Macron rompe el aislamiento de Trump

Los presidentes estadounidense y francés anuncian una iniciativa diplomática para la posguerra en Siria como fruto de su recuperada armonía.

Los mandatarios y sus esposas cenaron en la Torre Eiffel
Los mandatarios y sus esposas cenaron en la Torre Eiffel
AFP PHOTO / SAUL LOEB

La amistad y los lazos indestructibles por encima de todo. Emmanuel Macron y Donald Trump entonaron ayer al unísono un canto a la alianza histórica entre sus dos países como vía para superar sus diferencias políticas. El presidente francés tendió la mano a su homólogo estadounidense para sacarlo del aislamiento diplomático con la disculpa de una invitación al desfile militar del 14 de Julio para conmemorar el centenario de la entrada de EE. UU. en la Primera Guerra Mundial. El anuncio de una iniciativa rápida para una solución del conflicto en Siria fue el principal fruto de la escenificada sintonía que hasta limó asperezas en las divergencias sobre el Acuerdo de París sobre el cambio climático.

Macron y Trump multiplicaron los gestos de entendimiento, concordia y complicidad a lo largo de la primera jornada del viaje oficial de dos días del inquilino de la Casa Blanca a París. Tras una reunión de trabajo en el palacio del Elíseo, los presidentes francés y estadounidense destacaron la convergencia de sus puntos de vista en asuntos de la agenda internacional como el comercio, la seguridad, la lucha contra el terrorismo o la necesidad de una estabilidad en Oriente Próximo, Libia o el Sahel. "Nuestras relaciones son hoy excelentes", proclamó Trump, visiblemente satisfecho de aprovechar las muestras de confianza ofrecidas por su popular interlocutor.

Testimonio de la recobrada armonía entre los dos mandatarios fue la decisión de construir la hoja de ruta política de la posguerra en Siria y de iniciar un grupo de contacto para preparar pronto una iniciativa diplomática concreta. Este núcleo facilitador estará integrado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, las potencias regionales, representantes de Bashar al-Assad y delegados de sensibilidades de la oposición al régimen sirio.

El-Asad, ya no sobra

"El alto el fuego en Siria prueba que las discusiones con Vladímir Putin son un éxito", valoró Trump, mientras Macron confirmó que la destitución de El-Asad ha dejado de ser una condición previa para la conversaciones en la doctrina de París.

En la manzana de la discordia climática, el presidente francés insistió en su voluntad de convencer a su homólogo de regresar al Acuerdo de París que, a su juicio, es compatible con la creación de empleo. Trump incluso entreabrió un resquicio a una reconsideración de su espantada al declarar que "ya hablaremos llegado el momento". "Si pasa algo sería maravilloso y si no pasa nada estaría bien también", dijo enigmático.

El mandatario americano se deshizo en elogios hacia su valedor: "Un gran líder, un duro que no se va a andar con contemplaciones con los que están fuera de la ley". "París es la ciudad más bella del mundo y seguirá siendo hermosa y pacífica. Yo tengo la intención de volver", aseguró. "Será bienvenido", apostilló el anfitrión.

Los Trump fueron recibidos oficialmente por los Macron con honores militares en Los Inválidos, histórico edificio para los heridos en combate, donde visitaron el Museo Nacional de Guerra y las tumbas de Napoleón y del mariscal Foch, comandante supremo de las fuerzas aliadas en la Primera Guerra Mundial. Acto seguido, Melania Trump acudió al hospital infantil Necker y se interesó por varios niños enfermos antes de ser obsequiada con un ejemplar de 'El Principito', de Saint-Exupéry. "Voy a guardarlo para practicar mi francés", dijo sonriente en referencia a una de las cinco lenguas que domina según su portavoz.

Las esposas

Por la tarde, la 'first lady' estuvo acompañada por la primera dama francesa, Brigitte Macron, en un desplazamiento a la catedral de Notre Dame y en un paseo en barco por el Sena. Las dos mujeres lucieron modelos de firmas francesas: Trump uno rojo de Christian Dior y Macron uno blanco de Louis Vuitton. Los servicios de protocolo locales rechazaron la petición estadounidense de cerrar al público por razones de seguridad el museo de Orsay y otros lugares turísticos que deseaban incluir en el programa.

La pareja anfitriona invitó a cenar sus huéspedes en el restaurante de lujo Jules Verne, situado en la segunda planta de la torre Eiffel, que ofrece una panorámica de tarjeta postal desde el monumento emblemático de la capital francesa. Fue la estratagema confesa del Elíseo para demostrar al inquilino de la Casa Blanca que "París sigue siendo París" con los atractivos turísticos inalterables pese a los atentados yihadistas que habían dado pie a sus críticas sarcásticas. "¿París? Ya no voy. París ya no es París", dijo Trump en febrero que le había comentado su "amigo Jim", una declaración que hirió en su orgullo a los franceses.

"Puedo decirles sin titubeos que será una cena de amigos", había adelantado Macron. "Porque somos los representantes de dos naciones que son aliadas desde siempre y porque hemos construido una relación fuerte a la que estoy apegado, pues es importante para nuestros dos países", argumentó el presidente francés.

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