China y EE. UU. abogan por dejar atrás "los viejos patrones de confrontación"

"Los dos países deben tener en cuenta que sus intereses son mucho mayores que sus divergencias", asegura China.

John Kerry, durante su visita a China
China y EE. UU. abogan por dejar atrás "los viejos patrones de confrontación"
AFP

El presidente chino, Xi Jinping, y el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, defendieron una mayor cooperación económica y estratégica entre ambos países y respaldaron un modelo de relaciones bilaterales que deje atrás las rivalidades y los viejos patrones de confrontación.


En el comienzo de la sexta ronda del Diálogo Económico y Estratégico entre ambas potencias, que se celebra estos días en Pekín, Kerry y Xi insistieron en aparcar las diferencias "existentes y naturales" y analizar las relaciones bilaterales "en un sentido amplio".


"Los dos países deben tener en cuenta que sus intereses son mucho mayores que sus divergencias", aseguró Xi, quien abogó por "romper el viejo patrón de la confrontación inevitable".


En un discurso conciliador, Kerry se refirió a la trayectoria histórica de las relaciones entre EEUU y China y admitió que "ha habido cierta rivalidad entre las potencias establecidas y las emergentes", pero que actualmente esta hostilidad "no es inevitable, sino una elección".


Así, ambos mandatarios trataron de rebajar el tono de las reticencias mutuas, que últimamente se han incrementado debido al apoyo de EEUU a rivales de China en la región Asia-Pacífico y la reciente imputación de cinco militares chinos por presunto espionaje industrial a compañías estadounidenses.


"Quiero que quede claro que Estados Unidos no busca contener a China. Damos la bienvenida a la emergencia de un país pacífico, estable y próspero que contribuye a la estabilidad y el desarrollo de la región y que escoge jugar un papel responsable en los asuntos mundiales", señaló Kerry en su discurso.


Xi, por su parte, defendió que cualquier tipo de confrontación "llevará al desastre a ambos países y al resto del mundo" y aseguró que ninguna de las partes "puede permitirse un error en las cuestiones fundamentales, porque posiblemente arruinaría todo el proyecto".


El presidente chino, sin embargo, quiso insistir en las líneas rojas habituales de las negociaciones: el respeto a la soberanía e integridad territorial del país y al modelo elegido de desarrollo, que en Pekín se conoce como "socialismo con características chinas".


Un tipo de desarrollo que, en el terreno económico, sigue despertando suspicacias por el tradicional control estatal del sistema económico y financiero del país, un intervencionismo que se va reduciendo paulatinamente pero que EE. UU. pide liberalizar más rápidamente, y más cuando el papel de China en la economía mundial es cada vez más determinante.


Por su parte, el secretario del Tesoro norteamericano Jacob Lew, encargado de liderar las negociaciones en el ámbito económico, insistió hoy una vez más en acelerar la liberalización de la moneda china, el yuan, y en pedir un trato "de igual a igual" para las empresas estadounidenses que operan en China.


Otros de los temas destacados que se trataron hoy fueron la estrategia conjunta para la lucha contra el cambio climático, la situación en Ucrania, Afganistán, Irán y la península Coreana, así como las estrategias para combatir el terrorismo, un fenómeno creciente en China tras una oleada de atentados vinculados con la región noroccidental de Xinjiang.


Todo ello se discute entre los muros de la Residencia de Huéspedes de Estado de Diaoyutai, situada en el oeste de Pekín, un complejo que fue testigo en 1972 de la reunión histórica entre Richard Nixon y Mao Zedong, algo que Xi Jinping quiso recordar hoy en su discurso.


Este no fue el único guiño del presidente chino a la Historia de Estados Unidos, ya que al final, en referencia al "nuevo modelo de relaciones" que han iniciado los dos países, también recitó un fragmento de la poetisa contemporánea de origen norteamericano Marianne Moore: "la victoria no vendrá a mi si no voy a por ella".