Perplejidad en Argentina por una supuesta carta falsa del Papa a Cristina Fernández

Fue difundida sin dudar, pese a llegar sin sello oficial, en tono coloquial y con faltas de ortografía.

Dos representantes del Gobierno argentino muestran la carta la la prensa
Perplejidad en Argentina por una supuesta carta falsa del Papa a Cristina Fernández

Una carta que supuestamente envió el Papa a la presidenta argentina, Cristina Fernández, sin sello oficial, casi en tono coloquial y hasta con errores de ortografía dejó perplejo al Gobierno cuando un estrecho colaborador del sumo pontífice aseguró que la misiva, remitida por la Nunciatura, es falsa.


En una saga digna de una comedia italiana, el secretario general de la Presidencia argentina, Oscar Parrilli, y el secretario de Cultos, Ricardo Olivieri, decidieron comparecer ante la prensa en la sede del Ejecutivo para explicar lo inexplicable: la carta llegó por los canales diplomáticos "normales" y "habituales" pero desconocen si es o no verdadera.


El contenido de la misiva, un saludo del Papa a Fernández y al pueblo argentino por la fecha patria del 25 de mayo, fue difundido por la Presidencia argentina.


Pero horas después, monseñor Guillermo Karcher, estrecho colaborador de Francisco en la Santa Sede, dijo a un canal de televisión argentino que la carta era falsa.


Karcher dijo que el Papa no está enojado, pero se pregunta "a quién se le ocurrió una cosa así".


""Fue hecho con muy mala leche. (...) Está mal haber hecho uso del nombre del Papa", sostuvo el colaborador de Jorge Bergoglio.


Tras estas declaraciones, en el Gobierno se tomaron un par de horas para averiguar qué pasó. Mientras, la copia de la carta seguía colgada en la página de Prensa de la Presidencia en internet.


Según Olivieri, la misiva fue entregada este miércoles a la Secretaría de Culto, que depende de la Cancillería argentina, por el funcionario que habitualmente entrega correspondencia en nombre del nuncio apostólico en Buenos Aires, monseñor Emil Paul Tscherrig.


La carta venía dentro de un sobre dirigido a Fernández, con una nota adjunta en la que la Nunciatura solicitaba entregar la misiva a la mandataria argentina.


Tras las declaraciones de Karcher alertando de que la carta era falsa, Olivieri se comunicó con la secretaria del nuncio, quien le confirmó que la misiva salió de la delegación diplomática vaticana "con el procedimiento correcto, habitual y corriente".


La misiva lleva un membrete de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires, aunque sin sello, está fechada en el "Vaticano", a secas, y en ella el Papa se dirige a la mandataria como "Cristina", sin más, y firma simplemente como "Francisco".


Nadie reparó en esos detalles, ni llamó la atención el tono coloquial y ni hasta un error ortográfico en el texto.


"Esas son cosas de las que ahora nos damos cuenta, pero el trámite era normal. Si la carta me hubiera llegado a mi, directamente, sin saber quién la envió hubiéramos tomado precauciones, pero llegó como todas las cartas que llegan de su Santidad. No había ningún motivo para dudar", dijo Parrilli.


"Es igual a otras notas que hemos recibido de la Nunciatura", insistió el secretario general de la Presidencia a los periodistas, mientras exhibía el original recibido.

Sobre la autenticidad o no de la carta, Parrilli dijo que el Gobierno no hace "conjeturas ni hipótesis" sobre este punto.


"En la medida que la secretaria del nuncio nos confirma que salió de la Nunciatura, para nosotros es absolutamente auténtica", dijo Olivieri.


El secretario de Culto dijo que hará averiguaciones adicionales con la embajada argentina ante la Santa Sede, pero insistió en que la carta salió de la Nunciatura.


La clave para desentrañar todo este misterio parece ser el propio nuncio, pero el Gobierno no logró comunicarse directamente con el embajador del Vaticano.


"La seguridad de la carta no es un tema nuestro. Nosotros lo que tenemos que asegurarnos es que la carta que recibimos nos la envió la persona quién dice que nos la ha enviado. Después es un problema interno de la Nunciatura", sostuvo Parrilli.


Un verdadero "intringulis" vaticano, aunque no en línea con lo que Francisco tenía en mente cuando pidió en Río de Janeiro hacer "lío" en la Iglesia.