Maduro encadenado

Gervasio Sánchez despide su diario en Venezuela desde Sabaneta, la cuna de la revolución bolivariana. "La ilusión ha desaparecido", resume un joven que en su día fue chavista.

Jóvenes pasan ante un cartel de Chávez en la localidad venezolana de Sabaneta.
Jóvenes pasan ante un cartel de Chávez en la localidad venezolana de Sabaneta.
Gervasio Sánchez

El presidente de Venezuela, Nicolas Maduro, aparece en todas las cadenas de televisión y de radio venezolanas para anunciar una subida salarial. En cualquier otro país un acontecimiento de ese calibre sería recibido con júbilo. Pero no en Venezuela. “Nos ponemos temblar cada vez que se anuncia una subida porque sabemos que los precios de los productos básicos se dispararán aún más”, me repiten varias personas en los días posteriores. Un analista político ironiza: “Nuestro salario sube por la escalera mientras la inflación se desplaza en ascensor”.

Cuidado, hablamos de una subida de un 40%. Es la cuarta subida salarial de este año, trigésima octava desde que comenzó la revolución bolivariana en 1999. Dice la oposición que sólo en agosto ha habido una inflación del 33,8% y  la acumulada en lo que va de año es del 366,4%.

Maduro, encadenado en todas las televisiones y radio, también anuncia el control de los precios de 50 productos básicos y decreta que su cumplimiento sea vigilado por “fiscales populares”. Además, el presidente venezolano quiere aplicar un nuevo sistema de pagos internacionales con monedas como el yuan chino, el yen japonés, la rupia india e, incluso el euro, para liberar al país de “las garras del dólar como moneda opresora” y poner fin a "los chantajes" y las "sanciones imperialistas a través del dólar y el sistema financiero estadounidense".

Maduro sube el tono amenazador a medida que avanza su discurso: “"Llueva, truene o relampaguee nosotros vamos a lograr la paz económica, la prosperidad y la estabilidad de los precios. Lo quiero hacer por las buenas, pero si tengo que hacerlo por las malas y convertirme en un dictador para garantizarle los precios al pueblo lo voy a hacer".

Vayamos a los números. El salario mínimo alcanza los 136.544 bolívares que, junto al bono de alimentación de 189.000 bolívares, se sitúa en los 325.000. Antes de que Maduro empiece a hablar esa cantidad equivale a 13,41 euros. Al poco de finalizar su discurso ha perdido un 4,33% y se ha reducido a 12,83 euros. Todo en menos de ocho horas. Justo una semana después el salario vale dos euros menos y el bolívar se ha devaluado un 15%.

Sabaneta es la patria chica de Hugo Chávez. El lugar donde nació, la cuna de la revolución bolivariana, dice un gran cartel de bienvenida a la entrada de la localidad. “Si uno pudiera volver a nacer y pedir dónde. Yo le pediría a Papá Dios: mándame al mismo lugar. A la misma casita de palmas inolvidable”. La frase del propio Chávez, fallecido en 2013, recuerda su origen humilde.

Las calles del pueblo están repletas de pintadas chavistas. Contrastan con los grafitis que hay en muchas otras ciudades insultando a Maduro. La casita de palmas ya no existe. Enfrente se ha construido un museo, vigilado por soldados del ejército. Hay fotografías de la infancia de Chávez y sus primeros años escolares. En el jardín media docena de árboles han sido plantados por mandatarios extranjeros.

En la plaza de Bolívar quiero hacer una fotografía del enésimo cártel chavista. El grupo que charla a su sombra se disuelve antes de que pueda encuadrar. “No me gusta aparecer al lado de un dictador”, me dice minutos después un hombre ya maduro. “Son un desastre y está hundiendo cada día este país”, comenta sin cortarse.  Le pregunto a varias chicas vestidas con camisetas de Chávez si son chavistas y me lo niegan con gestos. “Las regalaban y las hemos cogido”, me dice la más parlanchina.

Maduro encadenado

Estamos en un granero chavista cuyo alcalde hasta su fallecimiento hace poco más de un año fue Aníbal Chávez, hermano de quien fue presidente de Venezuela durante 14 años. Pero la frialdad rige los comentarios de la mayoría de los consultados. “Vivimos tiempos muy difíciles y la ilusión ha desaparecido”, me resume un joven que fue chavista en el pasado, pero que se muestra muy crítico con Maduro.

Efraín Rincón, especialista en estudios de opinión, asegura que Maduro ha dilapidado tres millones de votos chavistas. La caída de los precios del petróleo y también de la producción, la cerrazón del gobierno y su camarilla, incluida la cúpula militar, la élite gobernante a los que se les conoce como boliburgueses (boli por Bolívar) y la corrupción galopante, han provocado cuatro años de caída del Producto Interior Bruto (PIB) y ha dañado irremediablemente el proyecto bolivariano. “Ningún país del mundo puede soportar una situación como la actual. Se calcula que este año la caída del PIB puede alcanzar el 12%”, me recuerda Rincón.

El gobierno de Maduro responsabiliza del desastre económico a factores externos: “la guerra económica se sustenta en la conspiración entre la oligarquía criolla, el imperialismo yanqui e incluye hasta la derecha española, únicos responsables de la situación catastrófica”, explica el analista.

En la lógica del gobierno, esta conspiración orquestada por la oposición se soluciona con la persecución y el encarcelamiento de los líderes opositores. “Convertirlos en polvo cósmico, aniquilar cualquier posibilidad de negociación, cerrar todos los resquicios democráticos. Pero esa forma de manipular es menos creíble cada día que pasa”, afirma Rincón.

Los incondicionales del gobierno de Maduro “deben estar en el orden de 12 al 15%”, según este experto en encuestas. Es una minoría organizada y muy obediente, estructurada para difundir el discurso oficial del gobierno bolivariano. Muchos de ellos se beneficiaron de los programas sociales del chavismo después de décadas de exclusión económica y abandono social durante los años de gran bonanza gracias a los altos precios del petróleo.

En una reciente encuesta realizada por Consultores 21, el 73%  de los venezolanos tiene una visión muy negativa del gobierno de Maduro y sólo un 18% señala que la gestión “es muy buena”. Un alto porcentaje de la población se siente angustiada y cree que la situación va a empeorar de aquí a final de año.

El próximo episodio político tiene fecha concreta: elecciones de gobernadores convocadas para mediados de octubre. Otros sondeo de la misma encuestadora asegura que sólo el 26% de los entrevistados se considera partidarios de Maduro mientras que el 9% afirma ser chavistas pero no maduristas.

Hay un 50% de venezolanos que se declaran opositores y partidarios del Mesa de la Unidad Democrática, la oposición que forman tendencias democristianas, socialdemócratas, centristas y conservadoras. Hay otro 8% que son opositores pero no simpatizan con esta coalición. Una encuesta de marzo realizada por Meganálisis reveló que la oposición lograría ganar 16 gobernaciones mientras que el chavismo se quedaría con siete.

Venezuela, fuera de foco / Diario de Gervasio Sánchez

Capítulo 1 El puente de los lamentos

Capítulo 2 Desayuno criollo

Capítulo 3 El rey camión

Capítulo 4 Policías acostados

Capítulo 5 La gran quebrazón

Capítulo 6 Corrupción endémica

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