PIRINEOS

Cuatro montañeros se salvan tras ser sorprendidos por un alud en Panticosa

La avalancha sepultó a dos de los esquiadores y uno permaneció 20 minutos enterradoDe los últimos 20 años, este ha sido uno de los inviernos con más nieve en las cumbres.

Imagen de archivo del último alud con víctimas, en Candanchú el pasado día 19
Cuatro montañeros se salvan tras ser sorprendidos por un alud en Panticosa
LAURA ZAMBORAíN

Huesca. Salvaron su vida gracias al ARVA (Aparato de Rescate de Víctimas de Avalanchas). Cuatro montañeros riojanos que practicaban esquí de montaña se llevaron ayer un tremendo susto cuando a primera hora de la tarde fueron sorprendidos por un alud en los Ibones Azules, en Panticosa. Salieron ilesos, pero vivieron momentos de angustia ya que la avalancha atrapó a dos de ellos. Uno salió por su propio pie. Al otro lo localizaron 20 minutos después sepultado a metro y medio de profundidad.

Los cuatro montañeros iniciaron su travesía en el balneario de Panticosa, donde dejaron su vehículo. Según informó la Subdelegación de Gobierno, los hombres, con edades comprendidas entre los 38 y 42 años, practicaban esquí de travesía cuando fueron sorprendidos por un alud en los Ibones Azules, cerca del Pico del Infierno. La avalancha de nieve, que pudo desencadenarse según el jefe del equipo de la Guardia Civil de Montaña de Jaca Sergio Rodríguez por las altas temperaturas y la lluvia de los últimos días, atrapó a dos de ellos.

Uno de los montañeros salió por su propio pie. El otro fue localizado 20 minutos más tarde por sus compañeros a una profundidad de 1,5 metros gracias al ARVA. Presentaba hipotermia y un gran estrés por la situación vivida por lo que decidieron alertar de la situación. Varios especialistas de la Guardia Civil de Montaña, un médico y el helicóptero se personaron en el lugar. Tres de los montañeros fueron evacuados hasta el sitio donde habían dejado su vehículo. El cuarto, Jorge M. A. de 38 años y vecino de Navarrete (La Rioja), fue trasladado al Hospital de Jaca. Poco después, era dado de alta en el centro.

La mayoría, placas de viento

El alud de ayer quedó solo en un susto, pero solo en estos tres primeros meses del año cinco personas han muerto en el Pirineo aragonés sepultados por la nieve. El último accidente mortal se produjo el pasado viernes en el corredor del Pico del Águila (Canfranc), donde un escalador madrileño fue atrapado por una avalancha que, además, hirió a sus dos compañeros de cordada. Otro deportista serrablés murió en Canal Roya (Portalet) y a principios de enero tres navarros fallecieron en otra avalancha en Collarada (Villanúa).

Al margen de las causas concretas de estos sucesos, los expertos insisten en que "formación e información" son fundamentales para prevenir más accidentes mortales o sustos como los registrados en fuera de pistas cercanos y dentro de las estaciones de esquí durante toda la temporada. "La mayoría de las avalanchas con víctimas son placas de nieve que forma el viento y que caen, por lo general, al paso de un esquiador o de cualquier animal". Son palabras de Antonio Gros, responsable de esquí de montaña de Peña Guara. Otro experto, el teniente coronel Alberto Ayora, va más allá y sitúa la cifra en un 92%. "Y eso quiere decir que muchos podrían ser evitables -insiste- porque son las propios accidentados quienes la desencadenan a su paso". Ambos aluden a una falta de cultura de nieve y a la escasez de formación de muchos deportistas que se lanzan a la montaña invernal, como causas de muchos de los trágicos accidentes. Este año, además, en el cóctel ha entrado como ingrediente la gran acumulación de nieve que tiñe las laderas del Pirineo y que ha llegado muy venteada.

Tan claro ven los expertos que la formación es importante, que "en los cursillos dedicamos más horas al estudio de la nieve que a la técnica, porque el esquí de montaña con seguridad supone conocerla", explica Gros, que es también coordinador del curso provincial de iniciación al esquí de travesía. Además, insiste en que hay que formarse también en el uso del ARVA, "está prohibido salir sin él y sin haberlo entrenado". "Uno se va al parque con un compañero -comenta- y uno lo esconde y el otro lo busca. Si no se sabe utilizar no sirve de nada".

El otro punto en el que hacen hincapié es en la información. El teniente de la Guardia Civil Sergio Rodríguez, jefe del área de Jaca, apunta que "la gente que sale a la montaña debe conocer la zona y los diferentes riesgos de aludes que existen" y añade que esa información deben contrastarla 'in situ' porque el peligro que da la Agencia Estatal de Meteorología es una media que se realiza para todo el macizo. "El viento puede dejar una mayor acumulación en una ladera, que se convierte en más arriesgada". Precisamente este año, las fuertes rachas han sido continuas. "Desde la segunda quincena de enero y todo febrero la nieve ha llegado con ataques de viento en todas las direcciones" convirtiendo en peligrosas todas las vertientes.

Estas dos causas, la falta de información y de formación, son de las más comunes en los accidentes. Pero los expertos señalan otras muchas que confluyen en los sucesos: familiaridad, bajar la guardia cuando baja el peligro de aludes a notable (3 en una escala de 5) o la obcecación por hacer cumbre. "Hay que ser flexibles a la hora de modificar una marcha e incluso saber renunciar", recalca Gros.

También las carreteras

Pero no solo la montaña, también las carreteras se han visto afectadas y algunas se han cerrado durante días, como los accesos a los Llanos del Hospital de Benasque, al balneario de Panticosa o a la carretera de la pradera de Ordesa.

"La decisión no es fácil, pero es necesario por un criterio de prudencia", reconoce José Antonio Cuchi, profesor de Hidrología de la Universidad de Zaragoza. Y añade que las soluciones no son sencillas. "Utilizar el helicóptero para realizar voladuras como en Formigal es imposible en algunos puntos y realizar protecciones pasivas, viseras, es muy caro y son obras que van despacio". Como ejemplo pone el valle de Arán, donde incluso hay un centro específico para el estudio de las avalanchas, técnicos que estudian la nieve y aconsejan a los políticos qué hacer, pero que no evitan que se corte el acceso cuando el peligro es muy alto.

También hay carreteras altoaragonesas en las que existen sistemas de defensa activos y pasivos. Un claro ejemplo es el puerto de Somport o incluso en la población de Canfranc ya que varios aludes, en el siglo pasado afectaron una vez a la estación y otra a la iglesia. Y aunque mucho se ha avanzado desde entonces y hay construidas diferentes obras de defensa, Cuchi alerta de que estas "envejecen" y que es necesario "mantenerlas".

Zona natural de riesgo

"La montaña altaoragonesa es una zona natural de riesgo porque hay pendiente y cuánta más nieve cae más aludes se producen", explica Cuchí, quien añade que un ejemplo claro ejemplo son los tejados de Canfranc estación, en los que la capa de nieve se desploma de vez en cuando favorecida por la inclinación de los mismos.

Pero este año las avalanchas no solo se han visto en el Pirineo sino también en Guara, donde hacía años que no se producían. En las montañas, según los datos de la Confederación del Ebro, todavía quedan 1682 hm3 de agua cumulados en forma de nieve. Una cifra alta que, en los últimos 20 años, solo ha sido superada en tres ocasiones: el año pasado (1815), en 2003 (1948) y en 1996 (1821).

En el corredor del Pico del Águila. El último accidente mortal en la montaña altoaragonesa se produjo en esta zona cercana a la estación de Candanchú. El alud mató a un escalador, el quinto fallecido este año, e hirió a sus dos compañeros. En la imagen, la Guardia Civil auxilia a uno de los heridos en la avalancha.

Prácticas en Cerler. Las prácticas con ARVA (Aparato de Rescate de Víctimas de Avalanchas), sondas y palas para localizar sepultados bajo un alud son habituales en las estaciones de esquí. En la imagen, tomada el pasado viernes, personal de Cerler y bomberos de Benasque realizan un ejercicio en el Ampriu.