Los yihadistas, en el punto de mira del francotirador español de Al Raqa

Arges Artiaga lleva dos meses y medio en el norte del país luchando contra los yihadistas en las filas de las Fuerzas de Siria Democrática.

Vigilar, apuntar y abrir fuego... es la rutina de Arges Artiaga, el francotirador español que lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI) en la ciudad siria de Al Raqa, "capital" del califato autoproclamado por los radicales.

Artiaga, que emplea un pseudónimo para identificarse, lleva dos meses y medio en el norte del país luchando contra los yihadistas en las filas de las Fuerzas de Siria Democrática, alianza armada encabezada por milicias kurdas y apoyada por Estados Unidos.

"Estoy aquí con otro británico, nos encontramos delante del 'Dáesh' (acrónimo en árabe de Estado Islámico), que está a unos 200 metros, somos los únicos extranjeros en este frente, no sé en el resto", explica Artiaga en una conversación por internet.

No es la primera vez que este gallego, de 43 años, viaja a Siria, porque antes estuvo en otras dos ocasiones con los grupos kurdos, "en total casi un año y medio", en lugares como Tel Tamr, en la provincia de Al Hasaka, y en la presa de Tishrin, cerca de Kobani, en la región de Alepo.

Su tarea en Al Raqa consiste "en avanzar hasta la línea del frente un día sí y otro no, buscar una buena posición y hacer el trabajo", detalla Artiaga, que por el momento no se ha encontrado con ningún otro español que luche junto a las FSD en la urbe.

Con quienes sí que se ha topado alguna vez y ha podido conversar ha sido con combatientes del EI: "Mi antigua unidad capturó a varios prisioneros", afirma.

"Hay de todo, desde el típico que te dice que se vio obligado (a unirse al EI) por las más variopintas excusas y que lo engañaron, hasta el que te dice que lo que ha hecho es normal y que tiene todo el derecho a hacerlo", subraya.

Pese a ser francotirador de las FSD, "jamás confesaré que he matado a nadie, eso queda entre el Creador y yo", apunta Artiaga, quien, no obstante, asegura que no es una persona religiosa. "No creo ni en dogmas políticos ni religiosos".

Antes de acudir a Siria, este hombre trabajaba "un poco de todo. Economía española, ya sabes". Decidió dejar atrás novia, familia y amigos no tanto con la idea de luchar contra el EI como con la voluntad de ayudar a la gente y proteger a sus hijos. El resorte que le movió a viajar fue la masacre de los yazidíes en Irak.

"Me quedé muy tocado, y viendo que ningún Gobierno movía un dedo después del ataque a Kobani (en Siria) decidí hacer algo yo", recuerda este hombre, que se sufraga él mismo todos los gastos.

Hace dos años y medio, entró en contacto con las fuerzas kurdas a través de internet y, aunque por seguridad no puede dar detalles sobre cómo ha entrado en el territorio sirio, señala que no ha sido a través de la frontera con Turquía.

Estos viajes le han acarreado algún que otro problema con las autoridades españolas, pero nunca ha sido detenido: "Han intentado juzgarme acusándome de 28 homicidios, de participar en un conflicto extranjero, de usar armas de guerra ...", enumera.

"¡Ah! La mejor es esta, poner en riesgo la neutralidad de España. Podemos explicarle al 'Dáesh' que somos neutrales", dice irónico.

Artiaga destaca que no es ni mucho menos un loco y reconoce que en muchas ocasiones se ha hallado en situaciones peligrosas en las que se ha planteado regresar, aunque siempre hay algo que le lleva a quedarse.

"Simplemente no puedo olvidar y marcharme como si nada, he perdido a muchos amigos aquí, su sangre está en esta tierra, así como la mía y mis lágrimas", reflexiona.

"Además, sigo teniendo amigos aquí que son como mi familia, he visto lo que el 'Dáesh' hace con mujeres y niños, esta es mi tierra también ahora", añade.

Hace poco, Artiaga perdió a cuatro amigos "de un plumazo, fue un coche trampa" que intentaron desactivar cuando estalló.

Además, hace año y medio resultó herido por un trozo de metralla que alcanzó el visor de su rifle y que estalló en su ojo, aunque actualmente está recuperado tras recibir tratamiento en Al Hasaka y en España.

Pese a que arriesga su vida todos los días, Artiaga permanecerá en Al Raqa hasta el final. ¿Y el día que el EI desaparezca? "Supongo que sentaré la cabeza", dice mientras se ríe el español, quien matiza enseguida: "la verdad es que no tengo ni idea de cómo voy a volver a una vida normal después de esto".

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