​Cameron desafía las encuestas para obtener su último mandato

?La amenaza de la inestabilidad del ejecutivo británico ha marcado su mandato.

Cameron junto a su esposa Samantha
Cameron junto a su esposa Samantha
Reuters

David Cameron (Londres, 1966) afronta este jueves una complicada reelección como primer ministro británico en las generales más inciertas en décadas.

En su estreno como candidato conservador hace cinco años logró devolver a los 'tories' a la residencia oficial de la que habían sido apeados por Tony Blair en 1997. Sin embargo, a diferencia del ex 'premier' laborista, de cuyo estilo Cameron se llegó a definir como "heredero natural", su acceso a Downing Street se produjo como jefe de un bipartito con los liberaldemócratas, en lo que representaba el primer gobierno de coalición en Reino Unido en 70 años.


La amenaza de la inestabilidad del ejecutivo ha marcado su mandato, en el que reformas de calado, como la promoción de una cámara alta votada en las urnas, se han caído como consecuencia de las diferencias entre los socios. Por si fuera poco, su ascenso como el primer ministro más joven desde 1812 coincidía con la resaca de la peor crisis financiera de la historia reciente, lo que llevó a Cameron a situar la reducción del déficit presupuestario como la prioridad la Legislatura.

La severa austeridad promovida por su Ejecutivo ha constituido el programa de ajustes de mayores dimensiones en décadas. El tamaño del reto generó una importante contestación tanto entre los sectores más desfavorecidos, afectados por los recortes en bienestar, así como entre los trabajadores del sector público, o los estudiantes, uno de los colectivos más activos a la hora de expresar su disconformidad con su gobierno.


En este sentido, el objetivo que se había marcado al asumir el liderazgo conservador, eliminar la toxicidad de la 'marca tory', se ha alcanzado a medias, ya que si bien en los últimos cinco años ha conseguido dar luz verde a leyes como la del matrimonio homosexual, los sondeos revelan que una gran parte de la ciudadanía lo sigue identificando como representante de una minoría privilegiada, incapaz de entender los problemas del británico de a pie.


Su perfil no ayuda: hijo de un corredor de bolsa, estudió en el exclusivo colegio de Eton y durante su etapa en Oxford, donde se licenció en Filosofía, Política y Economía, perteneció al elitista Bullingdon Club, un colectivo formado por los estudiantes de las familias más acomodadas conocido por su comportamiento extremo. Casado con la hija de un aristócrata, actualmente tiene tres hijos, después de que en 2009 perdiese a su primogénito, Ivan, afectado de una severa discapacidad de nacimiento. La más joven, Florence, nació en 2010, cuando Cameron se había mudado ya al número 10.Relación con los conservadores

Su relación con los conservadores comenzó nada más acabar la universidad, cuando se incorporó al Departamento de Investigación del partido y, si bien este vínculo se vio interrumpido en los siete años que ejerció como jefe de Relaciones Públicas de la firma de publicidad Carlton, ya en 2001 se había asegurado un asiento en Westminster por la circunscripción de Witney, uno de los bastiones 'tories' más seguros.


Su ascenso fue meteórico, tan sólo necesitó de cuatro años para ponerse al frente de la formación, un salto que completó después de la tercera derrota electoral consecutiva, cuando pasó de ser prácticamente un desconocido a la gran esperanza de los conservadores. Desde el principio, intentó proyectar una imagen de modernización, incluyendo apuestas como la sostenibilidad, pero la vieja guardia del partido ha complicado sus años en el poder.


A las revueltas internas que han caracterizado su mandato, en el que llegó a perder votaciones en el Parlamento como consecuencia de diputados díscolos, se suma el regreso a la primera plana del fantasma de la Unión Europea, una fuente de división interna que Cameron había prometido aplacar. Su determinación reabrió viejas heridas y, lejos de comprar tiempo, su compromiso de convocar un referéndum sobre la continuidad de Reino Unido ha reavivado la agitación que Bruselas provoca en su partido.


Como muestra, este plebiscito, previsto para 2017, representa la única condición innegociable de Cameron ante las potenciales alianzas para garantizar su continuidad en Downing Street en el escenario sin hegemonías que anticipan las encuestas. Quizá consciente del daño interno que la campaña generará, el candidato a la reelección ha avanzado que, de lograr el segundo mandato, serán sus cinco últimos años en el número 10. Por ello, ha apelado a que le permitan "concluir el trabajo" para restituir la salud de las finanzas públicas y dejar a Reino Unido posicionado de nuevo como una de las potencias de mayor crecimiento del planeta.