Tensa calma en la frontera franco-belga tras la reintroducción de controles

La Policía federal se encuentra posicionada en tres enclaves que unen la localidad belga de La Panne con su vecina francesa, Dunkerque.

Una tensa calma reina este miércoles en la frontera entre Francia y Bélgica, donde el Gobierno belga ha decidido reintroducir controles fronterizos ante el posible desmantelamiento del campo de inmigrantes y refugiados galo conocido como la "jungla" de Calais.


En las primeras 24 horas que han seguido a esta decisión, que pretende evitar que los inmigrantes que quieren alcanzar el Reino Unido abandonen Calais e instalen nuevos campos en la costa de Bélgica, autoridades locales y vecinos se mostraron conformes con los controles.


"Lo encuentro muy bien, porque todos esos que quieren venir... no deben venir aquí, yo prefiero que se queden en el otro lado", afirmó a Efe Leen, una vecina de la zona.


Mostró su preocupación por que se construya un campo similar al de Calais en las inmediaciones del puerto belga de Zeebrugge, donde inmigrantes irregulares buscan la manera de pasar al Reino Unido.


Las primeras medidas de vigilancia comenzaron hace unos días, pero no fue hasta el pasado martes que el ministro belga de Interior, Jan Jambon, anunció la imposición de controles sistemáticos en las frontera, para lo que se han enviado cerca de 300 policías federales a la zona, con el refuerzo de la caballería y un helicóptero.


La Policía federal se encuentra posicionada en tres enclaves que unen la localidad belga de La Panne con su vecina francesa, Dunkerque, a través de carreteras y caminos regionales, donde llevan a cabo controles rápidos y no muy exhaustivos.


Desde su movilización, los agentes han rechazado la entrada de 80 personas y detenido a otras 25, que por primera vez son devueltas de "manera inmediata" a Francia si no desean pedir asilo en Bélgica, en vez de esperar a agotar el plazo de cinco días aplicado antes.


En uno de los puntos de control hay más prensa que viandantes y policía juntos, pese a que los neones de los comercios "24 horas" atraen un flujo constante de conductores franceses e incluso británicos.


Estos últimos llegan a cruzar el canal de La Mancha para beneficiarse de unas tasas más bajas que las que pagan en sus hogares, para lo que recorren el mismo camino que los pobladores de la "jungla" de Calais aspiran a emprender, ya sea a través de Calais o de Zeebrugge.


A Frank, un francés que cruza habitualmente la frontera para repostar en Bélgica, le parecen acertados los controles, aunque suponga detener su vehículo unos instantes al llegar al país vecino.


"Hay que regular el flujo de refugiados que vienen, ya sea a Francia o Bélgica, porque los campos no es una solución", dijo este bombero, que afirmó haberse desplazado en varias ocasiones a "la jungla" para ejercer como voluntario.


"Creo que los controles son necesarios, otros países ya lo han hecho, así que por qué Bélgica no", coincidió Antonio Pendino, quien afirmó a Efe que corresponde a Francia "encontrar soluciones en su país en lugar de dejarlos ir a cualquier parte".


Pendino aseguró que el número de personas que han cruzado la frontera desde Francia en los últimos meses "es bastante impresionante".

Fueron 950 personas en enero, frente a las 133 detectadas el mismo mes de 2015, señaló Peter Dewaele, de la Policía federal.


Pese a que las cifras se encuentran muy por debajo de las llegadas a miles en países como Grecia o Austria, Pendino teme que la región no pueda "digerir" una llegada "impresionante, sin control" de personas.

Leen, además, expresó su malestar por el trato que se les da a los refugiados.


"Nosotros tenemos que trabajar para los extranjeros. De hecho, reciben todo de lo que necesitan y nosotros tenemos que trabajar. Eso me molesta más cuando estoy sola con hijos que estudian y eso cuesta caro", dijo, al tiempo que aseguraba "no tener problemas" con los refugiados.


A la espera de la decisión definitiva sobre la "jungla", Bélgica mantendrá los controles el tiempo que sea necesario y está dispuesta a movilizarse ante la posible llegada de más personas.


"Un campo como éste no empieza con 30.000 personas a la vez, sino (que llegan) primero dos, cinco, veinte... y hay que evitarlo y mantener el orden", advirtió el jefe de la Policía de la Costa Oeste belga, Nicholas Paelinck.

Frank, no obstante, considera necesario que los gobiernos den una respuesta a los refugiados que se encuentran en los campos pues, de no ser así, seguirá habiendo desplazamientos.


"De un modo u otro siempre hay controles aquí, pero la frontera es muy grande, se puede pasar por un lado, u otro o por la playa... si la gente quiere pasar, pasará", concluyó.

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