NORUEGA

Breivik recibe en prisión cartas de amor y de gente que quiere salvarle

El autor confeso de los atentados del 22 de julio en Oslo y la isla de Utoya que causaron 77 muertos ha recibido entre 200 y 300 cartas desde dentro y fuera de Noruega.

Anders Behring Breivik, con jersey rojo, a su llegada a los juzgados de Oslo
El presunto autor de la matanza abandona el juzgado tras declararse no culpable
EFE

El ultraderechista Anders Behring Breivik, autor confeso de los atentados del 22 de julio en Noruega que causaron 77 muertos, recibe cartas de amor, de gente que quiere salvarle y de personas que le odian, además de facturas, informó el canal noruego TV2.


La Policía le ha hecho llegar ya en dos tandas entre 200 y 300 cartas que le habían sido enviadas desde Noruega y otros países desde que está en la cárcel, pero que no podía recibir por la prohibición decretada por los tribunales, que fue levantada de forma parcial hace tres semanas.


Breivik, de 32 años, puede recibir ahora las cartas que las autoridades consideran que no interfieren en el curso de la investigación.


"Le han enviado una gran cantidad de cartas por correo. Y las irá recibiendo de forma progresiva", declaró a TV2 el fiscal Christian Hatlo.


Aunque el régimen de aislamiento al que estaba sometido le fue levantado hace casi dos meses, la situación de Breivik no ha variado mucho en la práctica, ya que es el único preso de máxima seguridad en el penal de Ila, al oeste de Oslo.


La decisión de permitirle recibir cartas es un primer paso para Breivik, que a partir del próximo lunes podrá por primera vez leer la prensa, ver la televisión y escuchar la radio, ya que entonces finaliza la prohibición decretada por los tribunales.


En la última vista, celebrada el 14 de noviembre, la corte de Oslo prolongó además su prisión preventiva doce semanas y ocho la prohibición de recibir visitas.


Breivik hizo estallar el pasado 22 de julio un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo, donde murieron ocho personas, e inmediatamente después se trasladó a la isla de Utoya, a 45 kilómetros de la capital, donde disparó de forma indiscriminada y mató a otras 69.


La mayoría de las víctimas de Utoya asistían al campamento de las Juventudes Laboristas.