Dorado laurel en venta.

Una de las hojas que formaba parte de la corona de Napoleón Bonaparte será subastada el próximo mes en París.

Jacques-Louis David recibió una orden clara. Debería plasmar en un cuadro de tamaño considerable la coronación de Napoleón como emperador. Esa obra era 'La consagración', que el artista parisino realizó entre 1806 y 1807. Nada se podía dejar al azar. Y un elemento fundamental era la corona que debía portar el conquistador de media Europa -hasta que en 1815 perdió ante los aliados dirigidos por el duque de Wellington en Waterloo- para presentarse al mundo como emperador. Necesitaba laurel, al más puro estilo Julio César, pero más sofisticado. Napoleón necesitaba algo más noble. Mejor una corona de oro que imitase las hojas de laureles. Algo más propio para Bonaparte.

Pero una cosa es tener una idea brillante y otra ponerla en práctica. En este caso, el resultado no fue del agrado de Napoleón. El encargado de la obra fue el orfebre Martin Guillaume Biennais, que hizo una corona con 44 grandes hojas y doce más pequeñas. Napoleón le dijo que le encajaba a la perfección, pero que pesaba demasiado. Así que el maestro Biennais, que era el orfebre oficial de Napoleón, se llevó la corona a casa y cogió seis hojas, una para cada una de sus hijas. Una de esas partes, con sus nervaduras talladas, se subastará el próximo 19 de noviembre en la casa Osenat. El valor de la pieza está estimado entre 100.000 y 150.000 euros. «Había sido conservada por la descendencia del orfebre hasta la actualidad», según la casa de subastas, con sede en Fontainebleau, cerca de la capital francesa. Se desconoce qué sucedió con las otras cinco hojas retiradas.

La corona, en cambio, fue fundida durante el periodo subsiguiente de la Restauración con el resto de atributos de poder creados por Napoleón, como su cetro. La corona había sido facturada por 8.000 francos, una suma considerable para la época. La caja que la contenía fue vendida por 1.300 francos, según señala AFP. Con este anuncio, la casa de subastas busca repetir el éxito que tuvo hace tres años con un sombrero de Napoleón.

El bicornio -procedente de la colección privada de Joseph Giraud, veterinario de la casa imperial- se vendió a un coleccionista coreano por 1,8 millones, cuando el precio de salida era de 400.000 euros. T. K. Lee se hizo, de esta manera, con uno de los 19 sombreros de Napoleón que todavía se conservan. Los historiadores calculan que usó a lo largo de su vida unos 120 bicornios durante los casi quince años de poder absoluto. Este objeto, junto a otros que pertenecieron al líder francés, provenían de los fondos del Principado de Mónaco, que necesitaba sitio para un museo dedicado a la princesa Grace. Así, se vendieron insignias y medallas, documentos, llaves, cartas, cubiertos, pequeñas y grandes águilas; retratos y bustos de Napoleón, anillos, soldados de plomo u objetos del exilio en la isla de Santa Elena (cuadros, vajillas, fusiles, espadas y algunas prendas de vestir).

El anuncio de esta subasta coincide con la inauguración de una exposición con 160 obras sobre el emperador francés en el Museo de Bellas Artes de Arras.

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