ANIVERSARIO EN HUESCA

Cesa la actividad de la harinera Porta cinco años después de la explosión

La fábrica de Huesca ha trasladado al personal a otras plantas en ZaragozaLas víctimas de la tragedia recuerdan el dolor y el caos de la tarde del 14 de abril de 2005.

El edificio de la harinera Porta, situado en la avenida de Martínez de Velasco de Huesca.
Cesa la actividad de la harinera Porta cinco años después de la explosión
RAFAEL GOBANTES

El miércoles, día 14, se cumplen cinco años de la explosión ocurrida en la harinera Porta que costó la vida a cinco personas y causó heridas graves a otras catorce. El suceso conmocionó a Huesca y marcó el futuro de la fábrica, que ha cerrado sus puertas después de trasladar su actividad a Daroca y a Tauste, en Zaragoza. La empresa prepara la clausura de las instalaciones para entregarlas al Ayuntamiento en marzo de 2011 en cumplimiento del convenio urbanístico que Harinas Porta, junto a Harinera Villamayor y varios promotores, firmó para construir en este polígono, en el centro de la ciudad, más de 1.300 viviendas.

Tal vez, cuando la harinera se derribe desaparecerá para muchos oscenses el recuerdo de aquel día. A quienes vivieron de cerca la tragedia les será más difícil borrar de su memoria aquel jueves de abril. Aquella tarde lluviosa y oscura, Abderramán Sidi Alí tenía 19 años y estaba trabajando en la construcción del pantano de Montearagón. Allí le llamaron para decirle que volviera a Huesca que su padre, Mohamed Ould, había resultado herido en una explosión en la fábrica a donde fue a comprar harina para su negocio.

"Me dijeron que mi padre salió hablando y consciente y pensé que no sería para tanto", comenta Abderramán. Pero su padre murió a los pocos días en la Unidad de Quemados del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. "Habían llamado del Hospital San Jorge de Huesca para avisar y empezamos a recibir ingresos, nos quedamos con los más graves, nueve, y el resto se derivaron al Valle Hebrón, en Barcelona", recuerda Concha Sáinz de Baranda, supervisora de Enfermería en la Unidad de Quemados.

También se acuerda de que las personas que murieron estuvieron vivas quince días. "Era un trabajo muy ingrato porque 'sabíamos' que no iban a vivir", dice. Reconoce que, aunque a veces los especialistas se equivocan, "llevamos muchos años de experiencia y lo que vimos no nos alegró porque sabíamos, más o menos, lo que iba a pasar. Fallecieron cinco personas y cuatro se recuperaron y siguen con sus vidas y sus cicatrices. Volvieron a llevarles flores a las enfermeras y periódicamente acuden a las revisiones que tendrán que sufrir durante años.

Como sufre Ishaba, mujer de Mohamed Ould y madre de Abderramán y de otros dos hijos y una hija, que nació después de morir su padre. "Mi madre hay días que llora y sé que piensa en volver al Sahara", cuenta el joven. A él le hubiera gustado saber qué paso aquel día, por qué se produjo la explosión, pero el juicio que se celebró hace un año no determinó las causas del suceso (aunque se apuntó la caída de un rayo o las soldaduras que se realizaban) y la duda permanece. "Puede que piensen que con el pago de una indemnización ya está todo, pero seguimos sin saber por qué y cómo", se lamenta Abderramán.

José Porta, consejero delegado de Harinas Porta, era el único imputado por lo sucedido. La juez lo absolvió y hoy prefiere no hablar de lo que pasó hace cinco años. La sentencia cerró aquel capítulo.

Hay quien prefiere no hablar para no revivir lo que el espejo les dice todos los días. Aquellos que no fueron víctimas tan directas de los hechos aseguran que el tiempo va difuminando los recuerdos. "En este último año no hemos oído los ruidos de la harinera y eso nos ha permitido olvidar un poco más", afirma Amado Cancer. Él vive enfrente de la fábrica y durante varios años presidió la asociación de Víctimas de Harinas Porta, constituida por los vecinos a raíz de la explosión para reivindicar el traslado de la fábrica.

"De aquel día recordamos la lluvia, las sirenas y, quienes tuvieron la desgracia de verlos, recuerdan sobre todo a los heridos envueltos en llamas", comenta Cancer. Dentro de un año el polvo el ruido volverán a apoderarse de la calle con el derribo de las instalaciones fabriles, previsto para finales de 2011. Tal vez muchos vuelvan a ver la fotografía de una tarde lluviosa con cristales rotos, tabiques rajados, una explosión, gritos... porque "fue un día de mucho caos y mucho dolor".