El rastro de una explosión

Un satélite militar de EE UU registró un "destello térmico" en la Península del Sinaí justo en el momento en que el avión se precipitaba.

Una de las cajas negras del avión siniestrado.
Una de las cajas negras del avión siniestrado.
Afp

El análisis de la cajas negras del Airbus 321 que se estrelló el sábado en Egipto con 224 ocupantes a bordo comenzó ayer definitivamente en el Ministerio de Aviación Civil de El Cairo tras los preparativos de los últimos días, durante los que algunos expertos anónimos de la investigación han estado filtrando información a la prensa. La última noticia relevante al respecto, sin embargo, llegó adesde Estados Unidos, uno de cuyos satélites militares detectó un "destello térmico" en el Sinaí, justo en el momento en el que el avión ruso comenzó a caer.


Esta información fue difundida por la cadena norteamericana CNN y citaba a un funcionario sin identificar. Un "destello térmico" indica que se pudo producir una explosión durante el vuelo. No obstante, la misma fuente descarta el disparo de un misil, ya que el satélite no registró la presencia de su estela. Se trataría entonces de una deflagración en el interior del aparato.


La hipótesis de una explosión en pleno vuelo la alimentaba ayer la agencia rusa RIA-Nóvosti, refiriéndose a las declaraciones de un médico forense egipcio. Éste considera que la tipología de la heridas que presentan los cadáveres habla de una deflagración en la cabina o la bodega antes de llegar al suelo. Sin embargo, los equipos que estudian los restos del avión dijeron el lunes no haber hallado trazas de explosivo en el fuselaje.


El director del Comité Interestatal de Aviación ruso (MAK), Víctor Sorochenko, declaró el domingo que el A-321 "se desmoronó en el aire y sus fragmentos se esparcieron en una superficie de unos 20 kilómetros cuadrados". Según aseguró entonces, tal desintegración comenzó mientras volaba a "gran altura". Luego se dijo que el avión también se incendió.


El vicedirector general de Metrojet, Alexánder Smirnov, afirmó el lunes que "la única explicación -de la catástrofe- es una acción mecánica desde el exterior de la aeronave", algo que se apresuraron a desmentir especialistas egipcios involucrados en la investigación.


Otra fuente no identificada, cuyas palabras reproducía la agencia rusa Interfax, sostiene que "de las grabaciones entre la tripulación y los controladores se deduce que la situación a bordo hasta cuatro minutos antes de desaparecer el avión de los radares era normal. No había indicios de ningún problema, los pilotos no comunicaron nada".


El interlocutor de Interfax continúa diciendo que "en el momento de desaparecer el aparato de los radares, en la grabación se escuchan algunos ruidos inhabituales en un vuelo normal". "Debió de producirse una situación repentina e inesperada a bordo, por lo que los pilotos no tuvieron tiempo de emitir una señal de socorro".


Por su parte, la agencia ITAR-TASS aportaba ayer sus propias pesquisas con datos obtenidos también de fuentes anónimas en El Cairo, según las cuales, han sido encontrados entre los restos esparcidos en el desierto "elementos ajenos a la estructura del avión". La agencia no aclara de qué objetos se trata ni da pistas sobre su naturaleza, señala solamente que han sido enviados al laboratorio para su análisis. De todo esto no hay nada oficial por el momento.Reservas en el Kremlin


Lo que sí es chocante es el hecho de que, mientras multitud de dudas continúan aún sin despejarse, el Kremlin llama a no vincular el accidente sufrido por el Airbus de Metrojet con la actual campaña de bombardeos de la aviación rusa en Siria.


El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, que el lunes admitió que no se puede descartar que la catástrofe del Sinaí pueda haber sido un atentado terrorista, tachó de "inapropiado" relacionarla con la lucha contra el Estado Islámico en Siria, organización que ha reivindicado lo sucedido como una acción terrorista propia. Peskov sostiene que no hay pruebas que vinculen ambas cosas y calificó algunas informaciones al respecto de "insinuaciones hipotéticas".


Lo cierto es que tanto el Estado Islámico como Al-Nusra, la filial siria de Al-Qaida, han instado a sus seguidores a cometer atentados contra intereses rusos. El lunes, el cabecilla de Al-Qaida, Ayman al-Zawahiri, llamó a la unidad de los yihadistas para combatir a Estados Unidos y Rusia. "Hay que unirse, acabar con las disputas y suspender los combates entre los muyahidines", exigió Al-Zawahiri en un audio difundido en una web islamista.


Mientras, aviones del Ministerio de Protección Civil ruso continúan repatriando los cadáveres para su identificación. Un portavoz de este ministerio anunció que ayer no se encontraron más cuerpos ni fragmentos biológicos en el lugar en donde se estrelló el Airbus.


En la noche del lunes al martes, llegó a San Petersburgo un segundo avión con más restos mortales de la víctimas. En total se han recogido ya 196 cadáveres y los familiares participan desde el lunes en las duras labores de identificación. Por el momento, se ha podido certificar la identidad de tan sólo nueve cuerpos.


El jefe del Comité de Instrucción ruso, Alexander Bastrikin, se trasladó ayer a Egipto para coordinar con el fiscal general de este país árabe, Nabil Ahmed Sadek, la investigación que determine las posibles responsabilidades penales de la tragedia.

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