Las otras casas de los horrores

El cautiverio al que han mantenido el matrimonio Turpin a sus 13 hijos en su vivienda de California no es un caso aislado. Hechos parecidos han sucedido a lo largo de los últimos años en diferentes partes del mundo.

Las autoridades y vecinos de la localidad californiana de Perris tratan estos días de encajar cómo en su comunidad han podido convivir durante años sin saberlo con un matrimonio que mantenía encerrados a sus 13 hijos en casa, llegando incluso al extremo de encadenar a tres de ellos a distintos muebles. David Allen Turpin y Louise Anna Turpin no solo privaban a sus vástagos de libertad sino que los tenían en tal alarmante estado de malnutrición que, al ser liberados, fueron inicialmente identificados como menores a pesar de que alguno de ellos roza ya la treintena.

El lunes una de las hijas logró escapar por la venta y alertar a la Policía del sufrimiento que padecían sus hermanos tras las paredes de una casa en la que vivía una extensa familia estadounidense de apariencia normal. El caso de los Turpin no es el único que ha sucedido en Estados Unidos y hechos similares se han repetido en los últimos años en distintas partes del mundo. Estos son algunos de los más recientes.

1. Monstruo de Cleveland. Ariel Castro, un exconductor de autobús escolar, músico aficionado de 52 años y de origen portorriqueño, tuvo secuestradas durante 10 años a tres jóvenes en Cleveland, Ohio (Estados Unidos). En 2013, Amanda Berry, una de las raptadas, logró pedir auxilio y un hombre que comía en un restaurante cercano escuchó los gritos y ayudó a romper la puerta de la casa. La reclusión a la que fueron sometidas incluía abusos, cadenas, cuerdas y cerraduras para evitar que pudiera escapar. Berry, secuestrada con 17 años, tuvo una hija durante ese tiempo. Michelle Knight, desaparecida en 2002, tuvo que ser tratada por problemas mentales que padecía antes de su rapto y que se pudieron agravar en las duras condiciones en las que vivió. Y Gina DeJesus, de origen puertorriqueño, desapareció a los 13 años cuando volvía del colegio. Las víctimas estaban recluidas en un sótano oscuro de la vivienda, asegurado con cerraduras y del que solo salían ocasionalmente para tomar aire en el patio trasero. Fueron secuestradas en los años 2002, 2003 y 2004. Castro, que fue condenado a cadena perpetua, apareció muerto en 2013 en su celda.

2. Monstruo de Amstetten. En 2008 salía a la luz el terrible caso del austriaco Josef Fritzl. Este ingeniero retirado de 73 años fue detenido tras encerrar a una de sus hijas, Elisabeth, durante 24 años en el sótano de su casa. Con ella tuvo siete hijos (uno de ellos murió) fruto de las sistemáticas violaciones a las que la sometía. La joven fue secuestrada y esposada con 18 años y recluida en una celda. Tal y como contó tras ser liberada junto a sus hijos, los nueve primeros años de cautiverio los pasó en una única estancia del sótano y a partir de 1993 su padre organizó otros espacios de la vivienda conforme fueron naciendo los niños. El caso fue descubierto después de que Fritzl llevara a la hija-nieta mayor al hospital. La dejó inconsciente y con una nota manuscrita de su madre, que pedía que ayudaran a la joven. El centro médico no encontró el historial del paciente y eso dio la pista a la Policía austriaca. Elisabeth exculpó a su madre del martirio sufrido.

3. Natascha Kampusch. El caso de esta joven austriaca también dio la vuelta al mundo. Natascha Kampusch desapareció en 1998 cuando tenía 10 años en el distrito vienés de Donaustadt cuando iba a la escuela tras ser secuestrada por Wolfgang Priklopil. Pasó 8 años en cautiverio hasta que el 23 de agosto de 2006 huyó de la casa en la que estaba retenida en un descuido de Priklopil, quien se suicidó ese mismo día arrojándose a las vías del tren al saber de su fuga. Años después, Natascha escribió un libro donde reflejaba el maltrato físico y psíquico al que fue sometida. Sufrió humillaciones y palizas continuadas y también “pequeños abusos sexuales”, tal y como relató en uno de los capítulos. La joven reclamó al Estado austriaco un millón de euros como compensación por los fallos policiales en la investigación de su desaparición.

4. Encerrada 18 años como castigo familiar. Los carabineros de Santa María de Capua Vetere, en la región de Campania (al suroeste de Italia) liberaron en junio de 2008 a María Monaco, de 47 años. Esta mujer, que presentaba “evidentes problemas psíquicos” y que tuvo que ser ingresada en un hospital de Nápoles, pasó casi 18 años por su familia en una habitación y en condiciones higiénico-sanitarias muy precarias después de tener un hijo fruto de una relación con un desconocido. La mujer dio a luz en 1990 y sus familiares le impidieron poder tener contacto con el mundo exterior. Su hijo, de 17 años, vivía con su abuela y desconocía la existencia de su madre. María fue condenada por su madre y sus dos hermanos a vivir aislada del exterior y solo recibió los víveres necesarios para seguir con vida. Fue liberada por la Policía italiana tras una denuncia anónima.

5. Caso de Fusako Sano. La japonesa Fusako Sano desapareció en 1990 cuando tenía 9 años e iba camino a casa tras ver un partido de béisbol. Su secuestrador, Nobuyuki Sato, un joven en paro con problemas psíquicos, la recluyó durante nueve años en el segundo piso de la casa donde vivía con su madre en la prefectura de Niigata, al oeste del país. La Policía halló a la joven en 2000 cuando la madre del secuestrador denunció a los agentes que su hijo estaba actuando de forma extraña.

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