Ante la Organización de la Cooperación Islámica

El rey saudí alerta de que musulmanes viven una división que siembra la violencia

El monarca propuso la creación de un centro de diálogo islámico para evitar la tensión entre ramas del islam que se extiende por Siria y Baréin.

El rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdelaziz, alertó este martes de que el mundo musulmán vive una división que siembra violencia en muchos lugares, y propuso la creación de un centro de diálogo islámico para unir la voz de los seguidores de esta religión.


Abdelaziz inauguró la cumbre de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI) en La Meca, que ha reunido a un buen número de jefes de Estado de países islámicos y que ha generado una gran expectación, sobre todo por la presencia del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad.


En su discurso, el monarca saudí no se refirió de forma explícita al conflicto en Siria, que ha agravado la tensión entre Riad y Teherán, pero dijo que "la 'umma' (nación) musulmana vive hoy una situación de discordia y división, y por esa causa se derrama la sangre de sus hijos en varios lugares del mundo islámico".


Ante esa situación, abogó por la solidaridad y la tolerancia entre musulmanes, que cristalizó en su propuesta de un centro de diálogo islámico con sede en Riad que sirva para que las ramas del islam tengan una sola voz.


La guerra civil en Siria ha adquirido de forma progresiva un carácter cada vez más sectario, con masacres entre las comunidades alauí (corriente esotérica del chiísmo), a la que pertenece el presidente Bachar al Asad, y la suní, de la que forman parte la gran mayoría de opositores y rebeldes.


Esa tensión entre ramas del islam también se ha disparado en otros países como el pequeño reino de Baréin, en el Golfo Pérsico, donde la minoría suní del monarca Hamad bin Isa al Jalifa, apoyada por Arabia Saudí, está enfrentada con la mayoría chií, supuestamente respaldada por Irán.


La OCI celebra entre el martes y el miercoles su cumbre de jefes de Estado, donde está previsto que se estudie la posibilidad de suspender la participación de Siria en la organización.


Esta medida es, sin embargo, rechazada por Irán, firme aliado de Al Asad, cuyos principales detractores en esta cita son Catar y Arabia Saudí.


El monarca saudí recibió a los invitados -entre quienes están los presidentes de Afganistán, Hamid Karzai; Turquía, Abdula Gul, o Egipto, Mohamed Mursi- flanqueado a su izquierda por Ahmadineyad y a su derecha, por el emir de Catar, Hamad bin Jalifa al Zani.


La misma visión sombría acerca de la situación la compartió el secretario general de la OCI, el turco Ekmeledin Ihsanoglu, quien aseguró que la "umma" islámica "vive una situación desconocida desde la Segunda Guerra Mundial".


"Espero que esta cumbre sea la vía hacia la salvación de la nación islámica", señaló Ihsanoglu, antes de aludir a la situación en Siria al mostrar su deseo de que "los gobiernos musulmanes estén al servicio de los pueblos".


También hizo referencia a la situación en Siria el mandatario senegalés, Macky Sall, presidente de turno de la organización. Para Sall, "la crisis en Siria nos impone situarnos al lado del pueblo sirio", subrayó, y solicitó al régimen de Damasco que "frene los asesinatos de los sirios".


Otro de los asuntos sobre la mesa en la cumbre será la situación en Mali, para lo que el gobernante senegalés propuso mandar un enviado de la organización a ese país, donde las autoridades se enfrentan a los rebeldes tuareg que han declarado la independencia del norte del país.


Tras la inauguración de la cumbre, que comenzó a las 23.30 hora local (20.30 GMT) por causa del ayuno diurno de Ramadán, comenzó una sesión a puerta cerrada que se prevé que se prolongue hasta bien entrada la madrugada.