Son conflictos que han dejado de aparecer en los telediarios pero que siguen cobrándose víctimas mortales. Su distancia geográfica con respecto a occidente, su considerable extensión en el tiempo y la situación de estancamiento en la que se encuentran hacen que a menudo numerosas guerras caigan en el olvido.

A pesar de que la preservación de la paz esté presente en los discursos de la mayoría de las personalidades relevantes del panorama internacional (políticos, religiosos, empresarios o artistas, entre otros), conviene recordar que en el planeta existen actualmente más de 40 conflictos armados activos que provocan muertos casi a diario. Un dato triste y desgarrador del que en occidente no se habla con frecuencia, salvo algunas excepciones como el conflicto palestino-israelí o el del Sáhara Occidental.

Los conflictos que originan las diferencias étnicas o religiosas en diversos territorios, así como la lucha por los recursos naturales y económicos de esos lugares, o los intereses políticos son algunos de los factores que están detrás del origen de estas contiendas, en las que hay hasta 67 países involucrados y que cuentan con la presencia de 775 movimientos insurgentes. Bajo estas líneas se explican cuatro de las guerras que siguen vivas este recién inaugurado 2018 y que es importante tener presentes para que la comunidad internacional no las olvide y se les pueda poner fin cuanto antes.

República del Congo: en otoño de 1996, los rebeldes del general Kabila, sumados a los ejércitos de Ruanda y Uganda y el apoyo estratégico de Estados Unidos y Reino Unido, entraban al país por las provincias orientales del Norte y Sur de Kivu con el fin de desmantelar los campos de refugiados del genocidio ruandés, desde donde se estaban reorganizando miembros del antiguo Gobierno y ejército ruandeses, y dar un golpe de Estado contra el Mariscal Mobutu, al frente del Gobierno del entonces Zaire. A día de hoy, el conflicto tiene al Ejército en una ofensiva en la región sureña de Katanga para combatir al movimiento rebelde e independentista Mai-Mai. La guerra ha dejado alrededor de 3.000 víctimas mortales. Indonesia: en este país asiático aún persisten ataques esporádicos a lo largo de la llamada ‘Línea’, protagonizados por movimientos separatistas indígenas de la Papúa indonesa y de la Papúa Occidental, que ocupan la mitad de Nueva Guinea, y que han costado la vida a unas 100.000 personas desde que se iniciasen las disputas en 1969. Sudán del sur: más de 50.000 personas han perdido la vida en este conflicto nacional que también cuenta con 1,6 millones de desplazados. Todo empezó el 13 de diciembre de 2013, cuando una facción del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán intentó efectuar un golpe de Estado en el país. El presidente, Salva Kiir, afirmó que el intento fue sofocado el día siguiente, pero el día 16 se retomó la lucha y el conflicto prosigue en la actualidad, a pesar de los intentos de firmar acuerdos de paz y de la presencia de los cascos azules de la ONU. Nagorno-Karabaj: Europa también alberga sus propios conflictos. En esta región limítrofe entre Armenia y Azerbaiyán se iniciaron las hostilidades tras el colapso de la Unión Soviética a finales de los años ochenta, a causa de los choques entre los cristianos ortodoxos (armenios) y los musulmanes (azerbaiyanos). Los acuerdos de paz, ceses de fuego y otros intentos por acabar las disputas han sido repetidamente violados y las batallas con víctimas siguen dándose en la zona con relativa frecuencia, en una contienda que ha dejado más de 30.000 muertos.