El Islam y la integración de los musulmanes centran la campaña electoral holandesa

Más del 40% de los holandeses de origen turco y marroquí no sienten que Holanda sea su hogar, según un estudio.

Más del 40% de los holandeses de origen turco y marroquí no sienten que los Países Bajos sea su "hogar", según un estudio oficial publicado esta semana en un país donde "el islam" y la "integración" se han convertido en el tema central de la campaña electoral.

"No me sorprenden en absoluto las cifras que muestra el estudio. Muchos marroquíes y turcos que llevan viviendo en Holanda toda su vida, o han nacido aquí, son ahora objeto de un debate que ya no es teórico, sino que les hace sentirse extranjeros", explicó este domingo el experto holandés en Islam Jan Jaap de Ruiter.

Según el trabajo efectuado por la oficina neerlandesa de planificación social y cultural, el 40 % de los holandeses -de segunda generación- de origen turco y marroquí no consideran Holanda como su "hogar", están preocupados por sus perspectivas de empleo y denuncian discriminación diaria.

El informe advierte de que esta minoría holandesa siente "malestar" en la sociedad, lo que podría conllevar -añadió- "el riesgo de que se cierren cada vez más en sí mismos".

Esta institución oficial realizó este informe de cara a las elecciones del próximo 15 de marzo.

El ultraderechista Geert Wilders, la voz más sonante contra los musulmanes, construyó su programa electoral sobre un único eje: "desislamizar" los Países Bajos.

No obstante, el populista no es el único político holandés que utiliza el islam durante las semanas previas a los comicios para atraer votantes.

El propio primer ministro, el liberal Mark Rutte, escribió en enero una carta abierta en la que invitaba a irse a todos aquellos que "no acepten los valores holandeses", señalando a los inmigrantes musulmanes como gente que no actúa "normal".

Además, el Partido Popular y Democrático (VVD), liderado por Rutte, incluye una prohibición total en público de las prendas de vestir que cubran la cara, como los burkas y pasamontañas.

Un diputado del VVD, Malik Azmani, explicó la amplia agenda de exigencias de integración que lleva su partido a los comicios: aprender el idioma, tener un empleo o un trabajo de voluntariado y adaptarse a las "normas" sociales.

Defiende un aumento del plazo de residencia exigido para solicitar la nacionalidad, de los actuales cinco a diez años, y apoya la revocación de la ciudadanía a los holandeses de origen extranjero que cometan un delito en los primeros cinco años tras conseguir un pasaporte holandés.

"La integración significa que se adapten a nuestra la sociedad, incluidos sus normas y sus valores", dijo el diputado, de ascendencia marroquí.

Por su parte, el Partido Político Reformado (SGP, cristiano) prometió limitar la presencia de los musulmanes y proteger a Holanda contra los "excesos radicales" de esta religión, que calificó de "abusiva" y "violenta".

"Estos políticos no son conscientes de las consecuencias prácticas de sus opiniones y declaraciones. Son personas peligrosas para la democracia. Si aplicamos literalmente cada una de sus palabras o promesas, deportaríamos a la mitad del país", alerta el analista.

Otros partidos, como los verdes de GroenLinks o los antixenófobos de Denk, utilizan precisamente los ataques al islam que hacen sus rivales políticos para hacer campaña por una Holanda "tolerante", y piden el voto contra "los racistas" del PVV y el VVD.

La inmigración musulmana, señala el analista De Ruiter, se ha convertido en un "peligro virtual a lo largo y ancho" de los Países Bajos.

Según las últimas estimaciones, el islam es la segunda religión más importante en Holanda, después del cristianismo, y la practican entre el 4 y el 6% del total de la población.

Sin embargo, según un informe de IPSOS publicado hace unas semanas, un holandés medio sobrestima la cifra real de los musulmanes en los Países Bajos y cree que la practica el 19% de la población.

Y es esa sensación de "invasión musulmana" que provocan los políticos -dice el investigador holandés- lo que hace que los ciudadanos se tomen en serio a gente como Wilders.

Según De Ruiter, "hace 50 años, nadie les hubiera tomado en serio" ni les "aplaudiría" por unas declaraciones xenófobas.

"Pero hace mucho que ese debate ha dejado de ser abstracto. Es real, y no un juego político, desde la elección de (el republicano Donald) Trump en EEUU", asegura este arabista de la Universidad de Tilburg.

Los políticos holandeses -lamenta- "han dejado de pensar en cómo resolver los problemas de integración, y han pasado a únicamente hablar de cómo expulsar a los inmigrantes" de los Países Bajos.

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