En algunas tiendas del centro de Roma hay a la venta un póster en el que sobre un fondo negro y al lado del lema 'I have a dream', puede verse un mapa de metro con infinidad de líneas y de paradas, conformando una red similar a la de Madrid, Londres o Nueva York. Como dice la cita del cartel, no es más que un sueño, pues la capital italiana sólo cuenta con dos vetustas e insuficientes líneas de suburbano. Esa aspiración de los romanos a alcanzar un futuro a la misma altura que el resto de las grandes urbes europeas ha sido el principal filón explotado por Virginia Raggi, la candidata en la Ciudad Eterna del Movimiento 5 Estrellas (M5E). Esta abogada de 37 años que entró hace cinco en el partido impulsado por el cómico Beppe Grillo está a las puertas de subir a la colina del Capitolio (donde tiene su sede el Ayuntamiento) con los laureles sobre la cabeza, como solían hacer los generales victoriosos de la Antigua Roma. Es ella la gran favorita de cara a la segunda vuelta convocada para el 19 de junio. Sería la primera mujer en acceder al cargo.

«Entré en política porque no podía tolerar lo que los partidos han hecho con Roma. Se la han comido. No hay transporte público, las escuelas se caen a trozos y la falta de decoro está a la vista de todos», comentaba Raggi en un vídeo con el que pedía el voto. Con una buena formación académica, educada, simpática, guapa, joven y con dos años de experiencia en la oposición municipal, la aspirante del M5E supera de lejos en una comparación a su rival en el segundo turno, Roberto Giachetti, el aspirante del Partido Democrático, la formación del primer ministro. Para terminar de convencer a quienes sientan dudas por su bisoñez no tiene más que recordarles el desastroso estado en que se encuentra la capital.

«Todos los partidos han tenido el tiempo para demostrar lo que podían hacer y siguen hablando del futuro, pero es el pasado lo que está a la vista de todos. Quien quiera de verdad cambiar tiene que ser valiente». Para endulzar ese cambio, promete utilizar para fines sociales los 1.200 millones de euros que, según el M5E, cada año derrocha el Ayuntamiento.