advirtió hace unos días en Camponaraya (León), donde asistió al homenaje póstumo del que fuera alcalde de esta localidad durante 28 años, Antonio Canedo.


Precisamente a León se ha desplazado en numerosas ocasiones, como cuando recibió la medalla de oro del Instituto Confucio de la Universidad leonesa, con motivo del primer aniversario del centro, dedicado a la difusión de la lengua y la cultura chinas.


Lo que no ha hecho ha sido instalarse en León, tal y como había anunciado que haría. De hecho, en la campaña de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2011, que abrió en la que siempre ha considerado su ciudad, Zapatero prometió que estaría viviendo allí de manera permanente al cabo de un año.


Y es que Zapatero sigue instalado en Madrid y todavía no ha podido ver cumplido su sueño: el chalé que se está construyendo en León no está acabado y su esposa, Sonsoles Espinosa, y especialmente sus dos hijas tienen su vida hecha en la capital.


Así, alquiló primero un chalé en Somosaguas y en las últimas semanas se habla de su traslado a otro en Valdemarín, muy cerca del Palacio de la Zarzuela y de la Moncloa.


Este verano, y como ya hizo siendo presidente del Gobierno, Zapatero y su familia se han ido de vacaciones a Canarias, donde en esta ocasión han gozado de privacidad absoluta.


El expresidente tiene despacho en el Consejo de Estado una planta más arriba que el que ocupa la que fuera su vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, quien como presidenta de una de las secciones de este Consejo dedica gran parte de su tiempo al órgano consultivo.


Zapatero suele acudir sólo los lunes y cada vez que se convoca un pleno de esta institución.


El ex secretario general del PSOE, que cuenta con otro despacho en la Fundación Ideas, sigue vinculado a su partido y se le ha visto arropando a algunos de sus compañeros cuando ha sido necesario, como en la presentación de los respectivos libros de José Bono y Jordi Sevilla.


Siguiendo la estela de otros exmandatarios, Zapatero también ha hecho sus pinitos como conferenciante. Se estrenó en Venezuela, el 24 de marzo pasado, en la XLII asamblea anual del Consecomercio.


En este tiempo, y después de sus debates con Rajoy en las contiendas electorales, Zapatero ha dado el salto a otro escenario más inusual para un político y ha llegado a protagonizar un insólito "cara a cara" con el cardenal Antonio Cañizares.


Fue en junio, en Ávila, y ambos conversaron sobre el origen de la crisis y el futuro de la Unión Europea, en un debate en el que Zapatero lamentó la "fe excesiva" en el sector financiero y pidió cambios en una Europa "de mercaderes".