La estabilidad de la era Merkel se tambalea al cumplir los doce años

El 22 de noviembre de 2015 Angela Merkel se convirtió en la canciller más joven y la primera mujer al frente de la República Federal de Alemania.

La canciller alemana, Angela Merkel.
La canciller alemana, Angela Merkel.
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La canciller alemana, Angela Merkel, cumplió hoy doce años en el cargo, una carrera en la que ha tenido como máxima la estabilidad y la búsqueda de acuerdos y que ahora se tambalea, tras fracasar las negociaciones para formar un nuevo gobierno.

La jefa de gobierno más longeva de la Unión Europea fue investida por vez primera el 22 de noviembre de 2015, con 51 años, convirtiéndose en la canciller más joven de la República Federal de Alemania (RFA), además de la primera mujer y la primera persona crecida en el este del país al frente del Ejecutivo.

La líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) ha gobernado dos legislaturas -la primera y la tercera- en gran coalición con su teórico principal rival, el Partido Socialdemócrata (SPD), mientras que en la segunda lo hizo con el Partido Liberal (FDP).

Fueron los liberales, su supuesto aliado natural, quienes el pasado domingo echaron por tierra la posibilidad de que su cuarto mandato fuera un tripartito en el que también participaran Los Verdes, al romper las negociaciones abiertas cinco semanas atrás.

Merkel sigue así en funciones, mientras el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, sondea la disposición del resto de partidos a apoyarla, desde dentro o desde fuera del Gobierno, con el fin de evitar que se repitan las elecciones.

Tras recibir ayer a verdes y liberales, Steinmeier se reunió este miércoles con el presidente de la Unión Socialcristiana (CSU) -ala bávara de la CDU de Merkel-, Horst Seehofer, y mañana ha citado al líder del SPD, Martin Schulz.

Tras el rechazo tajante de la dirección socialdemócrata a una nueva gran coalición con Merkel, han comenzado a surgir las primeras críticas internas a la apuesta de Schulz por un adelanto electoral, con voces que cuestionan las ventajas de nuevos comicios y piden no descartar la posibilidad de dejar gobernar a Merkel en minoría.

Y como primera tímida crítica interna a la canciller tras su imposibilidad de formar gobierno, las juventudes de la CDU de Düsseldorf pidieron el miércoles la dimisión de Merkel.

Ella, que hace gala de que cuando llegó al poder en 2005 Alemania era "el enfermo de Europa" y se ha convertido en "un ancla de estabilidad", ha avanzado que, en pos de esa solidez, preferiría nuevas elecciones a un gobierno en minoría, fórmula inédita en la historia reciente alemana.

"El presidente alemán tiene la última decisión. Si ahora hay nuevas elecciones -si hubiese, debo decir- no las temo en absoluto. Prometí en la campaña electoral estar cuatro años disponible", señaló el lunes a la televisión pública con su habitual tono sosegado.

Con esa aparente serenidad y su proverbial flexibilidad, que le ha permitido asumir como propias iniciativas ajenas y defender sin complejos propuestas que previamente había rechazado, Merkel ha consolidado el liderazgo en un mundo azotado sucesivamente por la crisis financiera, la del euro y la de los refugiados.

Su defensa acérrima de la austeridad enturbió su imagen en los países del sur europeo más afectados por la crisis, pero apuntaló su figura en Alemania.

Su decisión de abrir en el verano de 2015 las fronteras a cientos de miles de solicitantes de asilo que se hacinaban en Hungría y Austria despertó admiración en muchas esferas internacionales, pero abrió complicadas heridas en los sectores más conservadores de su país.

En las elecciones del 24 de septiembre, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) irrumpió con su discurso xenófobo por vez primera en el Bundestag como tercera fuerza parlamentaria.

El resto de grupos políticos excluyen cualquier tipo de acuerdo con este partido y el presidente no lo había invitado a la ronda de conversaciones abiertas ante la crisis institucional, pero hoy rectificó su decisión.

Los líderes parlamentarios de AfD y de La Izquierda, también descartados para gobernar por las fuerzas mayoritarias, se reunirán la próxima semana con el jefe del Estado.

Mientras en Bruselas y en la industria alemana se confía en que esta fase de inestabilidad dure lo menos posible para evitar incertidumbres a los actores económicos y a los socios europeos, Merkel no ha vuelto a hablar en público desde el lunes.

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