La candidatura de Fillon se tambalea tras anunciar que será imputado

El aspirante lanzó un agresivo ataque a la Justicia al tildar su próxima imputación de "asesinato político".

François Fillon.
Fillon pide que se anule su causa porque dice que viola sus "derechos fundamentales"
Afp

El aspirante conservador a la Presidencia francesa, François Fillon, ve tambalearse su candidatura tras anunciar que será imputado por el caso de los supuestos empleos ficticios que concedió a su familia, lo que disparó las primeras deserciones en su campaña.

Para controlar la onda expansiva del anuncio, Fillon tomó la iniciativa. En una declaración rodeado por algunos de los pesos pesados de su partido, el aspirante lanzó un agresivo ataque a la Justicia al tildar su próxima imputación de "asesinato político".

La jornada había nacido enrarecida, con la repentina suspensión de su programada visita al Salón de la Agricultura y con una imprevista comparecencia ante los medios que desató todos los rumores.

Al mediodía, Fillon despejó las dudas sobre su eventual retirada, una posibilidad que de nuevo rechazó, pero solo tras lanzar la "bomba" de su próxima imputación. "Mi abogado ha sido informado de que seré convocado el 15 de marzo por los jueces de instrucción para ser imputado", señaló al comienzo de su intervención en una sala, atestada de periodistas, en la sede de su campaña.

El exprimer ministro arrojó dudas sobre el calendario y la rapidez de su proceso, y defendió una vez más su inocencia, aunque aclaró que acudirá a la citación judicial -pese a poder negarse por su aforamiento como diputado- "por respeto a las instituciones".

"Más allá del proceso judicial, ahora solo apelo al pueblo francés. Solo el sufragio universal, y no un proceso acusatorio, puede decidir quién será el próximo presidente de la República. No cederé, no me retiraré, iré hasta el final", señaló.

El pasado viernes, los jueces de instrucción le abrieron una investigación judicial por los cargos de malversación de fondos públicos, tráfico de influencias y ocultación de actividades, después de que la Fiscalía Nacional Financiera les trasladase el caso.

La Fiscalía había lanzado las pesquisas preliminares a raíz de las revelaciones del semanario 'Le Canard Enchainé' de que Fillon había contratado a su esposa Penelope y a dos de sus hijos como asistentes parlamentarios, pero que no había pruebas de que hubiesen cumplido con esa labor.

La dura carga de Fillon contra el poder judicial despertó el rechazo inmediato de sus rivales políticos, comenzando por el presidente, el socialista François Hollande, que reivindicó que, "como garante de la independencia de la autoridad judicial", no puede permitir ese tipo de acusaciones.

"Una candidatura a las presidenciales no autoriza a suscitar sospechas sobre el trabajo de policías y jueces, a crear un clima de desconfianza incompatible con el espíritu de responsabilidad y, aún peor, a lanzar acusaciones extremadamente graves contra la Justicia y a mayor escala contra las instituciones", dijo Hollande.

Pero las peores noticias para Fillon llegaron desde su propio bando, con las primeras deserciones de calado de correligionarios que lo acusan de no respetar la palabra dada.

En enero, cuando comenzó el escándalo, el candidato había asegurado que solo una imputación podría impedirle presentarse a las elecciones. Para mayor escarnio, sus detractores rescatan ahora una frase suya que cosechó un gran éxito el pasado verano: "¿Quién podría imaginarse ver al general De Gaulle imputado?".

El primero en anunciar su dimisión de la campaña de Fillon fue el exministro de Agricultura Bruno Le Maire, gran derrotado en las primarias de la derecha pero a quien el aspirante había rescatado en su equipo como responsable de Asuntos Internacionales.

Tras él, fueron sus aliados centristas de la Unión Demócrata Independiente (UDI) quienes decidieron suspender la participación en su campaña.

Casi al mismo tiempo, la vicepresidenta de Los Republicanos -el partido de Fillon- en la Asamblea Nacional, Catherine Vautrin, reclamó un nuevo aspirante para la derecha en las elecciones.

Por ahora, los grandes espadas conservadores, Nicolas Sarkozy y Alain Juppé, a quienes Fillon trituró en las primarias, guardan silencio. Si alguno de los dos le retira públicamente su apoyo, Fillon podría encontrarse ante un callejón sin salida.

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