Lágrimas y silencio frente al malecón en el adiós al comandante

Fidel Castro se fue de La Habana para no volver, entre lágrimas y silencio de sus compatriotas.

Fidel Castro se fue de La Habana para no volver, entre lágrimas y silencio de sus compatriotas frente al malecón, que se llenó de jóvenes y mayores, los más emocionados, para despedir las cenizas de un líder que les dejó "preparados para la lucha".


Amaneció en La Habana con un sol espléndido que acompañó el recorrido del cortejo fúnebre por las calles de la capital cubana, entre banderas y proclamas de "¡Viva Fidel!" o "Yo soy Fidel", que rompían por momentos el silencio reinante.


"Hemos perdido a un hombre de ideas, que ha dado todo por nosotros (...) Nos dejó preparados para seguir la lucha, a niños, jóvenes y ancianos", explicaba a Efe llorando Aída de Miguel tras ver pasar la urna con las cenizas del líder de la Revolución y expresidente cubano, fallecido el pasado viernes a los 90 años.


"Nosotros no nos vamos a olvidar y vamos a seguir lo de él, porque nos dejó preparados para la defensa del país, y que aquí nadie venga a lastimar al país", insistía De Miguel, que recuerda haber estado "cerca" de Fidel "en una comida" hace muchos años.


Muchas más lágrimas se vieron frente al malecón, donde Catalina Ramírez contó a Efe que estuvo anoche en la Plaza de la Revolución, en el multitudinario homenaje de despedida a Fidel ante mandatarios de una veintena de países, y regresó de madrugada a la calle para darle hoy el último adiós.


"Siento que me han robado un pedazo del corazón" con su muerte, "todo lo que tengo se lo debo a él", aseguró Ramírez, que nunca pensó que Fidel "se iba a ir así tan rápido", aunque sabía que el expresidente "estaba enfermo".


"Vamos a seguir igual, no nos va a faltar nada porque él siempre va a estar presente", agregó ante una pregunta acerca de qué será de Cuba sin Fidel.


Irma Rodríguez, de la provincia Granma, describía a Fidel como alguien "muy inmenso" sin poder contener el llanto y prometió a Efe que el pueblo cubano seguirá "adelante con la revolución con Raúl".

También estaba muy emocionado Ernesto, de 77 años, sentado y abatido en una acera de la calle 23 tras el paso del cortejo fúnebre con la urna con las cenizas de Fidel, de madera de cedro y envuelta en una bandera cubana.


"Nunca esperé ver su muerte, siempre pensé que yo me iría primero que él, que él nunca moriría (...) Y ya hoy nos falta, se nos fue para siempre", comentó Ernesto a Efe con la voz entrecortada.

Pero "quedan sus ideas, la obra inmortal que él ha hecho y que nosotros debemos continuar", enfatizó.


Excombatiente, Ernesto tuvo "el privilegio" de conocer en persona al comandante Fidel, de quien cuenta que era una persona "muy amable, muy dulce", que "sabía compartir" y "siempre impresionaba mucho", sobre todo por "su personalidad".


"Todos nos poníamos nerviosos cuando lo veíamos y él captaba eso, y buscaba la manera de lograr que nos calmáramos y así pudiéramos hablar sobre el tema que él quería abordar", rememora cabizbajo Ernesto.


De otra generación, Julier Reyes tiene 19 años y también presenció el paso de las cenizas de Fidel, cuya muerte "no es fácil" de asumir. "Fidel para mí es como si fuera mi padre. Es todo, todo para mí. No tengo palabras", declara.


Pedro, de 24 años, se muestra más reacio a hablar y únicamente opina, antes de salir corriendo para evitar más preguntas, que el futuro de Cuba sin Fidel "habrá que dejárselo al día a día".

De momento, al menos los próximos días serán para seguir recordando la Cuba de Fidel, mientras sus cenizas viajan por toda la isla hasta Santiago de Cuba, siguiendo el recorrido inverso que el líder de la Revolución realizó en 1959 para llegar al poder.

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