El efecto Sanders y la mutación de Clinton tras unas primarias inesperadas

Hillary Clinton tras ganar unas primarias en las que irrumpió de forma inesperada la "revolución política" de Bernie Sanders.

Hillary Clinton y su compañero en la carrera presidencial Tim Kaine
Hillary Clinton y su compañero en la carrera presidencial Tim Kaine
FP PHOTO / Gaston De Cardenas

Hillary Clinton llega a la Convención Nacional Demócrata, donde será nominada oficialmente como candidata a la Casa Blanca, tras ganar unas primarias en las que irrumpió de forma inesperada la "revolución política" de Bernie Sanders, que obligó a la exsecretaria de Estado a mirar más hacia la izquierda.


Aunque la carrera comenzó con otro aspirante demócrata más en liza, el gobernador por Maryland Martin O'Malley, fue el senador Sanders, quien se considera "socialista democrático", quien realmente plantó cara a Clinton, que era favorita incluso antes de empezar el proceso.


La primera prueba de fuego, las simbólicas primarias del estado de Iowa que dan el inicio a las primarias, cayeron del lado de la también ex primera dama, pero por el margen más estrecho que se recuerda, dos décimas de diferencia.


Los resultados de Iowa fueron, de hecho, un anuncio de lo que se avecinaba, ya que el senador por Vermont comenzó a acumular victorias tras su paso por Nuevo Hampshire, donde se hizo con una de las más holgadas dejando claro que sus aspiraciones no eran desdeñables.


La ajustada victoria de Clinton en Iowa y el apabullante logro del senador en Nuevo Hampshire, sacaron los viejos fantasmas de 2008 para la exsecretaria de Estado, cuando también partía como favorita, pero un joven senador Barack Obama le arrebató su sueño presidencial.


El siguiente paso fueron los caucus (asambleas populares) de Nevada, donde Clinton había ganado ocho años antes, un lugar en el que la exsenadora necesitaba corroborar su fuerza para no levantar más especulaciones sobre la capacidad del movimiento de Sanders.


Ganó Nevada, aunque no por mucho, pero luego arrasó en Carolina del Sur, recibiendo un gran porcentaje del voto afroamericano que en 2008 apoyó en masa a Obama, un gran respiro para su campaña.


Mientras Clinton obtenía grandes resultados en los estados sureños, de mayoría negra, Sanders reivindicaba su poderío en el norte, en los estados más blancos y limítrofes con Canadá, donde además de llevarse el voto joven, también convencía a las mujeres profesionales.


Bajo el lema de "Feel the Bern", un juego de palabras con el nombre del senador y "burn" -ardor, en inglés-, el senador fue capaz de llegar hasta el final de las primarias con un gran apoyo popular, aunque no lograba convencer a los "superdelegados", quien a lo largo de todos los comicios marcaron la diferencia en el recuento final.


Los "superdelegados" (cargos electos y orgánicos del partido que tienen libertad para apoyar a quien quieran) dieron de manera abrumadora su apoyo a la exsecretaria de Estado, pese a los intentos de Sanders de que cambiaran de parecer ante sus buenos resultados en las urnas.


El poder de su movimiento hizo que la campaña de Clinton, y la propia aspirante, reconocieran el valor de un gran sector del voto demócrata más progresista, provocando que la exsecretaria de Estado adoptase una retórica más social y un ideario más fresco.


En ese sentido, por ejemplo, Clinton repensó su postura sobre el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, en inglés), un tratado de libre comercio que Estados Unidos está a punto de implementar con otros once países, que defendió cuando comenzaba a negociarse siendo ella líder de la diplomacia estadounidense, pero al que ahora terminó por oponerse.


Asimismo, ante los duros ataques de Sanders a Wall Street y su rechazo a recibir donaciones por parte de las grandes fortunas y corporaciones, la ya virtual aspirante demócrata tuvo que afilar sus críticas hacia los abusos financieros, y acercarse más a la clase media.


Mientras que en otros periodos de primarias las elecciones en California ya son irrelevantes por ser las últimas del calendario, fue allí donde Clinton pudo por fin erigirse como vencedora a principios de junio, al cruzar la línea de los 2.383 delegados necesarios para asegurar su nominación, sumando a los superdelegados.


Aun así, Sanders, consciente de la influencia de su campaña y de los más de doce millones de votos recibidos a lo largo del ciclo de primarias, rehusó abandonar su candidatura hasta hace apenas unos días, cuando oficialmente dio su respaldo a Clinton tras haber logrado influir en el programa político del Partido Demócrata, que se debatió en las semanas anteriores.


De este modo, el senador por Vermont no logró sorprender lo suficiente como para arrebatarle la victoria a Clinton, pero sí dar un golpe de efecto que ha obligado tanto al partido como a la exsecretaria de Estado a acercarse más a la política social.

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