Finlandia elige el cambio y apuesta por el Partido de Centro

El partido de Sipilä logró la victoria con el 21,1% de los votos, 5,3 puntos más que en las elecciones de 2011.

Juha Sipilä, en las elecciones celebradas este lunes en Finlandia
Juha Sipilä, en las elecciones celebradas este lunes en Finlandia

El triunfo del opositor Partido de Centro, del millonario Juha Sipilä, en las elecciones celebradas este lunes en Finlandia refleja el deseo de los ciudadanos de que el país cambie de rumbo para salir de la crisis, tras una recesión de tres años que ha dejado maltrechas las finanzas públicas.


Finalizado el escrutinio, el partido de Sipilä logró la victoria con el 21,1 % de los votos, 5,3 puntos más que en las elecciones de 2011, con lo que pasó de ser la cuarta fuerza política del país a liderar las negociaciones para la formación del próximo gobierno de coalición.


"Por supuesto, estoy muy feliz con nuestro resultado en estas elecciones y quiero agradecer a mi equipo el gran trabajo que han hecho durante la campaña", afirmó exultante Sipilä, quien casi con seguridad se convertirá en el próximo primer ministro cuatro años después de dar el salto del mundo empresarial a la política.


"Creo que los votantes han mandado un mensaje muy claro: hace falta un cambio en Finlandia. La situación económica es muy difícil y va a ser un proyecto de diez años superarla, con una combinación de reformas fiscales y crecimiento", aseguró.


El resultado electoral otorga a los centristas 49 de los 200 escaños del Eduskunta (Parlamento), por lo que Sipilä deberá pactar con al menos dos partidos para lograr una mayoría absoluta que le permita gobernar sin sobresaltos.


En principio, los candidatos con más opciones de llegar al Ejecutivo de Sipilä son los conservadores del partido Kokoomus del hasta ahora primer ministro, Alexander Stubb, y la formación ultranacionalista Verdaderos Finlandeses.


Este partido populista de derechas consiguió finalmente desplazar a los conservadores de la segunda posición y logró 38 diputados, uno más que Kokoomus, pese a que su porcentaje de votos fue del 17,6 %, seis décimas menor.


El líder de Verdaderos Finlandeses, el populista Timo Soini, ha moderado su postura durante la presente legislatura con la intención de intentar sacudirse el sello de ultraderecha xenófoba que muchos le atribuyen y que dificulta su posible entrada en el Gobierno.


Ello le ha llevado a distanciarse de otros partidos europeos de ultraderecha, como los Demócratas de Suecia, el Frente Nacional francés de Marine Le Pen o el UKIP británico de Nigel Farage, para unirse al grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR).


Al mismo tiempo, ha expulsado de su partido a los miembros más radicales, como el diputado James Hirvisaari, quien fue fotografiado en los pasillos del Parlamento saludando a un amigo con el saludo nazi.


Pese a ello, el rechazo de Soini a que Finlandia siga apoyando financieramente a Grecia y su exigencia de reducir en un 50 % la aportación del país nórdico a la Unión Europea le convierten en un socio de gobierno incómodo e imprevisible.


El tercer aspirante a formar coalición con los centristas es el Partido Socialdemócrata (SDP) del ministro de Finanzas, Antti Rinne, pero su mal resultado en estas elecciones, con el 16,5 % de los votos y 34 escaños, ocho menos que en 2011, le resta muchas posibilidades. El mayor desafío al que se enfrentará el Ejecutivo de Sipilä será sacar a Finlandia de la crisis y recuperar la senda del crecimiento.


La deuda pública finlandesa casi se ha duplicado desde el inicio de la crisis financiera mundial en 2008, hasta situarse en el 59,3 % del PIB a finales de 2014, y su PIB se ha reducido casi un 6% en este tiempo, hasta los 204.000 millones de euros.


Al declive de sus dos industrias clave, la forestal y la tecnológica -con Nokia a la cabeza-, se ha unido la pérdida de competitividad y el desplome de las exportaciones.


Además, su economía ha sufrido los efectos de la crisis económica de Rusia, uno de sus principales socios comerciales, país al que, para más inri, no puede exportar ciertos productos debido a las sanciones de la UE por el papel de Moscú en el conflicto de Ucrania.


La receta de Sipilä para superar la crisis pasa por realizar en las finanzas públicas ajustes de entre 2.000 millones y 3.000 millones de euros (entre el 1 % y el 1,5 % del PIB), flexibilizar el mercado laboral, bajar los impuestos directos para fomentar el consumo interno y reformar el sistema sanitario y de servicios sociales.


Según una reciente encuesta, una amplia mayoría de finlandeses respalda el programa económico de Sipilä, ya que prefiere la austeridad a que el país siga endeudándose, aunque ello venga acompañado del deterioro del sistema de bienestar.