Elección del nuevo Papa

¿Saldrá a la primera?

Salvo sorpresa mayúscula -sería el primer caso que se recuerde en la historia reciente-, la primera fumata del cónclave vaticano será negra.

El cónclave empieza el martes por la tarde y a eso de las seis se verá la primera 'fumata'. Salvo sorpresa mayúscula -sería el primer caso que se recuerde en la historia reciente-, será negra. Es casi imposible que salga un Papa a la primera. Mucho más ahora con el alto número de electores, 115, la cifra más elevada de la historia. El más rápido del último siglo y medio fue el de Pío XII, en 1939, que estando bastante claro requirió tres votaciones.


El primer escrutinio sirve de tanteo y para descubrir por fin el cuadro general de la situación, tras un largo mes de rumores y quinielas, pues Benedicto XVI anunció su renuncia el 11 de febrero. Con ese primer resultado los cardenales tendrán ya números concretos y material de sobra para reflexionar toda la noche.


El segundo día es crucial, pues determinará si alguno de los candidatos fuertes que se barajan estos días -Scola, Scherer, Ouellet, O'Malley o Dolan- sube en las votaciones y es capaz de arrastrar el consenso. Los votos de los que son de perfil similar suelen confluir en un solo nombre y al final la carrera es cosa de dos. Si no hay trabas y un aspirante crece imparable habrá Papa el miércoles, tras cuatro o cinco votaciones. Igual que hace ocho años con Ratzinger o en 1978 con Juan Pablo I. Pese a la división que reina en este cónclave, muchos analistas en Italia creen que ocurrirá eso porque las negociaciones ya estarían muy atadas y no se quiere transmitir una imagen de desunión.


Será la prueba definitiva para verificar hasta qué punto ha llegado la crispación entre los dos bandos. Es decir, si el miércoles se llega a la última 'fumata' -cinco votaciones- y es negra querrá decir que han saltado los esquemas iniciales y la cosa se complica. Todo es una cuestión de números. La mayoría exigida para la elección es de dos tercios, 77 votos, y la clave estará en si un nombre obtiene una minoría de bloqueo, al menos 39 votos. Si hay un sector amplio que no acepta un candidato no hay nada que hacer. Debe buscarse otro y vuelta a empezar. Entonces el cónclave será aún más imprevisible. El ejemplo más claro es Juan Pablo II en 1978.