La oposición denuncia que un año después de la muerte de Fidel "todo sigue igual" en Cuba

Los cubanos aguardan con escepticismo la partida definitiva de los Castro con el fin de la Presidencia de Raúl en 2018.

Acto en recuerdo de Fidel en un colegio de la Habana.
La oposición denuncia que un año después de la muerte de Fidel "todo sigue igual" en Cuba
Reuters

"Aquí todo sigue igual". Es la frase que resume el sentir general de la oposición cubana un año después de la muerte de Fidel Castro. Los cambios, auguran muchos, se esperan el próximo año, cuando su hermano Raúl cederá el testigo a una nueva generación que, por primera vez en más de medio siglo, desvinculará el apellido Castro del futuro de la isla caribeña.

La muerte de Fidel fue un auténtico 'shock' para los cubanos, para todos, quienes le idolatraban y quienes le odiaban. "Durante los nueve días de luto oficial se sufrió mucho", unos por la pérdida y otros "porque hubo muchos arrestos -no se podía ni escuchar música-", cuenta la expresa política Martha Beatriz Roque.

La urna con las cenizas del líder de la Revolución Cubana recorrió los cerca de 900 kilómetros que separan La Habana de Santiago, de punta a punta del país, en una peregrinación de varios días para que el pueblo pudiera despedirse de él. "Hicieron de su muerte algo icónico", recuerda el destacado disidente Guillermo Fariñas.

Fariñas considera que "fue algo exagerado porque en realidad Fidel perdió gran parte del poder en 2006", cuando delegó en su hermano por problemas de salud, "y lo perdió definitivamente en 2008", cuando renunció formalmente a la Presidencia en favor de Raúl. "Su muerte ya estaba bastante descontada", apostilla Roque.

Y por eso precisamente "no se ha notado ningún cambio" en la dirección política de Cuba, explica Berta Soler, líder de las Damas de Blanco. Solo un aumento de la represión. Según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), durante julio se registró un récord anual de "detenciones arbitrarias": 575.

De hecho, José Daniel Ferrer, que encabeza la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), inició en octubre una breve huelga de hambre en el céntrico Parque Céspedes de Santiago "con la intención de llamar la atención sobre el constante incremento de la represión, el acoso y la persecución". Actualmente, hay 52 miembros de UNPACU en prisión "que sobreviven en condiciones infrahumanas y resultan víctimas de todo tipo de ataques y torturas físicas y psicológicas".

"Ha sido un año fatal para los opositores en Cuba", denuncia Roque. "Los disidentes que quedamos aquí somos pocos y es más fácil tenernos controlados". "Hoy mismo", añade Soler, "llevamos más de 24 horas de vigilancia continua frente a la sede de las Damas de Blanco".

Economía "asfixiada"

"Los únicos cambios que se han producido han sido a peor", no solo para la oposición, sino también para el cubano de a pie, al que la crisis económica en Venezuela --principal sostén de las finanzas cubanas-- y el regreso a la política de mano dura en Estados Unidos han castigado sin piedad, relata Fariñas.

El ascenso de Raúl a la Presidencia vino acompañado de una agenda de reformas económicas que permitieron por primera vez desde 1959 la iniciativa privada. Gracias a ello, en los últimos años Cuba ha visto surgir y multiplicarse a los llamados 'cuentapropistas', dueños de tiendas, restaurantes y pensiones que dan servicio a propios y turistas.

Pero la incipiente apertura económica, que no había cuajado por el característico ritmo de la burocracia cubana, se ha frenado de golpe. Los 'petrodólares' han dejado de llegar desde Venezuela y las restricciones resucitadas por el Ejecutivo de Donald Trump han obligado al Gobierno, como decía Raúl hace unos meses, a "apretarse el cinturón".

La situación es tan extrema que el Estado ha suspendido la concesión de licencias para realizar más de 30 actividades económicas con el objetivo de evitar el acaparamiento de las materias primas, un "ataque" directo contra los 'cuentapropistas', "a los que el Gobierno considera el enemigo económico", reprocha Fariñas.

"En los mercados estatales no hay nada y los 'cuentapropistas' tienen lo justo para cubrir mínimamente la demanda", incluso empieza a haber racionamiento: "no se puede comprar más de un paquete de pollo o más de un paquete de patatas", describe el Premio Sajarov.

Roque confirma que "la situación social está muy difícil". "Los precios son muy altos, hasta en el mercado agropecuario", donde el régimen 'castrista' ha vuelto a imponer cupos para evitar el desabastecimiento. "Tanto que para poder comer prácticamente tienes que invertir el salario completo. El pueblo está ahogado. La economía está asfixiada".

El germen de la protesta

Los tres coinciden en que la suspensión del histórico diálogo iniciado en 2014 por las administraciones de Raúl Castro y Barack Obama, debido a la llegada de Trump a la Casa Blanca, "no ha alterado tanto la vida de los cubanos" porque "las medidas eran insuficientes", sostiene Roque.

El verdadero cambio habría venido con el fin del bloqueo, una decisión para la que el presidente y el Congreso deben ponerse de acuerdo y hacia la que Obama había comenzado a caminar. "Ahora los 'reformistas' del régimen deben estar lamentándose" porque esa oportunidad no se va presentar con Trump, estima Fariñas.

Lo único bueno de estas negociaciones -apuntan- es que el pueblo cubano se ha dado cuenta de que no puede contar con Estados Unidos, ni siquiera con la Unión Europea, con quien acaba de normalizar relaciones, para solucionar sus propios problemas.

Roque explica que el fin de la política migratoria de 'pies secos/pies mojados' --que permitía a los emigrantes cubanos obtener la residencia legal si tocaban suelo estadounidense-- "ha hecho entender a mucha gente que no pueden escapar a otro país, que lo que no les guste deben solucionarlo desde dentro".

"El verdadero cambio no ha sido la muerte de Fidel. Lo que ha cambiado de manera definitiva es la mentalidad de la sociedad cubana", destaca Fariñas. Este año sí se ha percibido una mayor "exigencia social", a través de "protestas muy puntuales", no sobre política, sino "por los problemas que el Gobierno no resuelve".

Una Cuba sin los Castro

La comunidad internacional espera que los acontecimientos se precipiten en febrero, cuando Raúl renuncie a la Presidencia, tal y como anunció en el último congreso general del PCC, y cuando la Asamblea Nacional emanada de un proceso electoral en municipios y provincias que arrancará este domingo designe a su sucesor.

Con ello, los hermanos Castro, que han dominado Cuba durante 57 años, habrán desaparecido por completo de la primera línea. Los analistas políticos señalan como potencial sucesor al primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, que pertenece a la hornada de dirigentes nacidos después de la Revolución y del que se espera un rumbo aperturista.

Sin embargo, desde la oposición advierten de que en Cuba nada es tan fácil. "Aquí la persona más importante del país no es el presidente o el primer ministro. Es el secretario general del partido porque el partido lo es todo. Y Raúl va a seguir siéndolo al menos hasta 2021", enfatiza Roque.

Fariñas, por su parte, alerta de que, aunque Díaz-Canel sea la cara visible del régimen -"para que no se diga que en Cuba hay una dinastía política como en Corea del Norte"- en los últimos tiempos uno de los hijos de Raúl, Alejandro Castro Espín, ha hecho "maniobras" para colocar a sus "allegados" en los puestos clave y "seguir ejerciendo el poder entre bambalinas". "Ha estado poniendo y quitando ministros, alcaldes y diplomáticos", revela.

"Da igual que se vaya Raúl. Da igual que se vayan todos los Castro. El cambio en Cuba llegará cuando comiencen a respetarse las leyes y haya derechos y libertades", defiende la dama de blanco. Roque subraya que "el pueblo cubano debe interiorizar que o busca democracia o se resigna a vivir en la pobreza". "Ya ha empezado a despertar y me imagino que algún día despertará del todo y dirá 'esto no es lo que quiero'".

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