ENCLAVES

Un balcón hacia la naturaleza desde el castillo de Ordás

En un corto paseo por las estribaciones de Guara se ve una caseta tradicional de pastores, una ermita del siglo XII, el Castillo de Ordás... y un buen número de especies de fauna y flora del Prepirineo de Huesca.

Naturaleza y cultura se unen al pie del pico del Águila, en Nueno, con elementos como esta caseta de pastores.
Un balcón hacia la naturaleza desde el castillo de Ordás
E. V.

Si la pasada semana nos acercábamos en esta Zona Verde de HERALDO DE HUESCA a la cueva de San Clemente de Arguis -en el desfiladero del río Isuela-, volvemos de nuevo a esta bonita parte del entorno del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara... pero en esta ocasión lo hacemos para ascender mediante un corto y atractivo paseo a pie hasta la proa rocosa del castillo de Ordás.


Seguramente son muchos los conductores que en su regreso del Pirineo, vía Monrepós -por la carretera N-330- y antes de llegar a la localidad de Nueno advierten la presencia en lo alto de una vieja torre defensiva sobre un saliente de piedra. Pero también es cierto que son pocos lo que llamados por la curiosidad detienen el coche y se deciden subir para conocer este curioso lugar, gracias a una breve excursión de unos 40 minutos y no más de 200 metros de desnivel. Sin embargo nosotros, atraídos por la naturaleza y el paisaje, allí nos vamos paso a paso para descubrir algo más que un bonito enclave natural.


Para ello lo primero que hay que hacer es dejar el vehículo aparcado en un pequeño espacio que queda a la izquierda del asfalto, según se desciende hacia Nueno. Desde allí arranca un camino que suavemente va ganando altura por las faldas de la montaña del pico del Águila y el monte Piacuto... una senda que entre bojes, aliagas, espantalobos, carrascas y pinos laricios de repoblación -plantados en su día para evitar las pérdidas de suelo por erosión en la cuenca del río Isuela- nos llevará a cruzar el barranco de Malvachizo y, ya en la parte alta, a encontrarnos con una antigua caseta de pastores de gran interés etnográfico, pues está construida con la técnica de la 'piedra seca' y porque dispone de una techumbre interior de falsa bóveda donde las losas van formando círculos concéntricos de radio decreciente hasta llegar al vértice.


Usada como almacén, lugar de refugio y de descanso por los pastores de cabras de estas sierras de la Hoya de Huesca, la caseta tiene una estancia única y dispone de un hueco exterior en la bóveda para la salida del humo de las hogueras. Pero el naturalista atento pronto encontrará algunas orquídeas, la flor de la fritilaria, distintas mariposas diurnas e, incluso, al caer la noche los farolillos cada día más escasos de las luciérnagas.


La senda prosigue monte arriba hasta alcanzar la ermita de Nuestra Señora de Ordás, templo románico del siglo XII que fue la parroquia de una población hoy desaparecida y surgida al amparo del cercano castillo que nos ha animado a subir hacia estas laderas cubiertas de pinos , coscojas, bojes y encinas. Hasta aquí llega el acceso rodado por pista que desde Santa Eulalia de la Peña se dirige también al conocido Salto de Roldán, y gracias al cual en la actualidad esta ermita de bella portada románica y ciertos detalles góticos está en fase de restauración. Aquí se guardaba también una talla mariana de época medieval que fue destruida durante la Guerra Civil. Junto al templo hay un refugio abierto, donde es posible la pernocta libre.


Si continuamos por un sendero señalizado, en dirección oeste, en poco más de cinco minutos llegaremos a la torre o castillo de Ordás, el ansiado punto final. Su origen se remonta al siglo XII, coincidiendo con los avances de la frontera cristiana. Sus muros son de metro y medio de espesor, y su arquitectura, una simple muralla que separa la zona este con el totalmente inaccesible espolón rocoso del lado occidental.


Situado en un punto estratégico entre el llano y la montaña, desde esta proa de piedra caliza uno puede contemplar el formidable paisaje del congosto del río Isuela, la Sierra de Gratal, el Pico del Águila, parte de la Hoya de Huesca... y otros muchos relieves montañosos de esta zona de la provincia de Huesca. Pero quizás lo más sorprendente sea que al asomarnos con mucho cuidado a este precipicio, uno puede contemplar fácilmente el vuelo de aves rapaces como el buitre leonado. Alimoches y halcones peregrinos también frecuentan estas paredes... y con un poco de suerte se puede llegar a observar, prismáticos en mano, el vuelo de una de nuestras aves rapaces más amenazadas: el quebrantahuesos con su inconfundible pecho anaranjado. Y para deleite del amante de la naturaleza, en estos cielos no faltan las siluetas de águilas reales, culebreras europeas, aguilillas calzadas, cernícalos... o ratoneros. Sin duda, todo un paisaje para asomarse... y para asombrarse.