CRISIS FINANCIERA

Islandia resurge de sus cenizas económicas

El FMI alaba la evolución favorable de la economía del pequeño país nórdico, que se colapsó en octubre de 2008 y hubo de pedir ayuda económica.

Protestas ciudadanas por la crisis financiera en Reikiavik
Islandia, el país que resurge de sus cenizas económicas
EFE

En octubre de 2008 parecía que no habría mañana en Islandia: los tres mayores bancos del país quebraron y la bolsa nacional se desplomó hasta límites insospechados. Con el sistema financiero colapsado por completo, Islandia no optó por salvar a sus bancos con dinero público, sino que dejó que el sistema financiero cayera por completo y empezó a construir uno desde los cimientos.


Los islandeses emprendieron entonces un camino de no retorno que les asomaría a todas las portadas del mundo. Decidieron que los culpables de la desdicha económica del país pagaran la crisis. Metieron en la cárcel a los banqueros que habían especulado y sentaron en el banquillo de los acusados al ex primer ministro islandés por su nefasta gestión de la crisis. El milagro se abría paso.


“Cuando visité Reykjavik en octubre de 2008 para ofrecer la asistencia del FMI, la situación del país era crítica […] Hoy, tres años después, merece la pena reflexionar sobre los avances realizados por Islandia ―un país de apenas 320.000 habitantes― desde esos días oscuros de 2008”, explica en un blog del FMI Poul M. Thomsen, subdirector del departamento Europeo de dicho organismo.


La ayuda del FMI a Islandia se concretó en 2.100 millones de dólares (casi 1.528 millones de euros a cambio actual) y se diseñó un programa de actuación, entre el Gobierno islandés y propio FMI, del que Thomsen destaca cuatro puntos: la formación de un equipo de abogados para asegurar que las pérdidas de los bancos no fueran absorbidas por el sector público; la estabilización del tipo de cambio a través de “medidas no convencionales, especialmente los controles de capital”; el retraso del ajuste fiscal y, por último, la reconstrucción del sector financiero.El fruto

Después de tres años de trabajo y severos ajustes, el esfuerzo del pueblo islandés ha dado su fruto y el país ha retomado “la senda del crecimiento económico”, según el subdirector del FMI. “En junio de este año, el gobierno logró emitir bonos soberanos por un valor de 1.000 millones de dólares, lo que marcó el regreso del país a los mercados financieros internacionales”, reseña en su blog Thomsen, quien añade que “con respecto a los bancos, se han reducido a un nivel equivalente a alrededor del 200% del PIB, y ahora están totalmente recapitalizados”.


Pero no todos son ‘buenas noticias’ en Islandia: el desempleo, aunque se ha reducido, sigue afectando a más de un 6% de la población activa y la deuda pública ha aumentado respecto a los tiempos anteriores a la quiebra hasta situarse por encima del 100% del PIB, aunque desde el FMI son positivos y explican que “la aplicación de un impresionante programa de consolidación [de la deuda] ha vuelto a poner a la situación fiscal del país en una trayectoria sostenible en los últimos dos años”.

¿Un modelo exportable?

Algunos economistas debaten si la ‘receta islandesa’ es exportable a los países que ahora mismo pasan apuros en Europa. Es de justicia decir que existen multitud de diferencias entre Islandia y esos Estados europeos. En términos económicos, la principal es que Islandia no está dentro del euro, circunstancia que según algunos economistas como el Nobel Paul Krugman pudo ayudar al país a salir del pozo.


Hay otras desigualdades que tampoco son baladíes como la superficie del país nórdico, que apenas supera los 103.000 kilómetros cuadrados –más o menos la quinta parte del tamaño de España- y la población, que el Instituto de Estadística islandés situaba en algo menos de 320.000 habitantes en el tercer trimestre de 2011.


Dicho organismo estadístico también informa de que en 2010 las exportaciones de Islandia ascendieron a 561.000 millones de coronas islandesas, unos 3.508 millones de euros. Solo Aragón, en lo que llevamos de 2011, ha exportado más de 5.013 millones, según datos de las Cámaras de Comercio.


Que Islandia juega en una liga diferente, cuantitativamente hablando, parece evidente, pero no esto no resta esperanza ni interés a su historia de trabajo y superación de una crisis financiera y económica que podía haberse llevado al país por delante.