HUESCA RURAL

La farmacia, en la puerta de su casa

Muchos ayuntamientos apuestan por abrir un pequeño botiquín en sus pueblos para evitar que los vecinos tengan que coger el coche para comprar los medicamentos. Hay 112 en todo el Alto Aragón y se abren los mismos días y horas que hay consulta médica.

El farmacéutico de Loporzano atiende a un cliente en el dispensario de Tierz.
La farmacia, en la puerta de su casa
RAFAEL GOBANTES

No tienen tienda, ni bar, ni piscina. Pero sí un botiquín que un farmacéutico uno, dos o a lo sumo tres días a la semana, coincidiendo con la visita del médico, abre para dispensar a los vecinos las pastillas que los sanen. En el Alto Aragón hay un total de 112 dispensarios, boticas que se abren por petición de los propios ayuntamientos que saben bien que vivir en el medio rural no resulta fácil y que la pérdida de habitantes es continua, pero que se vuelcan para que sus vecinos, en la mayoría de los casos con una media de edad bastante avanzada, gocen del mayor número de comodidades, como por ejemplo, de una farmacia.


«No hay que pedir cita para que te visite el médico. Vienes, te atiende y en un cuarto de hora has pasado la revisión y te vas con los medicamentos que necesitas». Estas palabras de Javier Solano, el farmacéutico de Loporzano, resumen a la perfección el servicio que ofrecen. Porque él no es solo el boticario de dicho municipio, que cuenta con diez núcleos, sino que también lo es para Tierz, Monflorite, Chimillas, Banastás o Nueno. «Llevo un total de 18 botiquines, además de la farmacia», explica. Tanto él como su compañero dedican las mañanas a recorrer muchos pequeños pueblos de los alrededores de Huesca. «Voy con el médico. Dónde va él, allí voy yo. Con este, el doctor José Víctor Miranda, recorro diez pueblos», describe mientras atiende a algunos pacientes en el botiquín de Tierz, a dónde acude lunes, miércoles y jueves.


Calcula que al final de mes habrá recorrido 700 kilómetros. «Y otros tantos mi compañero», comenta. Y es que al recorrido matutino por la mañana con el doctor suma los que hace por la tarde para los encargos especiales. «Si me piden un medicamento y no lo tengo, lo traigo por la tarde que es cuando hago una segunda vuelta por los pueblos que llevo». Porque en el botiquín , explica, tiene los medicamentos que los vecinos con enfermedades crónicas suelen pedir, así como compuestos típicos para la gripe, los catarros o las alergias.


Son muchos kilómetros, muchos pueblos y decenas de caras, pero al final acaba conociendo a casi todos los vecinos. «Esta es Mercedes -relata Solano cuando entra una vecina en el botiquín de Tierz-. Nos conocemos de hace tiempo y sé incluso lo que toma». Porque el trato que dispensa, comenta, «es muy personal». La gente mayor está acostumbrada a él. Dice que todos los ancianos del pueblo saben bien que el día que hay médico, van a hacer su receta, que se llevan en el acto -no tienen que dejarla de un día para otro como en las ciudades-, y entran en el botiquín. Son una clientela, dice, muy «fiel». Sin embargo, a los nuevos y jóvenes vecinos de muchos de los pueblos que están alrededor de la capital, les cuesta más. «La mayoría se sorprende cuando conoce que hay un botiquín al lado de la consulta», subraya, aunque el que prueba, comenta, suele repetir.


Lo mismo destaca el presidente de farmacéuticos de la provincia, Carlos Lacadena. «La mayoría están en pueblos pequeños en los que cada día hay más gente de 80 años y menos de 40, y agradecen muchísimo este tipo de servicio». «No es lo mismo que una farmacia que abre siete horas, pero uno, dos o tres días a la semana saben que llega un farmacéutico para atenderles».


Tres licencias nuevas


La farmacia de Javier Solano pertenece al área de Salud denominada como Huesca rural, donde hay otras dos farmacias más además de la suya, la de Bolea y la de Angüés. Pronto habrá una cuarta. Y es que muchas de estas poblaciones cercanas a la capital han crecido notablemente durante los últimos años, algunas de ellas, como Tierz, incluso ha duplicado su población y es precisamente ese dato, el censo, el que marca el número de boticas que tiene que haber. Si bien con un poco de sorna Solano asegura que el número de vecinos habrá crecido, pero que ellos lo han notado poco. «Es todo gente joven, y al médico van poco».


También en Sabiñánigo y Fraga se abrirán dos nuevas oficinas y con ellas, en todo el Alto Aragón, habrá un total de 128.


El número es muy similar al de botiquines. Porque en toda la provincia hay 112. Y ¿dónde y cómo se abren? Carlos Lacadena, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Huesca, informa que se ponen en servicio en los pueblos a petición de los ayuntamientos. «Y como son ellos quienes lo solicitan, también proveen de instalaciones», explica el boticario, quien añade que la gestión se adjudica, dentro del área de salud, a la farmacia que está más cercana.