El laberíntico casco antiguo de Mosul pierde su único faro

Estado Islámico ha volado por los aires el icónico minarete de la mezquita de Al Nuri, del siglo XII.

El Daesh ha volado el minarete de la mezquita de Al Nuri, en Mosul, desde donde precisamente se autoproclamó el Estado Islámico.
El Daesh ha volado el minarete de la mezquita de Al Nuri, en Mosul, desde donde precisamente se autoproclamó el Estado Islámico.
EFE

El casco antiguo de Mosul, un laberinto de callejones angostos y retorcidos, ha perdido su único faro, el minarete de la mezquita de Al Nuri, después de que el grupo terrorista Estado Islámico (EI) la hiciera volar por los aires.

Los 45 metros del icónico minarete inclinado, construido en ladrillo con relieves de motivos geométricos, destacaba por encima de los tejados de esta ciudad del norte de Iraq desde el siglo XII.

Era la única referencia arquitectónica reconocible en un enmarañado de calles antiguas, aunque muchas veces, por la propia estrechez de las mismas, no se podía ver a no ser desde las azoteas.

Desde la noche de este miércoles, el minarete y la mezquita se sumaron a la larga lista de monumentos de Mosul convertidos en ruinas en los tres años de dominio de los radicales.

Corrieron el mismo destino el castillo medieval lde Bashtabia, ubicado a orillas del Tigris y que formaba parte de la antigua muralla, el mausoleo del profeta Jonás e incontables piezas en el museo de la ciudad.

A pesar de la destrucción causada por el EI y los bombardeos de la coalición internacional, que han reducido a escombros muchas viviendas del casco antiguo, la zona pervive como espejo de la mezcla de culturas y civilizaciones que ha forjado la antiquísima historia de Iraq.

En las casas, mezquitas, iglesias y otros monumentos hay rastro del paso de los asirios, árabes, persas, hebreos, turcos y también, de los ingleses que ocuparon la zona después de la caída del imperio Otomano, explica a Efe el historiador Omar Salah al Din.

El Mosul Antiguo es una amplia zona residencial, dividida en 35 sectores, donde antes de la ocupación del EI en 2014 llegaron a vivir 200.000 personas, aunque la población disminuyó notablemente cuando los yihadistas expulsaron o mataron a los cristianos que residían en la zona.

La gran densidad de población es uno de los factores que, hasta ahora, ha ralentizado el avance de las tropas, unida a la estrechez de las calles.

En algunas partes, la anchura de las calles llega a menos de un metro, por eso es imposible pasar con un vehículo, lo que lleva a los vecinos a transportar las cargas a mano o a caballo y, ahora, deja a los militares sin el amparo de los carros blindados que han usado en otros barrios de Mosul.

El terreno no es plano, ya que se encuentra en la zona de la colina de Tel Al Qaliat, donde los asirios construyeron castillos defensivos cerca del río Tigris, según Salah al Din.

El mayor icono del casco antiguo era precisamente la gran mezquita de Al Nuri y su minarete, conocido desde la Edad Media como "Al Hadba", el jorobado, por su inclinación.

Desde el alminar de Al Nuri, el líder del EI, Abu Bakr al Bagdadi, se autoproclamó califa el 29 de junio de 2014, tres años antes de que sus acólitos la redujesen a ruinas.

Además, en la zona hay otras mezquitas, la iglesia del Reloj, el monasterio de los padres dominicos, los mausoleos de dos profetas, un edificio gubernamental y numerosos zocos, cada uno de ellos especializados en productos como oro, especias, vidriería, libros, carne, verduras, artesanía o productos electrónicos.

El historiador explica que el muro antiguo estaba compuesto de 18 torres y trece puertas, que ahora no existen, pero dan sus nombres a sectores del casco antiguo, entre ellos, Bab Sinyar, Bab al Biad, Bab Tub y Bab Lakash, donde precisamente se desarrollan los combates estos días.

Las casas antiguas de la zona tienen puertas de hierro o madera y dentro suelen tener un patio con un jardín, llamado "hosh", alrededor del cual están los dormitorios y la sala, además de un sótano y una azotea, donde se suele ubicar el baño, para evitar el mal olor.

Los habitantes de esta zona eran una mezcla entre cristianos y musulmanes, antes de que los yihadistas expulsasen a los cristianos del área, y normalmente los apellidos de las familias pertenecen a sus trabajos, éticas o creencias.

Los habitantes del casco antiguo, mermados desde la ocupación del EI, viven ahora entre ruinas por los bombardeos y padecen hambruna por el asedio de las fuerzas gubernamentales, que se prolonga desde febrero pasado.

Muchas personas se han visto obligados a comerse a los gatos para subsistir, algo que ya ocurrió dos veces en la historia de la ciudad, en la hambruna que se desató en 1878, durante el imperio Otomano, y en 1917, al final de la Primera Guerra Mundial, según señaló el historiador.

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