La elección de Juncker, en manos de Renzi

Italia, que pide hablar de ideas más que de nombres, tiene en el Consejo los 29 votos que Cameron necesita para vetar al luxemburgués.

Jean-Claude Juncker
Jean Claude-Juncker, el eterno rostro del poder en Luxemburgo
JULIEN WARNAND/EFE

Es el líder europeo más joven -no ha alcanzado aún los 40- y de él depende en buena medida que el ex primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, 21 años mayor que él, sea el próximo presidente de la Comisión Europea. La partida que se disputa en el siempre alambicado tablero europeo comenzó a disputarse la noche del 25 de mayo y la suerte quiso que al 'novato' Matteo Renzi, el primer ministro italiano, le tocaran unas cartas inmejorables. Y encima, va de mano. Así que salvo sorpresa, no es de extrañar que un italiano se haga con unos de los grandes puestos que estas semanas se negocian en Bruselas. No el de la Comisión, pero sí quizá la presidencia del Parlamento Europeo o la del Consejo, el ente que reúne a los jefes de Estado y de gobierno de los Veintiocho y que ahora lidera el belga Herman van Rompuy.


Renzi es el tapado, el que permanece sentado acariciando su mascota esperando a que los 'proJuncker', liderados por Angela Merkel, y los 'antiJuncker', abanderados por David Cameron, llamen a la puerta de Roma para demandarle un apoyo vital. Renzi, sabedor de su ventaja, sigue sin posicionarse. Pide hablar de políticas, de crecimiento, de creación de empleo... «Los nombres es lo de menos», recalca en cada declaración pública ocultando unas cartas que habrá que mostrar antes de la cumbre que se celebrará en Bruselas el 26 y 27 de junio y que sobre el papel es clave para que el Consejo elija al candidato que llevará al Parlamento para su posterior ratificación.


No hay que olvidar, además, que el socialdemócrata florentino ha sido el único gran líder comunitario que ha sobrevivido al tsunami euroescéptico que ha devastado potencias como Francia o Reino Unido. Su partido, el Demócrata, se alzó con una victoria contundente ganando al populista Beppe Grillo. Un triunfo formal que no ha pasado desapercibido en Bruselas, que albergaba serias dudas sobre un líder que preside un país sin haber pasado por las urnas después de destronar a Enrico Letta, muy respetado en la UE.

Guerra de sumas

¿Pero cuáles son los ases que Renzi tiene bajo su manga? El futuro candidato a presidir el Ejecutivo de Bruselas debe contar con el aval de al menos 260 de los 352 votos en liza. Es un sistema ponderado en función de su peso dentro de la UE. Por ejemplo, los cuatro grandes -Alemania, Francia, Reino Unido e Italia- tienen 29 sufragios cada uno, seguidos de cerca por España y Polonia, con 27. Quienes quieran bloquear la designación del candidato del Partido Popular Europeo deberán sumar 93 apoyos. No es necesario que se vote a favor, con la abstención basta. Un hecho que a Renzi, de la familia política opuesta al PPE, le beneficia sobremanera porque una abstención sería fácilmente justificable.


De momento, la 'operación antiJuncker' diseñada desde Londres tiene tres aliados más o menos asegurados aunque no del todo confirmados. Se trata de Holanda (13), Hungría (12), y Suecia (10). En total, 35 votos que sumados a los 29 de Reino Unido, sólo darían una minoría de bloqueo de 64 papeletas. Aquí es donde Italia entra en juego. Si les presta sus 29 votos... Sí, 93, Juncker no pasaría el corte, algo que el resto de potencias está intentando evitar a toda costa. O eso dice Merkel, que tras un 'impasse' con demasiadas dudas sobre el luxemburgués ahora parece apoyar su candidatura hasta las últimas consecuencias.


Mientras, Cameron prosigue su campaña de desprestigio de las instituciones comunitarias al asegurar que los ciudadanos no votaron a ningún candidato sino que se limitaron a elegir a sus representantes en el Europarlamento. Una visión radicalmente opuesta de la 'vendida' desde Bruselas, que precisamente se apoyaba en esta novedad (el hecho de que el presidente de la Comisión sea elegido en las urnas), como principal gancho para ir a las urnas. Así lo sugiere el Tratado de Lisboa, un texto lo suficientemente difuso para que todas las partes puedan defender sus posicionamientos. Asegura que el Consejo «debe tener en consideración el resultado de las elecciones a la hora de proponer a su candidato»... ¿Pero qué es 'tener en consideración'? Sobre el papel, el automatismo entre un hecho y otro no existe, así que todo queda al albur de las interpretaciones.

Apuesta por la gran coalición

El Parlamento Europeo lo tiene muy claro. Hay que respetar al candidato más votado y es Jean-Claude Juncker el primero que debe intentar buscar la mayoría necesaria para intentar ser presidente. En la Eurocámara, el líder que finalmente proceda del Consejo, debe tener al apoyo de al menos 376 de los 751 escaños. La única fórmula posible de alcanzar esta suma es la gran coalición entre populares y los socialdemócratas del S&D, cuyo candidato, Martin Schulz, ha defendido públicamente a su contrincante postulándole al Ejecutivo de Bruselas. Entre ambos suman 412 escaños, una mayoría más que holgada.


De hecho, el propio Schulz ha desvelado que Juncker le ha trasladado su deseo de que él sea su mano derecha en la Comisión, una fórmula similar a la gran coalición existente en el Gobierno de Alemania. Esta segunda criba ya parece ganada de antemano, lo que queda por dilucidar es si superará la primera, la del Consejo.