El "capo de capos" que nunca se arrepintió por los cientos de asesinatos que cometió y ordenó

Muere Riina, el sanguinario "capo de capos" de Cosa Nostra.

El jefe de jefes de la mafia, Salvatore Toto Riina, durante su juicio en abril de 1993.
El jefe de jefes de la mafia, Salvatore Toto Riina, durante su juicio en abril de 1993.
AP Photo/Guilio Broglio

Totò Riina, el "capo de capos" de la Cosa Nostra, la mafia siciliana, murió a los 87 años, en el área para detenidos de un hospital de Parma (norte), sin mostrar nunca un ápice de arrepentimiento por los cientos de asesinatos que cometió y ordenó, como el de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borselino en 1992.

Riina fue el padrino de los Corleoneses y "capo de capos" de todas las familias de Cosa Nostra, sus tentáculos llegaron a altos niveles de la política y desafió al Estado con atentados.

Durante sus apariciones en los numerosos juicios que afrontó y por los que fue condenado a 26 cadenas perpetuas nunca demostró arrepentimiento ni colaboró con la Justicia, enterrando así numerosos secretos de la historia criminal y política del país.

Salvatore 'Toto' Riina conocido también como "U Curtu" ("el corto") por su baja estatura, nació en Corleone, en la isla de Sicilia, el 16 de noviembre de 1930.

Riina inició su carrera criminal con 18 años cuando fue condenado por el asesinato de un coetáneo durante una pelea y en 1956 al salir de la cárcel por reducción de la pena entró a formar parte de los sicarios de Luciano Leggio.

Se distinguió inmediatamente por su ferocidad y falta de escrúpulos por lo que tras aniquilar a todo el clan rival de Michele Navarra, médico y jefe de los Corleoneses, Leggio le hizo su brazo derecho.

Durante un control policial en 1963 volvió a ser arrestado al encontrarle documentos falsos y armas, pero no fue condenado por insuficiencia de pruebas y desapareció para la Justicia durante 20 años.

En 1969, junto con a otro de los jefes de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, protagoniza una de las etapas más sanguinarias de enfrentamientos dentro de la mafia.

Se le atribuyen más de 100 homicidios que cometió con sus propias manos y otros tantos que ordenó, como el del ex secretario provincial de la Democracia Cristiana Michele Reina o el presidente de la región Sicilia Piersanti Mattarella, hermano de Sergio, actual Jefe de Estado italiano.

Después de la captura de Leggio el 16 de mayo de 1974, Riina ocupa su lugar y se convierte en el "capo de capos" de Cosa Nostra que vive su periodo de oro con el tráfico de droga y gracias a los lazos con la política en todas las contratas públicas y en la construcción.

Riina inicia una segunda guerra de Cosa Nostra eliminado a todo aquel que interfería en sus negocios como Stefano Bontande o a su aliado Totuccio Inzerillo.

El exalcalde de Palermo, Vito Ciancimino, quien fue durante años su referente político como se ha comprobado en varios juicios, inventó para él el nombre de 'La Belva' (La Bestia), ya que en la capital siciliana en esos años se contaba un muerto al día por ajustes de cuentas de la mafia.

Durante el llamado 'Maxi Proceso' que comenzó en 1986 en el que fueron juzgados más de 100 mafiosos en un búnker construido en los alrededores de la cárcel palermitana de Ucciardone por motivos de seguridad, los acusados apuntaron el dedo contra Riina.

Guerra también contra el Estado

Riina declaró también guerra al Estado y sobre todo al llamado "pool antimafia", el equipo de fiscales encargado de investigar sobre los negocios y delitos de Cosa Nostra y de los que formaban parte Giovanni Falcone y Paolo Borselino.

El primero que pagó este desafío fue el eurodiputado de la Democracia Cristiana y exalcalde de Palermo, Salvo Lima, el 12 de marzo de 1992 y después llegaron los atentados contra Falcone y Borsellino ese mismo año.

El 15 de enero de 1993, los carabineros arrestaron a Riina cuando salía de una casa de Palermo, donde vivía con su mujer Ninetta Bagarella, y sus cuatro hijos Lucia, Concetta, Giovanni y Giuseppe Salvatore.

Sobre su detención existen aún muchos puntos oscuros, pues se desconoce si fue un chivatazo de uno de sus fieles Baldassare Di Maggio, arrepentido y que después contaría durante un proceso el famoso beso entre Riina y el siete veces primer ministro italiano, Giuli Andreotti.

Sus últimas apariciones habían sido en videoconferencia para declarar en el juicio que pretendía aclarar si el Estado emprendió una negociación con la mafia siciliana en la década de los noventa del siglo XX para parar la violencia.

El caso se reabrió después de que Massimo Ciancimino, hijo del exalcalde de Palermo, aseguró que su padre le dejó antes de morir en 2002 un folio con las 12 peticiones que Riina habría hecho al Estado para poner fin a los atentados de aquellos años.

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