​La muerte del presidente saharaui Abdelaziz abre un nuevo interrogante en el conflicto en el Sáhara

Pasará a la historia como el hombre que supo sacar la guerra de las arenas y llevarla a los pasillos de la política internacional.

ESPAÑA POLISARIO PRESIDENTE
ESPAÑA POLISARIO PRESIDENTE
Fernando Alvarado

Tras más de tres décadas a la cabeza del Frente Polisario, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamad Abdelaziz, murió hoy víctima de un cáncer y dejó un enorme interrogante sobre el futuro del conflicto en el Sáhara Occidental.


Nacido en 1947 en la localidad de Smara, que formaría parte del Protectorado español y después sería ocupada por Marruecos, Abdelaziz pasará a la historia como el hombre que supo sacar la guerra de las arenas y llevarla a los pasillos de la política internacional.


Allí el conflicto sigue varado desde 1991, fecha en la que el propio líder saharaui y el entonces rey de Marruecos, Hasan II, aceptaron un acuerdo provisional de alto el fuego bajo los auspicios de la ONU que incluye celebrar un referéndum de autodeterminación al que se resiste Rabat.


"Es una noticia dura", pero no influirá en la determinación de los saharauis de proseguir con su lucha, declaró a Efe minutos después de confirmarse la noticia Mohamad Hama, jefe del gabinete del primer ministro saharahui, Abdelkader Taleb Omar.


"Vamos a seguir luchando. Vamos a seguir persiguiendo nuestro objetivo. Todos somos Mohamed y mañana todos seremos el nombre" de nuestro nuevo líder, subrayó.


"En nuestro pueblo hay muchos líderes, mucha gente que puede proseguir con nuestro objetivo que es la libertad para el pueblo saharaui. Seguiremos adelante aunque tengamos que morir en el campo de batalla", insistió.


Aunque las fuentes oficiales no han confirmado ni el lugar ni la causa exacta del deceso, fuentes en los campos de refugiados en Argelia aseguran que el presidente estuvo en coma inducido durante los últimos días de su vida, sostenido con respiración artificial asistida.


A falta de confirmación, lo que único que se conoce es cómo será el proceso de sucesión del hombre que un día dejó de mirar las dunas para buscar en las moquetas y los despachos los derechos que le fueron arrebatados a su pueblo.


Tanto la presidencia de la RASD como la secretaria general del Frente Polisario han quedado en manos del Presidente del Consejo Nacional Saharaui (Parlamento), Jatri Adduh, quien ejercerá ambos cargos de forma interina hasta que finalice el luto.


Una vez se cumplan los preceptivos 40 días -que coincidirá con el fin del mes sagrado del ayuno musulmán o Ramadán- se convocará un congreso extraordinario para elegir, en los propios campos de refugiados saharauis, al sucesor.


"Según el articulo 49 de la ley fundamental del Polisario, será el presidente del Consejo Nacional quien ocupará de forma interina la secretaria general del Frente y la presidencia de la República", confirmó el propio movimiento en un comunicado.


La muerte de Abdelaziz abre un enorme interrogante en el Sáhara en un momento de aguda incertidumbre, con Marruecos menos dispuesto a dialogar y con un creciente desapego de la generación saharaui más joven, cansada de un lento proceso político que dura quince años y cada día más proclive a recuperar las armas.


La atmósfera política, enrarecida desde la controvertida visita el pasado marzo a los campos de refugiados saharauis del secretario general de la ONU, Ban ki-Moon, tampoco ayuda a amainar el agua de un río que baja revuelto.


Convencido de que había llegado el momento de forzar la marcha ante la posibilidad de un cruento descarrilamiento, el diplomático surcoreano utilizó la palabra "ocupación" para describir la realidad saharaui, terminó que enervó a Marruecos y le sirvió de gancho para agitar un proceso que le disgusta.


Días después, Rabat ordenó la retirada de parte de su personal adscrito a la MINURSO, la misión de la ONU que desde 1991 vigila la aplicación del alto el fuego tanto en las zonas ocupadas por Marruecos como en los campos de refugiados saharauis en Argelia y el llamado territorio liberado.


Y presionó para que la citada misión de la ONU rompiera sus lazos con algunas instituciones saharauis, medidas que han dado alas a los que en ambos bandos son partidarios de retomar el enfrentamiento armado al que Abdelaziz se oponía.


Esta férrea defensa de la vía política le granjeó al líder saharaui amargas críticas en el final de su vida de parte de los más jóvenes, que le recriminaban la obstinación por el diálogo pero también que eludiera las obligadas reformas en el seno de movimiento que encabezó durante 35 años y que ha quedado obsoleto.


Abdelaziz, que siempre se mostró contrario al terrorismo, deja viuda, siete hijos y un legado muy denso en el que la voz del diálogo empieza a verse enturbiada por el cada vez más alto repicar de los tambores de guerra. EFE

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